Gonzalo Zalaya y Víctor Blanco: Delbaeth Rising

Título completo: Delbaeth Rising. Camino de odio  
Año: 
2016
Editorial: Ronin Literario
Género: Fantasía
Valoración: Recomendable

Seguimos en nuestra incansable búsqueda de los mejores libros independientes del año. Hoy le toca el turno a un libro al que le tenía ganas, Delbaeth Rising de Gonzalo Zalaya y Víctor Blanco, autores a quienes tuve la ocasión de reseñar hace unos meses en otra obra escrita a cuatro manos, en lo que era un pequeño entremés de lo que venía a continuación. Digo que le tenía ganas porque me pirra la fantasía (no lo puedo negar) y porque este libro es uno de esos que, ya sea por su título, su portada, o todo ello junto, llama la atención con fuerza.

Delbaeth es un esclavo obligado a batirse en combate a muerte día tras día. Lleva haciendo esto más de cien años, tiempo que, como es obvio, ha estado imbatido. Pero una noche le tienden una trampa y finalmente es vencido y dado por muerto. Un misterioso mago (precisamente el único que no le jaleaba durante sus espectáculos) le salva la vida in extremis, liberándolo y, al mismo tiempo, reclutándolo para una misión de vital importancia.

Con un arranque que nos recuerda a Conan el bárbaro (la película al menos), Delbaeth Rising nos trae de vuelta el rol, la espada y la brujería, el gusto ferroso por el mata-mata, la estética de videojuego. Pero a diferencia de lo que ocurría con la obra anterior de estos autores, esta vez viene acompañado por una serie de sabrosos ingredientes que consiguen un acabado más interesante, más redondo. No estamos ante la historia de un tipo que va del punto A al B matando en C, D y E, sino que nos encontramos con una trama mejor construida (con varias subtramas paralelas, alguna de ellas de largo recorrido) y con un par de conspiraciones en marcha…

Sus creadores dicen que esta novela pertenece al subgénero Grimdark que, según la amiga Wikipedia, es un tipo de ficción especulativa especialmente dada en libros de fantasía donde los hechos que se describen son especialmente violentos y realistas. Pues lo han clavado, porque Delbaeth Rising es bestia a más no poder. Ya no solo es que el texto esté plagado de palabras malsonantes o que haya sangre por doquier, sino que hay un especial placer en ello (eso sí, sin llegar a extremos gore; casi). El protagonista no se limita a ser un antihéroe común, esto es, un tipo canalla pero de buen fondo que resulta ser el mejor luchador que ha habido nunca; más bien se trata de un psicótico para quien la violencia es la única respuesta a cualquier problema, aderezado con cierto toque de ingenuidad infantil propia de quien no ha conocido otra cosa en su vida. Es una máquina de picar carne, sí, pero recibir, recibe de lo lindo; le dan tajos hasta en el carné del Día. Asombra ver la de veces que Delbaeth está al borde mismo de la muerte (con un nuevo guiño a los videojuegos en forma de casa de sanación, o de baya mágica capaz de curarlo todo).

No he terminado de hablar todavía del personaje principal que, pese a lo mucho que le gusta dar matarile a quien se le ponga por delante, es un tío bastante cachondo, e incluso buenazo (muy a lo Son Goku). Como comenté antes, tiene ese aire infantil que le hace desconocer prácticamente todo lo que se salga de los parámetros de la lucha. Su tándem junto a Ratón, su compañero de fatigas, un mediano resabiado (y bastante paciente), es todo un acierto. El contraste entre las personalidades de uno y otro arroja más de un momento hilarante, además de darle a la historia una amable pincelada de comedia (de tintes oscuros, claro). Aun sabiendo el riesgo que corro diciendo algo así, no dejo de pensar lo mucho que habría disfrutado Terry Pratchett leyendo este libro.

Y es que estamos ante una novela que no se conforma con ser entretenida sin más; es divertida a más no poder. Sus casi 400 páginas se leen a una velocidad incomprensible, cosa que logra casi sin recurrir a cliffhangers ni trucos por el estilo. No lo necesita, Delbaeth Rising está tan bien contada que la fluidez de la historia lleva al lector hacia adelante de forma natural; lo lógico al terminar un capítulo es empezar a leer el siguiente. Tal vez demasiado animados por este efecto, sus autores optaron por dejar el final abierto, y con ello no me refiero a dejar entrever “tal vez” una eventual continuación, sino que este libro directamente no tiene final (con la consecuente sensación de cabreo que ello conlleva).

Este detalle (cuya solución vendrá con la inevitable segunda parte), unido a que posiblemente Delbaeth Rising es una obra demasiado de género fantástico para el público en general, le resta algunos puntos a su valoración final. Si la fantasía a lo Dungeons and Dragons te parece una chorrada, apaga y vámonos, pero si te mola, aquí tienes una lectura obligatoria. Y si te apetece empezar en este tipo de libros, te la recomiendo sin dudar.

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