Gonzalo Zalaya y Víctor Blanco: Ahí abajo

Año: 2015
Editorial: Pulpture
Género: Relato
Valoración: Pasable

El regreso del género pulp me ha cogido totalmente desprevenido, lo reconozco. Las características de este tipo de libros/cómics no están muy bien definidas, asociándose peligrosamente a productos baratos de consumo rápido que derivan casi irremediablemente en lecturas prescindibles de baja calidad. Esto no significa que todo lo perteneciente a este género sea malo; en Libros Prohibidos hemos tenido la ocasión de reseñar pulp de todo tipo, desde todo un librazo como Coburn, hasta obras menos afortunadas, pasando por colecciones de relatos de valor muy desigual.

Todo este rollo para presentar la obra que traemos hoy, Ahí abajo, relato corto de fantasía y aventuras escrito a cuatro manos entre Gonzalo Zalaya y Víctor Blanco (el autor de Crónica del rey cautivo). El libro trata de un mundo subacuático habitado por semidioses, sus amigos y otros seres mágicos que se lo pasan fenomenal montando juegos de gladiadores con los pobres que se pierden en las aguas del mar. Pero en esta ocasión, los escogidos resultan ser un grupo de guerreros de toda suerte de procedencia (Egipto, el Ártico, Asiria, Grecia, el México olmeca…) que, o bien son más duros que la palanca de cambios de un R19, o llevan meses sin darse una alegría pa’l cuerpo, pero tienen un mal despertar del copón, eso seguro.

Una vez planteado el argumento, Ahí abajo nos ofrece poco más. Los protagonistas saltan a la arena y empiezan a repartir estopa sin pedir nada a cambio, contrariando los planes de lo que debería ser una agradable velada de destripe y deshuesado de unos pobres humanos. Esto hace que ciertos grupos oprimidos en este submundo acuático (que injusticias hay en todas partes, oiga) piensen en que tal vez sea posible rebelarse contra el poder de los que mandan, en un, por otra parte, tímido intento de hacer algo más compleja la trama entre tanto mata-mata.

Pero esto no consigue desviar la atención, que sigue centrada en el potaje de hostias como panes y en la caída eventual de uno o dos de los buenos (los humanos, claro, no los malvados bichos marinos). Obviamente, nadie pretendió hacer de Ahí abajo una obra maestra de la literatura, sino que su publicación más bien responde al tremendo gustazo de a) realizar un videojuego al que a más de uno le hubiera encantado jugar, b) reunir diferentes culturas ancestrales que nunca podrían haber coincidido (¿o tal vez sí? Iker Jiménez dixit), y c) aprovechar la más mínima para mostrar sangre a borbotones y gratuita (como si no hubiera bastante con los informativos de Antena 3).

Resumiendo, tenemos entre manos un relato corto, tanto en número de páginas como en complejidad, ideado específicamente para pasar un rato leyendo y ya. Vamos, que en la escala cualitativa del entretenimiento es lo que se sitúa justo por encima de ver la tele, lo cual, con los tiempos que corren, no es algo despreciable.

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