Año: 2015
Editorial: Baile del Sol
Género: Novela
Valoración: Recomendable
Llevo un buen rato tratando de empezar esta reseña; escribiendo, borrando, y volviendo a escribir un posible comienzo que haga justicia a la mezcla inverosímil de sensaciones que me ha provocado esta novela. Al final, qué mejor que mencionar mi propia indecisión para transmitiros precisamente eso, mi incapacidad de determinar si me ha gustado o no esta historia rara, rara que nos ha llegado de la mano de Baile del Sol.
Demencia tiene un comienzo inmejorable. Agapito Rumiante, un hombre alcohólico y desganado, decide dejarlo todo para embarcarse en un reality show de lo más surrealista (por contradictorio que pueda parecer). Su nuevo nombre: señor Smirnoff; junto a él, otros cuatro dementes: Ausonia, Dylan, Wilkinson y Equis (este último no encontró patrocinador). Los cinco son introducidos en un extraño cubículo y sometidos a una vigilancia televisiva constante y a un cruel racionamiento de la comida y de las distracciones. Pronto comienzan a desatarse sus instintos más animales… Y hasta aquí puedo leer.
El planteamiento inicial me pareció de lo más atractivo y original, pero no termina de convencerme la ejecución en su conjunto. El autor ha querido hacer algo muy ambicioso y complejo, y no estoy segura de que lo haya logrado del todo. Quizá uno de los mayores problemas para mí ha sido la extensión del libro. Creo que podándolo por aquí y por allá hubiera quedado más resultón. Sobre todo, creo que sobran digresiones. Es importante que las haya, para que el lector pueda hacerse a la idea de lo que es estar en la mente del protagonista, pero se me antojan demasiado abundantes y demasiado largas. Tanto que hacen que la lectura vaya a trompicones, y que una se encuentre leyendo en diagonal más de lo que debería en una novela de estas características.
Mi impresión mientras la leía era que se trata de una obra muy irregular. Tiene pasajes absolutamente desternillantes y otros tremendamente aburridos; diálogos muy ingeniosos, pero también otros que no conducen a ningún lugar. Los personajes a ratos están desdibujados, y en ocasiones muy perfilados. La trama por momentos es de un realismo atroz, pero al mismo tiempo siempre raya en lo inverosímil. El narrador es capaz de desarrollar unas imágenes poderosísimas, y hacer que el lector se estremezca de asco y de horror, sin dejar, a veces, de desear que se acabe ya de una vez. Este dualismo extremo, este sí-no-sí-no constante, me ha hecho oscilar como una posesa del Mejor no, al Pasable, al Está bien, y vuelta a empezar. Mi pareja es testigo de que me he reído a carcajada suelta, de que me he visto obligada a leerle en alto algunos de los pasajes más deliciosamente retorcidos, pero también de que he querido desistir en más de una ocasión y tirar el ejemplar por la ventana.
Habiendo llegado ya a su más que interesante (aunque quizá ligeramente predecible) final, puedo echar la vista atrás y darme cuenta de que prácticamente todo lo que de defectuoso parecía tener esta novela (las digresiones eternas, los diálogos vacíos, los personajes borrosos, la inverosimilitud del argumento) está ahí por algo. Decía que el autor ha querido hacer algo muy ambicioso, y quizá por ello le ha salido lo que a ratos es un libro difícil. Pero no deja de ser una propuesta muy valiente e innovadora; una lectura singular que no va a ser fácil de olvidar. Por eso os la quiero recomendar, por absurdo que os resulte, a pesar de lo mucho que me ha costado acabarla, a pesar de que todavía no sé si me ha gustado.