Un día en la Feria del libro de Madrid

Hará cosa de un mes, David Hidalgo se puso en contacto conmigo desde el Club Virtual de Lectura Sui Generis. El año pasado participé en una charla donde hablamos de Pratchett después de que leyeran uno de sus libros, y quería invitarme a participar en un evento que organizaban durante la Feria del libro.
La verdad es que me lo pensé muy poco: miré si había billetes relativamente baratos y, al ver que sí, le mandé un mail diciéndole que asistiría encantada.
¡Por fin tenía una excusa para visitar la Feria del Libro de Madrid! Y aquí tenéis mi crónica.

MIÉRCOLES 8 DE JUNIO
23:00h. Niñas dormidas, bolso más o menos preparado… Abro la aplicación del tiempo desde la cama. Para mañana jueves, mi primer día en la Feria de Madrid, me esperan 34 grados y un sol arrebatador
🙃
Pongo el despertador a las 5.20h.
Madrugón, calor… me pregunto si mañana por la mañana amaré tanto los libros como para levantar mi culo de la cama.

JUEVES 9 DE JUNIO
5:00h. En 20 minutos suena el despertador, pero ya no va a hacer falta. Decido que es mejor rendirme a la evidencia y renunciar a los últimos minutos de sueño. Como siempre que cojo un vuelo a horas intempestivas de la madrugada, he dormido a trompicones, no vaya a ser que mi despertador, casi tan implacable como la muerte y los impuestos, no suene justo hoy.
Me da tiempo de pegarme una ducha tranquilota y hasta peinarme. Mejor, porque por la tarde participo en el evento organizado por Sui Generis junto a Concha Perea, Daniel P. Espinosa y Raúl Álvarez.
Vamos a hablar de fantasía, de mundos imaginarios en los que refugiarse cuando ya no podemos más con la vida. El escapismo que concede la literatura es tan reconfortante en todas las etapas de la vida, ¿no os parece? Y la fantasía es mi refugio favorito.
De todo esto hablaremos esta tarde y, la verdad, estoy nerviosa. Voy a apartarlo de mi cabeza, no vaya a ser que acabe perdiendo el avión.

6:45h. Soy 4€ más pobre y un croissant regulero más ‘rica’. Quien inventara la gastronomía aeroportuaria merece un tormento infernal lleno de colas de autoservicio, precios desorbitados y comida de barracón.
Y quienes abren sus bares y restaurantes (¿qué hay que hacer para ello? ¿Ganar un concurso? ¿Dejar caer dinero con disimulo en bolsillos de señores que fuman puros?) también deberían ir con él.

7.00h. Me va a acompañar en este vuelo Catrina Ward, aunque de verdad espero poder dormir gran parte del trayecto.
Unos minutos más tarde, suena la locución en inglés que nos avisa que el avión está esperando para salir.
Voy a mandar un mensaje a casa y a dormi.. digo, leer.
Luego os cuento.

8.17h. Le deseo otro tormento infernal para quien diseñó los asientos de avión de clase turista del S.XXI.
Nunca he visto menor respeto a la ergonomía.

9.53h. ¡Madrid! Cojo el metro en el aeropuerto y me bajo en Príncipe de Vergara con dos misiones:
1. Desayunar.
2. Encontrar el retiro.
Lo primero que llama mi atención es una librería de antigüedades. ¿No os flipan los libros antiguos? Siempre me pregunto por cuántas manos han pasado y en qué condiciones: si los compraron ellos, fueron un regalo, lo encontraron en un desván medio abandonado….
Casi pared con pared con la librería encuentro un café del que salen muchas señoras muy arregladas, y en él sigo con la lectura de La pequeña Eve mientras tomo mis tostadas con aguacate, como buena geriatricmillenial que soy. La prosa de este libro me resulta más lírica que La casa al final de Nedelless street, pero repite la atmósfera opresiva y los personajes poco fiables: marca de la casa -y de la novela gótica-. Me pregunto por qué tanta fijación de Ward por los críos. Tendré que averiguarlo.

10.45h Cuando algo lleva tantos años celebrándose como la Feria del libro, se da por hecho que todo el mundo sabe cómo llegar a los sitios. Pero las que somos nuevas en estas lides y, además, tenemos la orientación de un patito de goma, habríamos deseado algún poste con una señalización que dijera: ‘la feria, por aquí’.
Por suerte, ante una bifurcación, he escogido el camino que parecía más amplio y he acertado a la primera. Me he dado de bruces con las casetas de ministerios y organismos públicos que no me esperaba.
También me he chocado con una realidad que me hace sentir bien por los libreros y editoriales de la Feria del Libro de Madrid y me cabrea con la organización de Sant Jordi en Barcelona.
Los expositores no están en carpas endebles aseguradas al suelo por garrafas de agua sino que disfrutan de un espacio equitativo y, sobre todo, recio. Todo son casetas de paneles de metal y madera, con toldos para protegerse del sol -y la lluvia, supongo-, persiana metálica por delante y puertecita por detrás.
Algunos tienen ventiladores, otros aires acondicionados portátiles y otros nada, pero lo que todos tienen es seguridad y protección para los libros, expositores y visitantes.
Evidentemente, mi mente viaja al Sant Jordi en Barcelona de este año y recuerda la cantidad de dinero perdido en libros empapados y las carpas volando. Me cabreo. Me cabreo mucho. Que yo entiendo que la Feria dura tres semanas y vale la pena invertir en equipamiento pero coño, ¡que Sant Jordi es Sant Jordi! Es casi una fiesta nacional, joder.
En fin.

 

Suerte que pronto se acaban las casetas ministeriales y me topo con una edición del 77 del Romancero Gitano de Lorca con litografías de Rafael Alberti que aplaca mi ira. Una edición maravillosa en perfecto estado de conservación, que hubiera podido ser mío por 3.000€ o 175€ al mes sin intereses.
Como todo lo que me guste sea así de caro al menos volveré sin cargarme de peso la mochila.

 

11.15h Echo de menos tener un poco más de sombra, pero hay poca gente y el paseo es agradable. Sin embargo, sé que cuando el sol apriete un poco más tendré que buscar un aire acondicionado.
Me flipa mucho la cantidad de niños que hay. Excursiones escolares, está claro. Empiezo a fijarme, y veo grupitos de 5 niños con un adulto. Los mayores les recomiendan que miren bien antes de comprar pero reconozco fácilmente en los niños el impulso infantil (y adulto) de comprar un libro por su portada.
Qué voy a decir, si me acaba de pasar. Porque mi intención era no comprarme nada -mi bolso es pequeño y Vueling me cobraría ¿56€? por llevar una bolsa más-, pero sabía que me estaba engañando a mí misma.


He caído en la tentación por culpa de una caseta que avisa de que su literatura es escrita por mujeres, feminista y sin estereotipos de género. Librería mujeres, se llama, y habitualmente están en la Calle San Cristóbal 17. He picado con Diosa, de Aude Picault, un cómic sobre Lilith y la sexualidad.

11.15h. Ando un rato más y una caseta me pide que me acerque, casi como un sentido arácnido. De repente, huele muy fuerte al hogar.
Decenas de portadas de género me observan y me piden que me las lleve a casa. Reconozco multitud de ellas y también sus editoriales, la mayoría independientes. Leo un cartel y entonces lo entiendo: ahí está también la editorial La biblioteca de Carfax, otra maravilla. Miro y remiro entre los tomos y acabo comprando Las bestias olvidadas de Eld, de Patricia A. McKillip: un libro de Duermevela ediciones.

12h. He sucumbido y mi móvil también, así que me busco la primera salida que encuentre del Retiro para tomarme una cola y cargar el móvil. Me han puesto una tapa sin pedirla. *Cries in catalan*

12.25h. Vuelvo a la feria y siguen las excursiones infantiles. Oigo a una niña llamando “mamá” a la persona que guía a su grupo. Ahhh, así que se han organizado con los padres para poder ir a la feria de forma segura. Pues creo que voy a proponerlo en el colegio.

12.30h. Veo las casetas con más gente dentro que antes. Algunos autores están firmando.
La verdad es que hay poca gente buscando firmas y, claro, me pregunto qué éxito tendrá firmar un jueves laboral por la mañana. También me pregunto cómo se sentirá algún autor que no firme nada, que imagino que debe pasar más a menudo de lo que pensamos. Y la gente de la caseta que haya organizado la firma, ¿qué pensará? Supongo que se sentirá regular.
Después pensé que igual hay un lugar en el que ver todas las firmas que haya en la Feria, pero no quiero gastar batería, que no he cargado mucho el móvil y aún tengo mucho rato por delante.
Sigo caminado y viendo más casetas, libros y autores. Me flipa que haya tantas casetas con libros feministas. También encuentro algunas con temática LGTBI+. En un sector tan clasista como la literatura, encontrar espacios de reivindicación, ya sea de forma directa o indirecta, me calienta el alma.

13.15h. He quedado para comer en Chueca con Susana Calvo. No soy capaz de saber cuánto voy a tardar, así que me voy al metro.
Salgo por Banco de España y me doy de bruces con la Librería Blanquerna. ¿Queda muy Chovinista meterse en una librería catalana y catalanista en pleno Madrid? Quizá sí. Pero tiene aire acondicionado y he llegado muy pronto, así que qué mejor que seguir viendo libros sin pasar calor.
Mi sorpresa llega cuando veo la exposición de grabados prestada por el museo de Lleida. ¿Cuánto hace que no voy a Lleida? Pues 10 años por lo menos, así que voy a ver un poquito de la ciudad en Madrid.

14:30h Maritxu Olazabal me llama para decirme que ella y alguien más me han presentado voluntaria para un proyecto que será muy guay.
No hay nada como recibir buenas noticias.

14.40h Llega mi querida Susana y comemos y charlamos hasta que se hace la hora de volver a La Feria. Me acompaña hasta el retiro y nos despedimos, coincidiendo en que 3 horas de charla en directo son demasiado poco.
Ojalá poder vernos en Avilés de nuevo.
(Susana, te adoro)

17.30h Después de un paseo entre casetas, llego al Pabellón que acoge nuestra charla. Es de la Comunidad de Madrid y hace dentro un calor que no puedo con mi vida, pero fuera es aún peor. Aun así, estoy tan emocionada que, por primera vez, las altas temperaturas no consiguen ponerme de mal humor.
Al cabo de un rato llega Manu Palacios, cocreador junto a Miguel de Lys del podcast 30 Teclas por hora en el que participo. Siempre es un placer verle, así que hacemos tiempo hasta que empieza el evento.
El acto está organizado por el Club Virtual de Lectura Sui Generis y tiene unos invitados de lujo, así que me pregunto qué narices hago yo ahí. También me saco esa idea de la cabeza hasta que es nuestro turno, pasadas las 6.30. Vamos un poco tarde, así que no podré quedarme mucho rato porque me da pánico perder mi vuelo.

¿18.45h? Sé que vamos tarde pero ni idea de qué hora es. Nos ponen a Concha Perea, Daniel P. Espinosa, Raúl Álvarez y a mí unos micrófonos de oreja. David Hidalgo, el presentador, tiene un micrófono de mano.
Nos sentamos y antes de empezar le digo a Concha, que está a mi izquierda: “madre mía, qué profesional es esto”. Lo que no esperaba era que mi voz resonara en los altavoces, pues habían encendido los micros sin avisar. Me muero de la vergüenza entre las risas del público pero sonrío y digo algo así como “en fin, sí, tenía que pasarme a mí”.
Es que tenía que pasarme a mí.

Mis compañeros, como no podía ser de otra manera, están soberbios durante toda la charla. Cada uno exponiendo, desde su punto de vista y su área de conocimiento, lo que opinaba sobre la literatura de fantasía. Por qué nos gusta tanto, qué es lo que atrae a los jóvenes, si pensamos que es un género denostado o no.
Una delicia escucharlos y aprender de ellos. Y, bueno, qué decir de Concha. Ya estaba in love, pues ahora que por fin la desvirtualizo, pues más in love aún.
Y sobre mi intervención solo decir que siempre mamarracha, nunca mamarrachan’t. La acabé diciendo lo siguiente:
“Siempre he creído que quien lee que leen fantasía es mejor persona. Y esto es todo lo que tengo que decir sobre ello”.
Y ya está.
Estoy agotada emocionalmente, como siempre que hay un sarao de estos.

19.45h. Me escribe mi amigo Jose, al que quiero con locura y a quien hace como seis años que no veo, y me dice que está en la puerta del Pabellón. Bueno, es que salgo sin pensármelo a darle un abrazaco.
Él y yo nos ponemos a hablar como si fuera ayer la última vez que nos vimos y oigo que alguien dice mi nombre. ¡Joaquín! ¡Por fin nos desvirtualizamos! Qué maravilla de día. Seguiré diciendo que lo mejor que me ha traído la literatura han sido alegrías en forma de personas maravillosas que he encontrado en el camino.
Hablo y hablo con mi amigo hasta que me doy cuenta de la hora que es. Imposible volver a acercarme a la Feria a despedirme de las gentes maravillosas de Sui Generis, de mis compañeros de mesa, de Ismael M. Biurrun, Aranzazu Serrano y otras tantas personas que ahí están. Tan imposible que tengo que coger un taxi, porque no me veo capaz de llegar a tiempo si me voy en metro.
Me voy al aeropuerto y me alejo del Retiro, muy contenta por este día maravilloso y con cierta pena por alejarme de un sitio que celebra 3 semanas seguidas la literatura. Así es como me imagino yo un círculo del cielo.

VIERNES 20 DE JUNIO
1.24h. Veinte horas y media después, estoy de nuevo en mi cama. Tengo los pies molidos y el corazón feliz.
Gracias, feria del libro de Madrid. Nos volveremos a ver.