De fantasmas y otros recuerdos

Fantasmas en la literatura

No era una simple manifestación de la Naturaleza; había una intención, un sentimiento…, el espíritu de una criatura invisible. Ciertamente, la naturaleza humana se estremece cuando se enfrenta con un hecho semejante. Era la manifestación de una criatura invisible, donde perduran aún sensaciones, sentimientos, una capacidad de expresarse a sí mismo.

[La puerta abierta, Margaret Oliphant]

La obsesión por lo paranormal y por el más allá es algo que caracteriza la naturaleza del ser humano. La esperanza de una vida más allá de la muerte. De que esta vida sea solo el principio. De volver a ver a seres queridos. La maldición de tener que pagar un precio a la vida terrenal, la duda de que lo que hay sea bueno. Esto se ve reflejado en la literatura de terror.

El fantasma es por tanto la prueba innegable de la existencia de ese otro mundo, ya sea deseado o no. Como subrayaba el historiador del terror Rafael Llopis: «Es interesante señalar que, desde el punto de vista de la conservación del individuo, los cuentos de fantasmas no deberían resultar terroríficos, sino muy tranquilizadores, en la medida en que su núcleo fundamental es precisamente la supervivencia personal después de la muerte».

Este ente incorpóreo ha suscitado y suscita un tema recurrente en la literatura fantástica, y más precisamente de terror. Es otro de los tropos cuya historia remonta a la mismísima Mesopotamia, hace tres mil quinientos años. Hasta tal punto estos seres están presentes en todas las culturas del mundo que cabría preguntarse si realmente estamos hablando de fantástico…

Preparaos pues para descubrir a fantasmas variopintos en los libros de literatura de terror que os traigo hoy. Coged una sábana blanca, poneos unas cadenas, observad esa mecedora que se mueve sola, esa cortina que oculta una extraña sombra. Ha llegado la hora de dar rienda suelta a los recuerdos y encerrarlos en un ente espectral. Tres son los libros actuales que os recomiendo en este artículo sobre fantasmas: La primera vez que vi un fantasma de Solange Rodríguez Pappe (editorial Candaya), Brujas de Carupá de Luis Mey (Factotum Ediciones) y El último día de la vida anterior de Andrés Barba (editorial Anagrama).

El primero, un libro de relatos y novelas las dos otras, nos llevan de viaje por diversos continentes de habla hispana, pero que como decía más arriba, es sorprendente la similitud de los conceptos. Familiares muertos vengativos o protectores, recuerdos, esqueletos en el armario… A veces, algo que nos hace tan solo cambiar de perspectiva y abrir los ojos. Pues, hagamos lo que hagamos, los muertos no desaparecen, así que debemos aprender a vivir con ellos.

El multiverso fantasmagórico de Solange Rodríguez

Una habitación de hotel camino a las Vegas, un hasta luego fingido y horas de espera ante el vacío: el fantasma del abandono. La certeza de que la felicidad se volatiliza y la soledad se pega a la piel. Una madre caminando junto a su hija, como cada día por el resto de la vida de una, por la eternidad de la otra. Solange Rodríguez nos adentra en mundos tan cotidianos y extraños que no llegamos a distinguir dónde empieza y dónde acaba la realidad. Estamos rodeados de fantasmas: los de una relación pasada, una persona querida, un cuerpo extraño, un miembro adorado o unos seres odiados. La primera vez que vi un fantasma nos muestra que los fantasmas siempre están aquí, junto a nosotros.

La primera vez que vi un fantasma, Solange Rodrígues, literatura de terror

[…] y le digo en su frágil oído que no se preocupe, que siempre estaremos juntas, que al salir de ahí le compraré un helado del sabor que ella quiera, que no haga caso a los espejos, que jamás le han podido hacer justicia a los muertos.

[Un paseo de domingo, La primera vez que vi un fantasma, Solange Rodríguez]

 

Posesiones fantasmales y familiares

Pero también son fantasmas aquellos que nos hirieron de tal forma que su dolor sigue con nosotros, como un veneno, pudriendo todo. Este es el caso de los fantasmas de Brujas de Carupá, que como los de Henry James, en Otra vuelta de tuerca, poseen, acechan, cuchichean en oídos frágiles. Luis Mey describe una Argentina pobre, una familia con un pasado atroz y un presente no más esperanzador. El narrador, un niño de unos 11 años con autismo, nos muestra un punto de vista, con un discurso fragmentado. Este da mucha más fuerza a la historia: cruel, dura pero que seguramente se asemeja a muchas otras bastante reales.

Brujas de Carupá, Luis Mey, literatura de terror

Y me sienta en la oscuridad del lugar de comer de la casa y me cuenta que él no fue un buen hombre, que tenía problemas con el sexo que es lo de tener hijos, me dice, y que tuvo un problema con su hija que es mi mamá y que toda la vida se va a arrepentir de eso. Pero yo me río porque él no está en la vida. […] Y el abuelo me hizo una valija super gigante y me hizo una nota con la letra suya de verdad por más que esté muerto…

[Brujas de Carupá, Luis Mey]

Entelequias en el bucle

Como dice Antonio Ballesteros «En definitiva nuestros fantasmas son como nosotros, y esconden en su esencia inestable la semilla de la complejidad psicológica que habita en los más recónditos y procelosos rincones de nuestro ser». Es por eso que nuestro siguiente fantasma, un niño en una casa en alquiler, es muy diferente de los las historias anteriores. En El último día de la vida anterior, es más una especie de aparición guía, un suceso extraordinario que hace abrir los ojos a su espectadora, la protagonista de esta historia. Andrés Barba nos pone frente a una relación entrañable, una especie de dependencia temporal, que cambia el curso de la vida de una agente inmobiliaria cualquiera, con una vida mediocre cualquiera. Es como si enfrentarse a un bucle temporal, estar al borde del abismo, le hace darse cuenta de lo que tiene que ganar con el cambio.

El último día de la vida anterior, András Barba, Literatura de terror

Entiende ahora que esa casa se hace amable al recorrerla, pero no al detenerse. Y luego, cuando acaba de decirlo, piensa de nuevo en el niño, en esos ojos de pestañas inmóviles, en cómo salió de la cocina y se dio la vuelta hacia el pasillo, exactamente como lo haría alguien que se dispone a hacer su recorrido habitual, repetido infinitas veces, sin descanso.

[El último día de la vida anterior, Andrés Barba]

Pasado, heridas abiertas, recuerdos encerrados, secretos con candado. Nuestros fantasmas se adueñan de estas historias que tanto nos conmueven y que nos hacen preguntarnos ¿por qué se quedaron? ¿Qué vinieron a hacer? ¿Malvados o benignos? Quizás su apariencia translúcida no sirva más que de espejo para reflejar nuestros propios miedos e intentar darles forma. Y vosotros ¿a qué fantasma sentáis en vuestra mesa?

Nos vemos el mes próximo con otros textos y otras metáforas en este vasto espacio que es el de la literatura de terror española e hispanoamericana.

Si quieres ver u oír las entrevistas a algunos de estos autores u otros puedes encontrarlas en el programa A grito Pelao en Ivoox y YouTube o seguirme en Instagram donde hacemos las entrevistas en directo.