Año: 2018
Editorial: Cerbero
Género: Colección de novelas cortas (fantasía)
Obra perteneciente a la sección oficial de los Premios Guillermo de Baskerville 2019
Con V de valioso
Según mi propio calendario de reseñas y lecturas, esta entrada que estáis leyendo ahora no debería haberse producido hasta dentro de un mes como mínimo. De hecho, según ese mismo calendario —que por cierto, a veces no entiendo ni yo— no debería haber empezado a leer este libro hasta dentro de un mes. Pero he sucumbido a la expectación; no he podido resistirme a un libro que muchos habían leído ya por el Patreon de la autora, que vendió más de 100 ejemplares en un par de días en el pasado Celsius —hasta agotarse— y que prometía una fantasía distinta protagonizada por señoras con brazacos. Pues sí, el hype pudo conmigo y me puse a leer La compañía amable nada más que tuve ocasión. Y no, no cumple con lo promete. Es más todavía.
No hay nadie que no haya oído hablar de la Compañía Amable y sus hazañas, desde Salazim al reino de Aimar. De aventureras se convirtieron en leyendas, pero las canas no perdonan y el tiempo las ha separado. Y aunque los achaques y las viejas heridas aún duelan, aunque apenas se vean, aunque ni siquiera hayan sobrevivido todas, siempre serán un equipo. Por eso se lanzan al ataque sin dudar un momento. Por eso acuden a la llamada sin importar el peligro. Porque son amigas. Y por una amiga es distinto.
¿Nunca os pasado con algún libro, película, serie o videojuego que os haya llegado tan especialmente que os haya sugerido cosas más allá de su propio significado? Historias con las que conectas especialmente hasta crear tu propio imaginario. ¿No? Bueno, si no es así me va a ser complicado explicar por qué La compañía amable me evoca la letra V. V como la del apellido de la autora, pero sobre todo V de valioso. V de valiente. Y como sé que Rocío Vega es una apasionada de la antigua Roma, V como el número «cinco». Cinco las componentes de este grupo de aventureras y cinco los motivos que voy a dar que hacen valioso y único este libro.
Lo primero que tengo que decir es que si os gustan los libros de aventuras de fantasía épica clásica, La compañía amable os va a gustar, aproximadamente, un 100%. Tiene todos los ingredientes que se esperan de este tipo de libros: acción, intriga, worldbuilding —del que hablaré en detalle más adelante—, dilemas morales, problemas aparentemente irresolubles y magia, mucha magia original, potente y variada. Hasta el momento, de lo que más he oído hablar sobre este libro ha sido de sus otros puntos fuertes, pero creo que no se debe pasar por alto que cumple a la perfección con los cánones del género y que, por lo tanto, debería gustar a todos los amantes de la fantasía épica.
No obstante, es innegable que La compañía amable destaca en el panorama literario actual por su forma de reventar los tropos clásicos, aquellas cosas que no son, en principio, inherentes al desarrollo de la trama y que, por tradición —y comodidad, y pereza—, se han venido repitiendo y revalidando durante décadas. Lo que propone Rocío Vega es: ¿por qué no hacer lo mismo pero cambiando las reglas? ¿Por qué no mostrar una ficción tan diversa como, por otro lado, es la realidad? Algo parecido a lo que hizo Kameron Hurley en Las estrellas son legión, donde construyó una space opera donde absolutamente todos los personajes eran mujeres. Aunque Rocío Vega lo lleva todavía un poco más allá.
Tras esta introducción, viene el segundo punto de esos cinco que anuncié. La compañía amable es un grupo de aventureras, esto es, está formado exclusivamente por mujeres. Y no porque estén tratando de enviar un mensaje a los hombres, ni porque los odien, ni porque quieran hacer algo distinto a ellos. Simplemente los hombres no tenemos nada que ver en esto: son amigas y punto. Ya está. Me da hasta vergüenza tener que escribir esto, pero los hombres no tenemos que ser el centro ni el motivo de todo. Con el que puede considerarse como lema de la compañía, «por una amiga es distinto», todas y cada una de ellas le dan un valor capital a la amistad. Esto es una clara reivindicación de la autora, pero es cierto que existen muy pocos ejemplos de amistad verdadera entre mujeres en la literatura —y en el arte, en general—. De modo que nos encontramos un libro de mujeres que son, sobre todo, reales: de todo tipo de educación y procedencia, con sus propios sueños e intereses; que sufren, que aman, que codician, que temen; y que se tiran pedos y que tienen la regla. Pues eso, de carne y hueso.
Para un estómago acostumbrado al té de hierbabuena y al vino dulce de vez en cuando, dos vasos de chak eran el equivalente a una barrica de sidra entera. Por eso sonreía sin darse cuenta, por eso tenía que apoyarse en las paredes para caminar en la penumbra y por eso los bajos del vestido se le habían empapado de pis a pesar de que Dalika se lo estuviera sujetando. Le había pedido que la acompañara a la letrina para eso y allí estaba, meándose la falda.
El tercer punto de esta V es el tratamiento que se le da en esta obra al paso del tiempo. Es un memento mori constante, una oda al cambio y, según yo lo veo, un canto a la vida. Porque siendo conscientes de que el tiempo vuela y de que solo se vive una vez seremos capaces de aprovecharlo como corresponde. Esto lo consigue Rocío Vega mostrándonos a las protagonistas en distintos momentos de su vida a lo largo de varias décadas. No solo en la juventud, como casi siempre, sino también en la mediana edad y en la madurez. Las protagonistas sufren el paso de los años, tienen achaques, han sufrido heridas —algunas incluso han perdido miembros o necesitan de ortopedia—, han tenido hijos, hasta una de ellas ha muerto; en definitiva, han cambiado junto a sus circunstancias. Porque todos vamos a envejecer, para mí es lo más destacable del libro.
Con V de variedad
Cuarto punto: inclusión. En La compañía amable nos encontramos representación de todo tipo de identidades de género y orientaciones sexuales. Tenemos personajes heteros, gays, bisexuales y asexuales, así como personajes no binarios y trans. Lo importante de esto no es que se trate de colectivos tradicionalmente poco visibilizados, sino que las protagonistas no se definen por ello, es un rasgo cualquiera más. Las subtramas no van de que tal sea esto o cual lo otro. Son opciones que se dan en el mundo y que entre las páginas de este libro, como creo que también debería de ser fuera, están normalizadas. Y, por supuesto, los roles tradicionales de género apenas si se cumplen.
El quinto y último punto es el worldbuilding. Esto me toca especialmente, ya que la autora ha decidido ambientar su obra en una Edad Media andalusí. La fantasía clásica tira demasiado del mundo medieval europeo y nórdico, cuando en la tradición española tenemos una Edad Media rica y única. Y si bien es verdad que tampoco es que este detalle marque la trayectoria de la obra —al fin y al cabo no deja de ser la escenografía—, aporta color y hace un poquito más cercanas las situaciones.
No quiero extenderme mucho más, aunque podría. Por ponerle alguna pega, después de darle muchas vueltas, creo que me falta algo de las protagonistas. En La compañía amable nos encontramos con muy buenos personajes, solventes y carismáticos, pero hay ocasiones en las que siento que me falta saber más de estas aventureras. No ocurre tanto con Trig, que es la única que aparece en las 8 historias de este volumen —por lo que sé, vendrán más en el futuro—, ni tampoco, tal vez, con Violante, pero las demás siguen teniendo partes de su personalidad ocultas o menos definidas. Y cuando digo todo esto no lo considero necesariamente como un mal signo, sino todo lo contrario: me han entusiasmado tanto que quiero conocerlas mejor. En efecto, estoy deseando leer más.
Y ya lo último es para el maravilloso arte de Cecilia G. F. —Thanatos of Nicte—, que ilustra el comienzo de cada una de las ocho partes. He puesto un par, pero son todas deliciosas y mejoran, para mi gusto, la portada. Hay que agradecer una edición tan detallista a Cerbero. Esto no es un bolsilibro, precisamente.
