Título original: 24 heures au Mans
Idioma original: Francés
Año: 1955
Editorial: Macadán (2016)
Traducción: Xabi A. Lezcano
Género: Novela
Valoración: Está bien
El mundo del motor, muy especialmente el de alta competición, ha despertado gran interés desde sus inicios. Esta esencia la ha sabido captar a la perfección la valiente editorial granadina Macadán que, rizando el rizo, busca (y consigue) aunar pasiones tan dispares como la ingeniería mecánica y las letras. El olor a queroseno y a neumático quemado con el de la tinta que se seca en un papel que amarillea. Solo así, amando realmente lo que se hace, nacen libros tan únicos como este 24 horas en Le Mans.
En la edición de 1954 de la celebérrima carrera Las 24 horas de Le Mans, la casa francesa Maller acude con un único coche, un revolucionario prototipo a turbina que supone el último intento de la marca por sobrevivir a la quiebra. Por delante tienen Ferraris, Aston Martins, Jaguars y demás, en la prueba de resistencia más dura de todos los tiempos.
Entiendo que muchos de los que lean esta reseña no compartan mi entusiasmo por una novela de estas características. Supongo que tampoco me creerán que estamos hablando de una joya en muchos aspectos. Y sin embargo así es. Aparte de los hechos que cuenta, más o menos interesantes (cosa de la que hablaré más adelante) con esa deliciosa pátina de antigualla, 24 horas en Le Mans destaca por ser un documento histórico de gran valor, sobre todo procediendo de una época en la que el mundo todavía no esta totalizado por los medios audiovisuales.
Y sí, aunque está lleno de tantas referencias al mundo del motor de la primera mitad del siglo XX que parece una crónica real, este libro cuenta una historia de ficción. Su estilo, sin ser ninguna maravilla, es correcto y capaz de mantener la tensión del lector en los acontecimientos. Porque 24 horas en Le Mans no es una sucesión de curvas, rectas, frenadas, adelantamientos y paradas en boxes, sino que cuenta la historia de sus protagonistas intercalándola, eso sí, con la carrera. La vida del dueño y constructor, Auguste Maller, y la relación del piloto principal, Roger, y la bella Nicole, proporcionan alicientes más que de sobra para querer saber qué más va a ocurrir. Y, ojo, que la acción guarda varios giros inesperados (y no solo de volante).
Si esto tampoco os mueve a querer haceros con él, queda hablar de su muy cuidada edición. Como de costumbre, y como no me cansaré de repetir, los libros de esta editorial son un placer para leer, además de destacar siempre como los niños guapos de cualquier estantería. Ese buen gusto, ese romanticismo y esa valentía, ya hacen que merezca la pena.