Brian Evenson: Los últimos días

Traducción: Jose Ángel de Dios
Año: 2020
Editorial: Dilatando mentes
Género: Novela (terror)

Obra perteneciente a la sección oficial de los Premios Guillermo de Baskerville 2020

Los últimos días es una salvajada de historia. Como lectora poco habituada al terror y lo incómodo necesité quince días para poder leer la primera mitad sin que se me girara el estómago y una tarde para devorar la otra mitad en cuanto me acostumbré. Su premisa es uno de esos cuentos hilarantes que gana conforme lo lees: un supuesto culto alrededor de la apotemnofilia —que no es otra cosa que el deseo por amputarse extremidades— llama a un agente que acaba de sufrir una amputación para que resuelva un caso criminal; conforme avancen las páginas el misterio será más confuso y el entorno muchísimo más mosqueante y caótico.

En sí es una filia particular la de desear tener extremidades arrancadas y reconozco que facilita escenas donde todo se tiña de rojo, pero lo que realmente engancha es el baño de secta de toda la obra. Una vez superado el escándalo inicial en que la sangre y las entrañas sorprenden, lo que queda es un ambiente de fe y misterio donde una orden vive en un recinto cerrado jerarquizados según el número de partes del cuerpo perdidas. Llega un momento en que pasa a ser divertido seguir la pista a la aspiración de poder ascender de escalafón si te cortas algo más, y a lo público de algo aparentemente tan privado. El contexto se transforma de asqueroso a gracioso en cuanto la cabeza logra hacer el clic.

Pero, al margen del entorno, la perspectiva narrada es agobiante y excitante al mismo tiempo. Kline, el protagonista, no puede marcharse, no es que resolver el misterio sea una opción, sino que se convierte en un imperativo del que no puede huir pero, a la vez, para el que no ayudan lo más mínimo. Pasa a darse una situación kafkiana donde hacer y no hacer está prohibido e impuesto al mismo tiempo y el autor consigue perfectamente transmitir ese agobio al lector sin necesidad de grandes aspavientos. Es curioso cómo Brian Evenson logra hacernos llegar claramente el ambiente que se respira con unas pocas pinceladas.

—El conocimiento es el bien más preciado de los productos básicos —dijo—. ¿Hacemos un trueque? ¿Cambiemos el conocimiento por una extremidad?

—¿Qué?

—Ya me ha oído —dijo Borchett—. Respuesta por extremidades. Usted elige. Una mano o un pie. Con eso debería bastar.

Su estilo es directo y claro, algo desnudo y con muchísima retranca. Pese a que no haya bromas propiamente dichas, la mezcla entre el sinsentido y lo angustiante de la situación pasa a ser cruelmente cómico. El asco y la risa vergonzosa van alternándose en lo que el relato despierta, pero sorprende que lleguemos a estar con una sonrisa leyendo a gente cegada por el culto a los cuerpos arrancados. Y todo esto en menos de 250 páginas; si habláramos de otro autor, no me cabe duda que esta sería una historia de muchísima mayor longitud, en la que se explotaría el lugar en el que viven los miembros de la secta y donde nos entretienen con pequeñas pruebas antes de llegar a desentrañar el misterio. No es el caso, la de Los últimos días es una historia rápida y ágil que va directamente a lo que quiere contar.

Una de las cosas que resultan más incómodas de leer es el comportamiento de la sociedad con Kline. Lo secuestran, le imponen que les haga un favor y sin embargo debe aguantar el desprecio constante de ellos porque solamente le falta una mano, porque no se deshizo de ella exactamente por devoción, sino por necesidad. El carácter de la mayoría de los miembros es, como poco, desagradable y muy poco educado, lo que hace que automáticamente te alinees de parte de ese señor al que obligan a resolver un misterio que es todo menos claro.

En conjunto resulta una lectura estimulante, nueva y que logra construir una sociedad interesante y loca donde 20 son demasiados dedos.

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Fotografía de Domkarch , vía Pixabay.