Kameron Hurley: Las estrellas son legión

Las estrellas son legión. Libros Prohibidos

Título original: The Stars are Legion
Idioma original: Inglés
Año: 2017
Editorial: Alianza (Runas)
Género: Novela (ciencia ficción)
Traducción: Alexander Páez

Las estrellas son una locura

¡Ay, el hype! Maravilloso invento alimentado a la limón por fans y editoriales y que desemboca en una marabunta de ventas y comentarios en Goodreads y yo qué se qué más. Porque este libro para mí fue puro hype. Había visto a tantas y tantas cuentas que sigo hablando de él, de su portada —la oficial y la alternativa—, de la vida y obra de su autora, de lo tremendo que es… Vamos, que cuando un familiar me preguntó que qué quería por Navidad tardé un segundo en exclamar: «¡Las estrellas son legión, de Kameron Hurley!». Muchas gracias, Irene, por cierto.

En los confines del universo, la Legión, un sistema de naves-mundo que se van pudriendo poco a poco, se desplaza por los intersticios de las estrellas. Parece que nada es capaz de detener la agonía de esos mundos, en los que durante siglos dos familias han estado luchando por la supremacía, y se pone en marcha un plan desesperado.
Zan no recuerda quién es. Recupera la conciencia entre personas que dicen ser su familia y le aseguran que tiene en sus manos la salvación porque solo ella es capaz de abordar el Mokshi, esa misteriosa nave-mundo abandonada que puede sacarlas de la Legión.
Zan tendrá que elegir de qué lado está en una campaña genocida que la llevará desde los límites de la Legión hasta el vientre mismo del mundo.

Las estrellas son legión. Mundo. Libros ProhibidosEs cierto que me he aventurado a poner aquí la sinopsis y no he dicho si tanto hype era merecido o una trampa más para atrapar incautos. Como respuesta, voy a anunciar una cosa: de hoy no pasa que cree la etiqueta Libro que te revienta la cabeza. Y Las estrellas son legión es el detonante. Con eso debería quedar todo dicho, pero sé que me quedan 800 palabras para explicaros por qué deberiais leer esta obra. Es, en efecto, un libro que revienta la cabeza por muchos motivos. Para empezar, el hecho de que no aparezca ni un solo hombre. Es que no hay ni una mención. Y la posibilidad de imaginar una space opera donde solo hay mujeres ya es un planteamiento suficientemente audaz.

Pero no queda ahí la cosa, sino que estas mujeres del espacio habitan unas naves gigantes también llamadas mundos que no se sabe muy bien qué son. Unos organismos gigantescos que mezclan tejidos vivos y megaestructuras de metal que nacen, crecen y entran en decadencia hasta desaparecer. Todo lo perteneciente a estos mundos/planetas/estaciones espaciales —desde las herramientas del día a día hasta los cazas de combate, pasando por el armamento— tiene estas mismas características bio-tecnológicas. Me ha parecido una cascada de imaginación, una sucesión de ideas a cuál más descabellada que, para mi asombro, va cobrando sentido mediante la trama avanza. Por cierto, tenemos aquí una nueva muestra de biopunk. Tal vez Kameron Hurley lo lleva más allá.

Me levanto y meto las manos en la esponjosa superficie azul de la pared más lejana; absorbe el fluido de mis manos, dejando la piel limpia e inmaculada. Algunas cosas sobre cómo funciona el mundo todavía me resultan extrañas, como si esperara que fueran de otra forma, como cuando no estaba segura de si esto era una nave o un mundo o ambos. O ninguno.

Como podemos ver en la cita anterior, la narración tiene dos características que, en principio, no están relacionadas, pero que la autora combina a la perfección para conseguir su objetivo de reventar nuestra sesera. Por un lado, Las estrellas son legión está narrado en primera persona por sus dos protagonistas y usando la voz presente. Sus frases son cortas, sentencias directas que dejan a las claras sus intenciones y que le dan un ritmo endiablado a la lectura. Por otro lado, Zan, el personaje que más atención recibe, comienza la aventura tras haber perdido la memoria. Con esto, la autora consigue que el lector se quede igual de sorprendido que ella cuando entra en contacto con estos mundos imposibles de comprender. Estilo directo y carencia de memoria conforman un hilo conductor que cae en barrena y que arrastra irremisiblemente a cualquiera que pase de la primera página. Te lleva por delante. Sí, a ti también.

Sé de mucha gente que se hace la misma pregunta: ¿realmente es algo importante que solo haya mujeres, o es solo un artificio accesorio para diferenciarse del resto de títulos de ciencia ficción y llamar la atención? Pues resulta que sí es importante, que se nota que es un libro solo de mujeres. Bueno, en realidad lo que demuestra es que los géneros no son realmente importantes, que puedes montar una historia igualmente magnífica sin roles adquiridos ni taras tradicionales. Así, en Las estrellas son legión hay personajes fuertes, débiles, honestos, taimados, valientes, cobardes, llenos de amor y llenos de odio. Venga, va, hay un detallito biológico que no pienso desvelar para no ser un maldito spoiler, que hace que sea necesario que todas sean mujeres y que, además, contribuye a que, de nuevo, te reviente la cabeza.

Y ahora con un 30% más de épica

Ni el vehículo ni el bulbo que contiene mi supuesto traje parecen especialmente seguros. Tengo cierta idea de qué es el espacio desprovisto de aire, lo cual me resulta raro. Puedo comprender cosas como comida, muebles y calor, pero no quién soy, ni dónde estoy, ni por qué sueño con mujeres caníbales que se abren el estómago.

Para colmo, después de desarrollar una historia tan dura, llena de acción, muertes y sufrimiento, con un lenguaje que no se corta a la hora de mostrar daños irreparables, a Las estrellas son legión no le falta épica. Es cierto que las protagonistas tienen que arrastrarse por los niveles inferiores —que son como cloacas atestadas de mutantes— de mundos en descomposición, pero sigue sin faltar el tono heroico. Zan y sus compañeras no solo están luchando por sus vidas, sino por la supervivencia de toda la especie en un universo condenado a desaparecer.

Lesbianas en el espacio. Las estrellas son legión. Libros prohibidosA este halo de epopeya se le une la propia mitología que estas mujeres del espacio han ido construyendo desde nadie sabe cuándo. Por su tecnología se supone que debe tratarse de una civilización en un estado evolutivo bastante avanzado, y sin embargo ellas mismas desconocen una gran cantidad de información sobre el universo en el que viven o sobre su propia historia. Resulta desconcertante ver a estas señoras de la guerra que dominan mundos a su antojo, atrapadas bajo el peso de creencias, inexactitudes y supersticiones. Es como si estuviéramos ante una cultura en la Edad de las estrellas pero con un nivel de conocimiento propio de la Edad Media, si me permitís la comparación.

Para finalizar, el tono épico viene remarcado con la contraposición de miedo y amor que impregna todos los capítulos de la novela. Esta dualidad entre conquistadoras y conquistadas abre una nueva dimensión en libros dominados por protagonistas aguerridos. El belicismo afecta tanto a vencedores como a vencidos. Es posible que sea un punto que pase desapercibido, pero este mensaje me resulta tanto o más rompedor que el hecho de que sean todas mujeres. Hablando de lo cual, no quería despedirme sin traer la portada alternativa —a la izquierda— que ha usado la editorial a petición de la autora. Se ve que algún crítico malintencionado quiso titular así el libro, cosa que a Kameron Hurley le pareció perfectamente adecuado. Pues sí, ¿y qué?

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Foto del planeta: Bryan Goff. Unsplash.