La burbuja de Amazon y el dumping cultural

El mundo editorial está cambiando, a juego con el resto del planeta. No es ningún secreto. Las grandes editoriales y librerías crecen sin cesar, mientras las pequeñas van desapareciendo. Y de fondo, una figura gigantesca lo observa todo entre sombras: Amazon. En este reportaje vamos a ver qué esconde este coloso en la trastienda.

Para empezar, creo que es un tema demasiado amplio que daría para mucho más que un simple artículo. Un ensayo más o menos corto, por ejemplo. En esta web llevamos un tiempo siguiendo los movimientos de la industria del libro en lengua española y estamos registrando varios fenómenos. El primero es la expansión de los grandes grupos editoriales. Esto nos deja un panorama editorial dominado en su mayor parte por dos gigantes: Planeta y Random House. Aunque, de momento, hay alternativas: Anagrama, Anaya, Gigamesh, Ediciones B, etc.

Por otra parte, las editoriales indepenlibros_prohibidosdientes, de presupuestos más reducidos, están sufriendo un fuerte retroceso. La crisis les está afectando especialmente, y entre la presión de los impuestos, de las distribuidoras, y de la competencia en las librerías por parte de las grandes, apenas logran vender los libros que publican. Si bien es cierto que está habiendo una oleada de nuevas editoriales independientes, es demasiado pronto para saber cuántas de ellas sobrevivirán. Suponemos que no demasiadas.

También están las editoriales pirata, aquellas que se disfrazan de independientes y que ofrecen ediciones, o coediciones, pero que en realidad hacen un servicio de autoedición encubierta donde el principal cliente no es el lector, sino el propio autor. Éstas están proliferando como un virus nocivo cuya única cura es la precaución.

El futuro de todas las editoriales es incierto, aunque es más que posible que sigan aumentando las grandes corporaciones en detrimento de las pequeñas, con el nefasto impacto que esto tendría en la cultura. Con las librerías pasaría algo semejante.

¿Y con los autores? Estos tampoco lo tienen fácil, sobre todo los que están empezando (como un servidor que les escribe). Con la grave situación que estamos describiendo, las editoriales prefieren centrar sus esfuerzos en aquellos autores que saben que les van a dar rendimiento económico. Así, cuantos menores sean los recursos de la editorial, menos se apuesta por publicar nuevos libros. Las consecuencias para los autores noveles son terribles: ven cerradas todas las puertas a las que llaman.

Es aquí cuando aparece Amazon, amigo de los autores no editados. Amazon ofrece su herramienta de autoedición a todo el que quiera publicar sus propios libros, tanto en formato digital como en papel. Además, ofrece unos porcentajes de ganancias realmente elevados, la ventaja de vender a todo el mundo, y la posibilidad de usar la propia plataforma como medio publicitario de la obra. Contando con que es una página con millones de visitas diarias, ¿existe mejor escaparate? Así, el autor ve la vía libre y puede cumplir su sueño: ser escritor al fin. Esta es la teoría, ahora pasemos a la realidad.

-Me encanta tu libro, tío -Y a mí el tuyo, colega

Muy pronto los autores descubren que no es tan fácil vender su obra más allá de a la familia, amigos y círculos más o menos cercanos. Deben tener una estrategia adecuada en redes sociales, lo que se suele traducir en spam, autobombo, te sigo para que me sigas, le doy a like si me das a like, te dejo un comentario para que hagas lo mismo… lo que viene a significar una escalada de clientelismo, de palmaditas en la espalda y pasar el cepillo, enfocada a fines publicitarios. Esto da pie a una especie de ley del silencio donde ningún autor autopublicado hablará mal de otro para no tirarse piedras sobre su propio tejado. Si le sumamos unos precios ridículamente bajos (2.68, 1.84, 0.90, y bajando…) o gratis en ciertas ocasiones, da lugar a un número de ventas más o menos importante que en ningún caso da para pagar el recibo de la luz.

¿Dónde está el límite de esto? Pues no lo sabemos, al menos no lo hemos visto, ya que Amazon, como adalid de la libertad del ciudadano, propugna que no debe haber controles de ningún tipo entre el autor/vendedor y el lector/cliente. Esto, más allá de la propaganda neoliberal, es un engaño que está arrasando al pequeño comercio (no sólo librerías) y que está atrayendo fuertes críticas por parte de gobiernos y de asociaciones de libreros por todo el planeta.

Pero saltarse impuestos, tirar los precios y arrinconar a pequeñas empresas no son las únicas consecuencias del dumping de Amazon. Es otro mal que también trae graves consecuencias: el dumping cultural. Llamamos así a la prácticar de autopublicar libros como si fueran profesionales, a costa de tirar por los suelos la calidad de la nueva literatura. Esto, que en principio parece muy positivo para la difusión y democratización de la cultura, en realidad la menosprecia. Y es que, siento decirlo, ser escritor (o fotógrafo, o pintor, o cineasta, o cantante, o profesor, o presentador de televisión, o policía, o futbolista, o carpintero, o lo que sea) no es algo democrático. Hay que trabajarlo mucho, 24 horas al día y 7 días a la semana, pero no todo el mundo está capacitado para ello. Es muy positivo para la sociedad que cualquiera tenga la oportunidad de probarlo, por supuesto, pero esto no nos convierte en algo que no somos, del mismo modo que comprarnos el equipo completo de ski alpino no nos convierte en atletas de la nieve. Y sé que esto es algo difícil de digerir en un mundo donde Instagram te hace creer que eres fotógrafo, Facebook te hace creer que eres famoso, Twitter te hace creer que eres filófoso, Imdb te hace creer que eres crítico de cine… Y Amazon te hace creer que eres escritor.

Y es que existe un aprendizaje para realizar cualquier oficio, incluido el de escritor. Este aprendizaje nos revela que el paso de escribir un libro a publicarlo es mucho más complejo de lo que hace creer Amazon. Tras terminar de escribir, viene un largo proceso de corrección donde la obra queda terminada en su forma definitiva. No, no me estoy refiriendo solamente a corregir las faltas de ortografía, sino a pulir errores mucho más terribles y frecuentes (sobre todo en autores noveles): incoherencias, arritmias graves, ausencia de explicaciones, sobreexposición de las mismas, clichés, errores espacio/temporales, conversaciones poco creíbles, problemescritor_agobiado_libros_prohibidosas con la estructura, acabado de personajes… Los personajes son sin duda la parte más complicada y lo que genera más problemas en los libros autopublicados: al estar, a menudo, poco definidos, suelen ser poco creíbles y se convierten en carne de tópicos, inundando el texto con conversaciones superficiales que suenan a película chunga de Hollywood. Es posible que muchos autores autopublicados cuenten con la ayuda de amigos o familiares que les lean y aconsejen, pero esto no basta. Es necesaria una lectura de un equipo profesional con experiencia que conozca el mercado y diga sin tapujos qué está bien, qué mal, qué cortar, qué ampliar, qué mejorar, qué no hacer nunca… Esto no significa que los libros publicados por una editorial reconocida sean todos buenos, ni mucho menos, pero sí que están optimizados en un porcentaje cercano al 100%.

Entonces, ¿son todas las obras autopublicadas malas? Para nada, hay de todo, pero, como en política, lo malo abunda. También abundan libros con grandes ideas que, sin los filtros de una editorial que ayuden a pulir estos fallos, se quedan a medio camino entre un libro bueno y uno mediocre. En esta web hemos reseñado unos cuantos de ellos (y otros no hemos llegado a reseñarlos porque hemos tenido que elegir entre parar de leer o sacarnos los ojos). Esta ausencia de filtros se viene sustituyendo con muy buenos contactos en Facebook, Twitter y Goodreads, lo que, sumado al amparo de la ya comentada ley del silencio, hace que un libro pésimo pueda pasar fácilmente por bueno. Este escenario dantesco es lo que aquí hemos bautizado como dumping cultural.

Yo también soy un autor que empezó editando su libro en Amazon, tal y como lo estoy contando. Cuando descubrí cómo funciona esto, decidí que debía luchar por todos los medios para salir de este círculo infernal de yo te rasco la espalda para que tú me rasques la mía. Yo quiero ser escritor, dedicarme a esto profesionalmente, y esto pasa por trabajar en una editorial de verdad, aunque sea pequeña. Fue complicado, pero lo conseguí. Ahora me toca seguir luchando y mejorar para pulir mis propios fallos. Y no, de momento tampoco me da para comer.

Mientras tanto, la burbuja de Amazon se hincha sin cesar, ahondando en la miseria de las pequeñas editoriales y librerías que no pueden competir contra la infraestructura de este gigante ni de las otras grandes corporaciones. No sabemos cuándo reventará todo esto, pero esperemos que sea antes de que se convierta en algo irremediable. Sí, tenemos la certeza de que va a reventar, pues pocas cosas hay que cansen más que pasar varias horas leyendo un libro malo.