Dioni Arroyo: Fracasamos al soñar

Fracasamos al soñar. Libros Prohibidos

Año: 2017
Editorial: Nowevolution
Género: Novela (Ciencia ficción)

Fracasamos como especie

Nos encontramos en una época muy interesante, y no lo digo como algo positivo. En absoluto. A las distintas y persistentes crisis que llevan asolándonos como civilización en lo últimos tiempos se le suman los retos que empiezan a plantearnos los avances tecnológicos. Esto ha inspirado —y sigue haciéndolo— a cientos de autores actuales, lo que ha dado lugar a distopías y obras oscuras a lo Black Mirror. Y es en este contexto, encuadrándose completamente en esta descripción, cuando nos llega Fracasamos al soñar, última novela de Dioni Arroyo.

¿Sabes que el transhumanismo será la gran revolución de este siglo? ¿Y que evolucionaremos de sapiens a cíborgs en muy poco tiempo?
El problema es si ese proceso tendrá como objetivo mejorar nuestra calidad de vida y bienestar, o nuestra productividad como vulgares piezas de un engranaje.
¿Cuáles son sus dilemas éticos? ¿Qué valor daremos a la libertad?
En el 2047, Logan, un confundido profesor de Antropología, y Jia, una perspicaz estudiante disidente, partiendo de ideas opuestas, descubrirán juntos el mayor secreto de la historia de la humanidad. El advenimiento de una nueva especie, el fin de una era y una serie de misterios que se irán desplegando mientras viven su propia historia de amor.
Desde una visión crítica, este libro abre el debate sobre la inminente revolución  que se avecina, reclamando un nuevo humanismo que nos permita seguir creyendo en nosotros mismos.

Fracasamos al soñar gira en torno a una idea principal: el transhumanismo. Este concepto implica el «volcado» de la conciencia de los individuos en contenedores y procesadores informáticos. O sea, que nuestro soporte físico pasaría de ser el cuerpo orgánico en el que nacemos a una máquina. Neuronas por microchips, cerebro por procesador. De este modo, al no estar anclados a las reglas biológicas, los seres humanos daríamos el ansiado paso a la inmortalidad. Este apasionante tema, que cada vez parece menos ciencia ficción, ya lo vimos en Mala racha, de J. A. Cotrina y en un montón de capítulos de la ya mencionada Black Mirror. Y lo que nos queda. Esto da para tesis doctoral/es por el miedo que es capaz de suscitar —recuerden, futuro y miedo van casi siempre de la mano— y por los dilemas filosóficos que plantea. ¿Puede seguir considerándose vida? ¿Cómo nos afectará la desaparición del concepto de la muerte? ¿Podríamos seguir considerándonos humanos? ¿Puede permitirse nuestro planeta una alternativa a esta solución? Todas estas dudas existenciales las explota Dioni Arroyo y las usa como motor de las acciones de los protagonistas.

Fracasamos al soñar. Robot. Libros ProhibidosMe ha parecido de gran valor la tarea del autor a la hora de documentarse y de expandir su visión a partir de ese conocimiento adquirido. El texto está sembrado de detallitos que van apareciendo poco a poco y que pueden parecer nimios, pero que dan color y realismo a la narración. Cosas como la alimentación, la situación social, la política, la religión, la tecnología aplicada al día a día —transportes, comunicación, robots domésticos…—, etc., son muy diferentes a hoy en día y están presentes de fondo o aparecen de forma esporádica y orgánica. Son parte de la escenografía de Fracasamos al soñar. Eso aporta realismo y ayuda al lector a compartir este futuro no tan lejano. Por contra, hay muchos pasajes en los que es el narrador el que se encarga de contar directamente qué ha pasado. Y aunque habla de elementos importantes en la historia, me ha resultado una forma menos interesante de mostrar los hechos. Tengo la sensación de que si esta obra tuviera algo más de extensión, habría tiempo de sobra para que el lector descubriera todos los detalles sin que se requiriera esa voz que lo cuenta todo.

Todos los ciudadanos sabían que la Nueva Economía era dirigida y gobernada por los llamados Mercados Financieros Especulativos, quienes realmente decidían los destinos de las personas desde los despachos virtuales. Y todo el mundo sabía que eran insensibles a las emociones y firmes en sus determinaciones. La época de la «soberanía popular que residía y emanaba del pueblo», se había extinguido. Los pueblos seguían votando cada cuatro años, pero más por tradición que por efectividad. La democracia representaba al antiguo régimen, una etapa superada que representaba un mundo extinto, un experimento, una anomalía errónea del pasado.

Por cierto, que este fragmento no parece que se refiera al futuro, precisamente. Eso es algo de la ciencia ficción especulativa que Dioni Arroyo sí sabe utilizar con maestría: usar un mundo hipotético para arrear nuestro propio tiempo. La distopía y la crítica siempre unidos como el humo y el fuego.

Malditos dos niveles

Y ahora viene la pega, lo que me ha impedido disfrutar esta obra tanto como debería. Leyendo Fracasamos al soñar me he encontrado dos bloques principales que están perfectamente diferenciados. Por un lado, tenemos el qué —qué ha pasado, está pasando y pasará, cuáles son las explicaciones y los motivos—, y por otro el cómo —cómo llega ese qué al lector—. Como ya decía antes, el autor cuenta con un futuro bien desarrollado y con un elemento oculto enormemente interesante y sorprendente, y que no desvelaré para no destripar el libro. El problema está en cómo se ejecuta todo ese planteamiento. Digamos que el qué y el cómo son dos bloques cuyas piezas no terminan de encajar bien. Pongo ejemplos. Es una novela llevada por personajes, pero apenas llegamos a conocer a estos en profundidad; los diálogos solo muestran lo que es únicamente relevante parta la historia, quedando a veces desangelados y con poca chicha; tampoco llegamos a conocer cómo es la relación de Logan y Jia: por lo que sabemos de ellos lo más lógico es que acaben enamorados, pero es todo estipulación, no lo llegamos a entender de verdad; del mismo modo, tampoco conocemos el proceso por el cual Logan cambia de opinión con respecto a la ley que está redactando; finalmente, la organización disidente a la que pertenece Jia queda demasiado desdibujada.

Todos estos elementos, al no tratarse con suficiente profundidad, hacen que el lector tenga que recurrir a lugares comunes, tópicos y arquetipos para hacerse una idea. Y una historia tan rica y con tanto trasfondo necesita una visión más amplia que ofrezca la historia en toda su dimensión. Ya lo he dicho antes y lo repito ahora, tal vez la solución hubiera sido que el libro tuviera mayor extensión y un ritmo más uniforme y pausado.

Con todo, opino que Fracasamos al soñar tiene suficientes ingredientes para gustar a aquellos lectores curiosos que busquen una representación de lo que puede ser el futuro cercano. Y, por supuesto, los amantes de la ciencia ficción dura tienen aquí una esquina que girar si no quieren quedarse fuera del debate transhumanístico.

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Foto de nena con robot: Andy Kelly, Unsplash.

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