David Duchovny: Holy cow

Año: 2015
Editorial: Farrar, Straus and Giroux
Género: Novela corta
Valoración: Mejor no

Hoy les traigo un auténtico y genuino ejemplar de random shit: una novela de David Duchovny. Sí, ese mismo, el mítico protagonista de Expediente X. ¿Que si le ha dado por escribir? Pues sí, señores, eso parece. Y por si fuera poco, se trata de una fábula animalista protagonizada y narrada por… una vaca. Lo que yo les digo, random shit.

Yo nunca he sido fan de Expediente X (de pequeña me daba miedo y creo no haber visto ni un solo capítulo entero), por lo que nunca habría comprado este libro por mi propia iniciativa. Me lo dio por mi cumple un amigo que sí lo es, alegando que se trata de un punto de unión entre su frikismo X-fílico y mi pasión animalista, por lo que no podía menos que regalármelo. Eso sí, tras entregármelo no tardó ni un segundo en decirme jocoso: «¡Seguro que es una mierda!». Colegas molones que tiene una.

Y estaba yo de vacaciones en un pueblo con menos gracia que un ascensor sin espejo y me había acabado el segundo de Patrick Rothfuss y no tenía nada más que leer y me quedaba aún medio día en ese agujero del infierno con 40 grados a la sombra… Total, que me dije, vamos a animarnos con el Duchovny este, a ver qué se cuenta. Y como ya vaticinaba mi colega, es una mierda.

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He escrito un libro…, nena.

Holy cow (título intraducible que significa a la vez «vaca sagrada» y «¡hostia puta!») parte de la trilladísima premisa de una vaca –Elsie– en una granja que descubre horrorizada cuál va a ser su sangriento destino. Así que decide partir hacia la India, donde ha oído que las vacas son veneradas como diosas en vez de utilizadas para satisfacer paladares y fabricar bolsos. A ella se le unirá Shalom –el cerdo antes conocido como Jerry–, que quiere iniciar una nueva vida en Israel, donde los cerdos son repudiados hasta el punto de ser vistos incomestibles, y Tom, un pavo que ídem en Turquía (de nuevo, un chiste intraducible: este animal y este país son homónimos en inglés).

Holy cow me podría haber gustado. Los ingredientes estaban ahí: animalicos que hablan, un tema que me toca la patata… Pero la ejecución es nefasta. La novela empieza medio bien; Elsie habla como una adolescente americana, con mucha jerga absurda e infantiloide, y te ríes moderadamente con los diálogos iniciales, que están escritos a modo de guión y son bastante cachondos. Pero en el momento en que parten de la granja, a Duchovny se le va de las manos.

Holy cow nunca debió dejar de ser lo que era: una idea que tuvo Duchovny para una peli de animación y que las grandes productoras le rechazaron (en serio, Duchovny, ¿no has oído hablar de Chicken run? Llegas un pelín tarde, colegui). Él mismo reconoce que lo metió en un cajón varios años y que luego decidió transformarlo en novela. Pero ay, agente Mulder, las cosas no son así de sencillas.

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Duchovny tratando de convencer a un productor de Pixar.

Y es que de una sola idea medio buena –una vaca que decide irse a la India para escapar a su destino– no surge una novela, y mucho menos una fábula a la altura de Animal Farm (como el propio Duchovny pretende – véase la entrevista en las páginas finales del libro). Una vez que los animales llegan a Turquía, Israel y la India, el autor ya no sabe qué hacer con ellos, y el resultado es tan absurdo y vacuo que pierde toda la gracia. Para colmo, está sazonado de comentarios en tono político que no pueden estar más fuera de lugar y que son consecuencia inevitable de haber decidido ambientar parte de la novela en Israel.

Quizá lo que hace que este libro sea caca (de vaca) a pesar de que arranca más de una carcajada es que está ejecutado con vagancia; una vagancia tal que casi puedes oír los resoplidos del autor mientras lo lees. Duchovny quería escribir una novela, pero no meterse en todo el trabajo pormenorizado de planificación que ello conlleva. Así que terminó por publicar esta parida, que, total, se venderá como churros por venir de quien viene. En fin, queridos, yo guardaré este libro con mucho cariño porque me lo ha regalado un buen amigo, pero ustedes que están libres de todo compromiso sigan circulando y lean, lean. No les vaya a ocurrir como a Duchovny.