Ángeles Mora Álvarez: Somos juegos de cordel

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Ilustraciones: Pilar Lozano
Año: 2020
Editorial: In Limbo Ediciones
Género: Libro de relatos (terror)

Obra perteneciente a la sección oficial de los Premios Guillermo de Baskerville 2020

Ángeles Mora Álvarez vino al mundo para aterrorizarnos con elegancia, sutileza y las palabras justas. Lo demuestra con Somos juegos de cordel, y lo ha ido probando en un ramillete de antologías colectivas y otras dos propias. Estas últimas le han valido para estar nominada en dos ocasiones al Premio Andalucía de la Crítica.

Además, es maestra del micorrelato, guionista y directora de cortos.

JuegosCordel.Arboles.LibrosProhibidosDe un modo u otro, lo suyo siempre ha sido, y será, ofrecernos desasosiego en forma de bocados breves y suculentos, probando que las historias cortas no son un genero menor ni menos meritorio que la novela. Somos juegos de cordel es buena prueba de sus méritos.

Somos juegos de pesadilla y locura

Como ya os habréis imaginado por la introducción previa, Somos juegos de cordel es una antología de relatos de terror. No es, sin embargo, una simple amalgama de historias foscas que, ostentando mayor o menor calidad, apenas tienen más conexión entre ellas que haber sido escritas por la misma autora. Nada más lejos de la realidad. Ángeles Mora Álvarez e In Limbo Ediciones se han conjurado para ofrecernos un conjunto de historias tan sólido en cuanto a calidad como cohesionado en temáticas y atmósferas.

 Había vuelto a soñar que le crecían raíces y que nadie podía moverla del lugar elegido para vivir.

Somos juegos de cordel es un viaje a la irracionalidad, anide esta en la fragilidad de la psique humana o en nuestras pesadillas. Algunas de las historias aquí recogidas nos sumergen en la locura de sus protagonistas; en otras, la frontera entre lo fantástico y la percepción perturbada de la realidad es tan difusa que cada lector tendrá su propia explicación sobre qué ha sucedido. En otros relatos, los personajes viven situaciones propias de una pesadilla o las amenazas se agazapan en los velos del sueño o el insomnio.

No hay hilos sueltos, todas las historia son hebras de una misma trenza formada por tres cabos: los tres tramos en que se divide la antología.

Las tres etapas de estos juegos

Si los veinte relatos que conforman Somos juegos de cordel crean un conjunto sólido, la portada de Pilar Lozano es un espejo perfecto para todo el conjunto.

Esa mujer de melena entrecana y mirada turbadora es fiel reflejo de la atmósfera que impregna estas historias. Sus manos sostienen una cuerda roja en una posición propia de ese «juego de cordel» con el que nos entreteníamos antaño. Este entretenimiento no solo da nombre a la antología, sino que también inspira los subtítulos de los tres tramos en que se divide: Tramo lejano del meñique, Tramo cercano al anular, Lazo del pulgar. Cada bloque reúne historias diferentes en tono, aunque se parezcan poco en trama.

JuegosCordel.Calavera.LibrosProhibidosEn el Tramo lejano del meñique nos encontramos historias más arraigadas, a su modo, en lo cotidiano, en los dramas familiares o la propia rutina salpicada de pesadilla. Son cuentos breves que juegan acertadamente con la ambigüedad entre lo sobrenatural y la ilusión; además, varios de ellos aprovechan muy bien la amenaza oculta en figuras aparentemente inocentes como son los niños.

El Tramo cercano al anular ha sido quizá mi bloque favorito. En él nos encontramos historias de fuste algo más clásico que las previas y, en algún caso, más largas. Caben en este grupo tanto narraciones de ambientación hindú, como homenajes a Poe o terrores que tienen como escenario los paisajes más desolados de nuestro propio país, pasando por las frías calles de Edimburgo. Si ya habéis leído previamente relatos de Ángeles Mora Álvarez, especialmente sus aportaciones a Calabazas en el Trastero, en este tramo encontraréis el tipo de historias que es más fácil asociar inconscientemente con su persona.

En general, los cuentos de este bloque denotan amor por el terror clásico, exudan elegancia y huelen a polvo ancestral, pero que siempre están impregnados de la personalidad de su autora, de la crueldad sutil que la caracteriza.

 De todos los recuerdos que podía haber atesorado de aquel viaje, su mente se decidió por uno: la imagen del esqueleto de un asesino.

El Lazo del pulgar  reúne alguno de los relatos más cortos, con la excepción quizá de la historia que abre el conjunto. Más que nunca, nos sumergimos en un universo de pesadillas cortas, desconcertantes. Es quizá el tramo que me ha dejado las sensaciones más extrañas, que no malas. Me ha encantado la primera historia y del resto me han parecido todas bien escritas, pero al finalizar algunas me quedaba con cierta sensación de desconcierto. Mirándolo bien, y teniendo en cuenta del tono de las narraciones, quizá no sea malo haberme quedado así.

Impresiones finales

No puedo concluir esta reseña sin dar mis valoraciones generales sobre Somos juegos de cordel y destacar mis relatos favoritos de la misma.

La antología me ha gustado mucho. Me ha inquietado, desconcertado cuando era pertinente, enganchado y atrapado dentro de su juego. Como todo, hay algún relato que me ha llegado menos o dejado un poco más fría, pero lo veo como una consecuencia de afinidades y gustos personales antes que demérito de la autora.

JuegosCordel.Escalera.LibrosProhibidosEntre mis historias favoritas, destacaría: «La niña de tierra», un excelente inicio que me recordó a las mejores historias breves de Shirley Jackson. «Zumbidos» es una pesadilla con momentos muy impactantes, además de una demostración de que un final poderoso no siempre tiene por qué sorprendernos o conllevar un giro de trama. De «El sino de Aisa» me ha encantado el modo en que reescribe la mitología. «La plañidera» me pareció brutal, tanto por la magia que desarrolla como por su reflejo del egoísmo humano.

Me fascinó «Helena y el caminante solitario», con estupenda inclusión de lo poético dentro de la narrativa. Compartí miedo con el protagonista de «La España vaciada» y, aunque se me hizo algo corto, caí en el hechizo de las cuencas vacías de «Un esqueleto que sonríe desde el pasado». Estoy segura de que «La nana» me visitará en noches de insomnio y no se me ocurre mejor colofón para este viaje de demencia y pesadillas que el fascinante «El agujero».

Entre los relatos que no he destacado, hay muchos que casi me han gustado tanto como los antes mencionados. Como ya he dicho, la antología forma un conjunto sólido al que merece la pena hincar el diente.

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Créditos Imágenes

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Foto Calavera obra de Kabe32, vía Pixabay

Foto escalera obra de Jody Davis, vía Pixbay