Steve Redwood: Los sanadores

Los sanadores. Libros Prohibidos

Título original: The Healers
Iidoma original:
Inglés
Año: 
2015
Editorial: Cerbero (2018)
Género:
 Novela corta (Ciencia ficción)
Traducción: Elena Clemente

Los sanadores que habitan los libros

Hasta esta novela corta que reseño hoy, nunca había leído nada de Steve Redwood. Este veterano autor inglés que vive en Madrid como un James Rhodes cualquiera ha publicado varias obras felizmente traducidas a nuestro idioma, entre ellas Los pingüinos también se ahogan (Sportula, 2015), colección de relatos donde se encontraba originariamente Los sanadores. Ahora este relato largo / novela corta goza de una segunda vida en forma de bolsilibro de la editorial Cerbero. Es una buena noticia.

Will y Nikki reciben la mejor noticia que puede esperar cualquier matrimonio en el ala de oncología de un hospital. La enfermedad ha remitido. Las metástasis han desaparecido. Todo apunta a que saldrá de allí completamente recuperada, contra todo pronóstico. Los médicos no pueden creerlo. ¿Qué probabilidades había? La palabra «milagro» flota en el ambiente.
Una vez en casa, la felicidad se vuelve extraña. Nikki está bien, sí, pero… existen un montón de pequeñas cosas, detalles sin importancia, nimiedades, que hacen que Will comience a preocuparse. ¿Qué está sucediendo? ¿Qué precio ha pagado su esposa por su recuperación?

Este es una de esas historias donde el autor quiere que el lector preste verdadera atención. Es un relato pensado para entretener, por supuesto, pero no por ello invita a dejarse llevar. Por eso mismo, nada más empezar, comienza narrando algo inconexo, algo escrito en cursivas que no tendrá sentido hasta más adelante. Tampoco es que ocupe demasiado, pero es un cartel que te avisa: «atención, se está ud. adentrando en un texto raro, extreme la precaución (y la atención)». Y justo después, con la expresión de WTF todavía en la cara del lector, BUM.

Cáncer de pulmón. Nada inusual. Mucha gente lo sufre. Se ha convertido casi en la manera «in» de quedarse «out», desbancando incluso al ataque al corazón.

Y ahí sí, da comienzo la historia. El narrador, Will, es el marido de Nikki, la mujer que padece este cáncer mortal. Pero no les dura mucho la pena, ya que la enfermedad pronto remite hasta desaparecer milagrosamente del todo. A partir de ese momento se desencadenan los hechos, ya que Nikki comienza a comportarse de forma extraña, exactamente igual que miles de personas que por todo el mundo han pasado por un proceso parecido. El conocimiento de estos hechos y sus detalles serán el hilo del que ir tirando hasta el mismo desenlace.

Considero que en Los sanadores la acción es estática. Esto es, ocurren un par de eventos importantes a lo largo de todo el texto, pero tú como lector te vas enterando de ellos con el mismo al mismo tiempo y de la misma forma que el narrador; o sea, con retraso. Esta acción le afecta directamente, pero él es un sujeto pasivo de la misma, y en la historia no tiene más que decir que el propio lector. De modo que con estos dos o tres momentos en los que Will se entera de lo que ocurre, que son también las escenas principales del texto, ya se contiene toda la información necesaria. Y todo esto para decir que me ha parecido una forma maravillosa y efectiva de construir la historia, llena de ingenio para llevar al lector entre sus recovecos y divertirle. El dominio narrativo de Redwood destaca, y hace que, pese a esas partes inconexas escritas en cursiva, te bebas esta novela corta en un par de sentadas.

Los sanadores. Casas. Libros ProhibidosMe encantan las obras que son capaces de encontrar el sentido de la maravilla en cualquier sitio, incluso en nuestro anodino y poco mágico mundo. No es solo que esto ocurra en Los sanadores, sino que es llevado más allá. Todo lo que ocurre tras la súbita curación de Nikki queda en el trasfondo. En realidad, no sabemos si lo que el tío de Will —Mike— le cuenta que está pasando a nivel mundial es cierto; nos lo tenemos que creer. Esto también forma parte de aquello que llamé «acción estática». A lo mejor nada de lo que le cuentan al protagonista es verdad y, en realidad, en ningún momento abandonamos lo cotidiano. Este juego de sombras y de espejos le da a la obra un interesante, añejo y adorable aire de Weird Tales, de Expediente X, o de portada de Muy interesante.

Como buen relatista, Steve Redwood aprovecha la tesitura para meter un poquito de crítica contra el ser humano —cosa que, en opinión de un humilde reseñador, nunca está de más—. Dar muchos detalles de a lo que me estoy refiriendo supondría un spoiler no deseado, pero sí puedo decir que en Los sanadores se subraya la bajeza de nuestra especie, lo errado de aquel dicho de «más vale malo conocido que bueno por conocer» y de lo cierto de aquel otro que dice «cree el ladrón que todos son de su condición». Fin de las pistas.

Sí, acabo de recurrir a dos refranes populares, y no me arrepiento, ya que esta novela corta —o relato largo— invita al compadreo, a la broma. El sentido del humor está siempre presente, desde el patetismo de Will hasta el extraño comportamiento de Nikki con su curación, pasando por el trato de su caricaturesco tío Mike. Se trataría de una obra de guante blanco de no ser por un caso de abuso de menores —el cuál, por cierto, está muy bien advertido por parte de la editorial— que, bueno, no termino de ver necesario en absoluto y que, precisamente, rompe la tónica general y este tono que comentaba.

Era una tarde de principios de septiembre, dos semanas más o menos después de que Nikki saliese del hospital, una de esas tardes que casi te permitían creer en un diseño inteligente (y hasta benevolente), una de esas tardes que parecían haberse escapado de nuestra infancia, cuando todas las tardes eran así.

Termino ya. Los sanadores, una micronovela, interesante, divertida y entrañable. Ah, y recomendable.

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Foto: Cosmic Timetraveler. Unsplash