Iván Albarracín: El universo dormido

Título completo: Las crónicas de la ciudad en llamas. Volumen I. El universo dormido
Año: 2016
Editorial: Atlantis
Género: Novela negra
Valoración: Pasable

El género negro, tal y como se le conoce en España, es tan atractivo para el lector como complicado para el escritor. Muchos ven en este tipo de libro una moda pasajera, otros su pasión. Supongo que la denominación se la dará el tiempo (nunca las ventas), pero mientras esto ocurre, vamos a dar paso a la primera aportación en este campo de Iván Albarracín: El universo dormido.

La sociedad no aguanta más. Los continuos escándalos políticos han dado lugar a una situación de inestabilidad permanente donde nadie confía en las instituciones. Es el caldo de cultivo perfecto para los movimientos extremistas violentos. Envueltos en la tormenta (siendo en cierto modo causantes de ella), un pequeño grupo liderado por el inspector privado Mario Barroso luchará por hacer caer a los corruptos… y a aquellos en la sombra que están al acecho del poder.

Me refería antes a la dificultad que entraña la creación de una buena novela negra. Hace falta coordinar muchos personajes, elegir bien los tiempos, decidir qué mostrar y qué no, darle un orden estructural que sostenga toda la trama; todo ello manteniendo la tensión y la coherencia. El universo dormido cumple muy bien con algunas de estas premisas, pero no lo consigue con otras, como vamos a ver a continuación.

Empezamos con lo bueno. Algo no muy común para un autor primerizo es tener una idea de novela tan clara y estable. Iván Albarracín ha sido capaz de armar una estructura correcta para contar la historia en un orden convincente sin dejar de mantener el interés por todo lo alto. Las 400 páginas de El universo dormido se leen con una facilidad asombrosa, y es en parte gracias al ritmo que se consigue. No es raro devorar 4 o 5 capítulos de una sentada.

Por otro lado hay destacar la ambientación. Es difícil saber si el momento en el que transcurren los hechos es el futuro o un presente alterado. Esto podría encuadrar esta obra en el subgénero de la distopía pero, ¿es acaso distopía? Si es futuro, no puede ser muy lejano y si es el presente, tampoco hay demasiada alteración de los hechos. El universo dormido juguetea en ese contexto y con esas posibilidades, logrando un marco perfecto para el desarrollo de la acción.

Y ahora lo malo: se nota que estamos ante una ópera prima, ya que el autor no consigue dominar bien al narrador. Este da demasiadas explicaciones (innecesarias en su mayoría), además de caer en malas prácticas como redundar en conceptos o, lo que es peor, realizar juicios de valor. Los malos son despreciados continuamente, juzgados con el uso de términos negativos (humillantes en muchos casos), mientras que hay una tendencia opuesta hacia los buenos. Podemos ir un poco más allá con respecto a esto, pues los malos son muy malos y los buenos muy buenos. Apenas hay matices en el tratamiento de los personajes, lo que irremediablemente asemeja la novela a un cómic; y esto mismo hace que la necesaria verosimilitud se resienta.

Por otro lado, no quiero dejar atrás la edición llevada a cabo por Atlantis; de las peores que he tenido la oportunidad de manejar. No ha habido revisión de estilo profesional y la maquetación es un desastre: más allá del papel blanco y el pésimo uso de la guillotina, el margen interior es demasiado corto, lo que dificulta enormemente la lectura.

En resumidas cuentas, una obra con pros y contras muy marcados que, maquetación terrible aparte, se lee de un tirón.