Magín Méndez Sanguos: Deriva

Año: 2016
Editorial: El transbordador
Género: Ciencia ficción
Valoración: Está bien

Los libros «de género» de cualquier tipo se encuentran en un continuo boom productivo y creativo desde, aproximadamente, comienzos del milenio. Sin tratar de ver aquí señales cósmicas, creo que nos encontramos con algo así como el paraíso de los que nos consideramos frikis de algo; en mi caso es la fantasía y la ciencia ficción, pero también está ocurriendo con el terror, romántica, género negro… Hoy traigo una obra de esta nueva hornada, aunque se trata de un título de corte más clásico: Deriva.

En un planeta acuático de coordenadas sin determinar, una nave vaga a la deriva tras haber perdido el control de sus sistemas principales. Los tripulantes supervivientes, Virgana y Ben, tratan desesperadamente de establecer contacto con los equipos de rescate mientras están obligados a lidiar con los tifones: unos gigantescos depredadores nocturnos que, según todos los indicios, son inteligentes.

Cuando dije que esta novela era ciencia ficción de corte más clásico (o «soft», como también he leído por ahí), me refería a que entronca en la tradición de maestros como Lem, Clarke o Asimov. Esto no es fácil y conlleva multitud de responsabilidades, ya que se trata de una ciencia ficción muy técnica y especializada. El autor se atreve con ello y nos presenta un planteamiento creíble, plagado de componentes típicos del género, como la IA; pero a su vez implantando novedades como la variegación (capacidad de la inteligencia artificial para deshacerse de restos de sentimientos y emociones generados por el aprendizaje). Si a esto le sumamos una puesta en escena valiente, la agilidad de la estructura, la dosis justa de misterio, y una buena gestión de la información, tenemos una novela con todos los ingredientes para convertirse en una de las sorpresas del panorama independiente. Y sin embargo no es del todo así.

¿Qué falla en Deriva? Es una buena pregunta, ya que son dos cosas, y una de ellas es muy sutil. Me refiero a una de esas cosas que suelen escapar del ojo del lector pero que, sin embargo, cuando se llega al final, deja una sensación rara. Voy a explicarme mejor, que creo que hace falta. La narración en el texto tiene algunas lagunas. No se trata de un problema temático, que como ya dije, me parece de lo mejor de la obra, sino de algo puramente estilístico. Hay discontinuidades de diversa índole: cambios súbitos de punto de vista, pequeños saltos en la acción que dan por hecho que queda todo explicado (y no), y división de párrafos casi aleatoria. Transcribo unas líneas que explican esto con mayor elocuencia (páginas 156-157):

«Los jóvenes se levantaron de un salto al oír un chapoteo. Corrieron hacia la proa para comprobar que el viejo estaba en el agua, se había lanzado por la borda. Se agacharon sobre la barandilla con riesgo de resbalar en la cubierta húmeda. Nadaba. No salían de su asombro. Senior flotaba a unos metros del barco, en círculos, con movimientos toscos pero muy efectivos. Era capaz de silbar a la vez que movía los brazos y coordinaba la respiración. Ella rió nerviosa, sin poder sacarse de la cabeza la imagen de Tifón Siete. En fin, aquel personaje había sobrevivido durante decenas de años en aquel mundo hostil, habría que atribuirle algunas cualidades además de la evidente falta de ligazón con la realidad. Una sombra tras ella pasó como una exhalación y saltó al agua. El chico se había lanzado.
El discurso del viejo había calado. La ropa de Ben estaba desparramada por la cubierta y nadaba con buen ritmo al lado del anciano. Lo importante es el recorrido —pensaba Virgana—…»

Estos cambios y saltos constantes explican que se tarde varios días en terminar una obra pensada para ser leída de un tirón.

La segunda pega está en el final, demasiado precipitado en todos los sentidos. La evolución de la relación entre Virgana y Ben se acelera demasiado y, por otro lado, la solución del conflicto es rauda y simple, además de ser la esperada. No queda ahí la cosa, ya que el desenlace último (del que no voy a dar más pistas para no ser spoiler), que bien podría tener su propio libro o serie de libros, se soluciona en unas pocas páginas.

Yo sigo pensando que pesa más lo bueno (de ahí la valoración global), pero es cierto que me quedo con la sensación de que se le podría haber sacado más jugo a esta interesante Deriva. Seguiremos atentos a las evoluciones de su autor.