Una tormenta — Imma Monsó

Título original: Una tempesta
Idioma original: Catalán
Año: 2009
Editorial: RBA
Género: Novela
Valoración: Recomendable
Como hombre más o menos ocupado que soy, que tiene un trabajo (o algo por el estilo), una vida ajetreada (relativamente), y una serie de obligaciones inaplazables (esto no es del todo cierto), de vez en cuando me dejo sorprender por la duda de qué leer. No me malinterpreten: una de las baldas de mi estantería es sólo de lecturas pendientes, y actualmente estoy leyendo tres libros a la vez. Me refiero a qué leer para luego traeros a Libros Prohibidos y compartir con todos vosotros. Fue en ese momento de vacilación, cuando mi chica acudió al rescate y me dijo que probase con «Una tormenta».
«Es una autora poco conocida, es un buen libro, y su apellido me resulta familiar», me dijo.
Debo reconocer que de otro modo, este libro no hubiera llegado a mis manos. Y hubiera sido una auténtica pena. Sin llegar a ser un novelón, «Una tormenta» es un relato muy completo, con muchas aristas que la autora ha sabido pulir a la perfección, y que van encauzando la narración hacia el desenlace. O mejor dicho, hacia la tormenta.
Antes de seguir haciéndome el interesante, explico un poco de qué va esto. La acción transcurre durante un día de verano de éstos que amanecen con un sol que ni el as de oros, pero que a media tarde hay unos nubarrones amenazantes que amedrentarían a cualquier George Clooney que se precie. La protagonista es Sara Surp, una escritora de mediana edad (aquí no fuiste demasiado original, Imma, pero te lo perdonamos), que ha quedado con un amigo para hacer una excursión al Pirineo con picnic incluido antes de dar una charla sobre su último libro en un pueblo de la zona.
Hasta ahí nada anormal, pero con cada página que vamos pasando, vamos descubriendo un pedacito más de estos dos personajes, y de un tercero aún por aparecer; de sus recuerdos, sus secretos, sus manías, sus fobias… Esto no hace más que intrigarnos y hacer que la atención suba y suba, como suben las nubes de una tarde de verano: oscuras e inmensas, deseando diluviar sobre los que están debajo.
Y justo cuando ya estamos intuyendo que se acerca el clímax y que están a punto de caer chuzos de punta, la protagonista se encuentra una ambulancia que transporta a un chico que ha sufrido un accidente en el bosque. Ha muerto y va indocumentado. Sólo un mensaje en su móvil parece poder dar alguna pista sobre su identidad. Además, ese mensaje indica que quien se lo ha enviado estará en la charla del libro de Sara Surp. Ella, conociendo esto, decide que la charla sea distinta a las demás.
¡CATACROCK! (insertar aquí onomatopeya válida para trueno de estos tochos y tal)
Y así se desencadena la tormenta. No sé si hasta ahora he dado sufientes detalles de lo mucho que me ha gustado este libro. Tal vez sea porque atesora un estilo suave que reúne un poco de varios ingredientes que lo hacen fluir ciertamente bien: una pizca de sutil elegancia, un poco de ritmo propio de un metrónomo, bastante de chispa y gracia, y mucho de intriga y de síndrome de «aydiosperoquévaapasarahora». Esta receta, agitada y no mezclada, ayuda enormemente a que resulte aún más entretenido de lo que ya por sí sugiere la propia historia.
Y es que leer esta alhaja de papel ha sido todo un hallazgo. Qué bien escribe la mujer. Cómo se permite flirtear con la observación de las miserias humanas de un modo lo suficientemente de pasada como para que no resulte coñazo, pero que a la vez pueda ser perfectamente complejo y profundo. Ahí es nada, amigos.
Para finalizar, como ya dije al principio, un libro de Imma Monsó no hubiera sido una de mis elecciones a priori, pero eso es algo que ha cambiado, y que sospecho que va a cambiar para muchos otros lectores sedientos de buena literatura. ¿No es acaso de este modo como empiezan todos los grandes?