Elia Barceló: El secreto del orfebre

El secreto del orfebre. Libros Prohibidos

Año: 2003
Editorial: Lengua de trapo / Roca (Edición ampliada; 2017)
Género:
 Novela corta (fantasía)

¿El secreto o los secretos del orfebre?

Muy poco se ha hablado de Elia Barceló en Libros Prohibidos. Sí, publicamos la entrevista que Laura S. Maquilón le hizo en el pasado festival Celsius de Avilés, pero hasta el día de hoy solo habíamos publicado una reseña de su extensa obra, La maga y otros cuentos crueles. Pues sí, hasta hoy, ya que, aprovechando la reedición ampliada que ha publicado Roca, vamos a hacernos eco de El secreto del orfebre, una novela corta que es casi relato largo, pero con un contenido enciclopédico. Como es costumbre, os dejo con la sinopsis y luego vamos al lío, que hay tela que cortar.

En una noche nevada en la ciudad New York, un exitoso y solitario orfebre reflexiona sobre su vida, y sus recuerdos se mezclan y chocan entre sí. Viajando al pueblo español donde creció, espera con excitación volver a encontrarse con Celia, «la Viuda Negra», una hermosa y misteriosa amiga de su madre con quien tuvo un fugaz amorío cuando era adolescente. En vez de eso, se encuentra con una joven quien le abrirá las puertas a un mundo inimaginable, y quien lo llevará de nuevo al pasado.
El Secreto del Orfebre es una hermosa historia de un amor atrapado en dos tiempos paralelos, en la época de la España del ’50, el ’70 y el último año del siglo veinte.

¿Qué es El secreto del orfebre? Como comentaba al principio, por su extensión podría ser una novela corta o un relato largo. Pero es que por su contenido podría ser una historia de amor imposible a lo largo de varias décadas al más puro estilo de El amor en los tiempos del cólera. Pues pienso ir un poco más allá, ya que, para mí, esta obra es una única metáfora. Una metáfora contada de manera exquisita, pero una única metáfora al fin y al cabo. Eso es todo.

El secreto del orfebre. Pueblo. Libros Prohibidos

Me explico un poco más. En la obra, seguimos los pasos del protagonista, un maestro orfebre. Sin embargo, con poco que avancemos en la lectura, se vuelve más y más complicado seguir la línea temporal. Es como si el tejido del tiempo se bifurcase en repetidas ocasiones, y cada jirón comenzase a entrelazarse con los demás, dando como resultado que pasado, presente y futuro se confunden entre sí. Pasan a ser lo mismo. Esta pirueta imposible está perfectamente conseguida, sin artificios ni saltos temporales forzados, de una forma orgánica, armónica y —todavía no entiendo muy bien cómo— elegante. Es como si este libro no hubiera sido escrito, sino engarzado, pulido y ensortijado como habría hecho un orfebre. He ahí la metáfora. He ahí el secreto del orfebre.

Y una vez dicho esto, ya lo que queda por contar son minucias. Pues no, El secreto del orfebre todavía tiene género que ofrecer. Después de lo dicho en el párrafo anterior, queda patente el arte y el estilo con que está escrito este libro, pero no está de más repetirlo, pues cómo está escrito este libro. Y es que la comparación de la prosa desarrollada por Elia Barceló en este libro con un orfebre no es gratuita. Queriendo arropar mejor ese estilo de maestro joyero, ha querido dotar a cada frase de ese brillo y esa filigrana, simple y complejo al mismo tiempo —que se dice pronto, pero no es tan simple—, que tanto nos recuerda a la orfebrería y que tiene como resultado una obra que es, simplemente, una delicia de leer. Algo nada común en la literatura fantástica actual, por cierto.

Extendidas frente a mí, sobre la mesa, hay veinticinco piezas exquisitas: la colección «Celia Sanjuán» que será presentada el 1 de enero en la pequeña galería de la Quinta Avenida. La colección que he bautizado con su nombre porque ahora ya no importa. Topacios amarillos como sus ojos, topacios azules montados en platino, perlas de agua dulce entre volutas de oro, plata y madreperla, ónix y oro blanco; todos los rostros de Celia, todo su brillo, su misterio, su intensidad, concentrados en pequeñas joyas refulgentes para un futuro que ya no será el mío. Lo único que es mío es el pasado.

Es cierto que el final no llega a ser tan inesperado como sería deseable. De hecho, se capta tan pronto que me hace pensar que no era esa la intención real de la autora, sino que esta prefería que la piezas encajasen a la perfección y el lector se maravillase ante el preciosismo de la solución planteada, cosa que sin duda consigue. También hay que resaltar que esta es una de esas obras donde lo que no se ve tiene tanto protagonismo como lo que sí se muestra. Esos «vacíos» de contenido ayudan a hacer más real la atmósfera onírica tan bien construida, además de aportar misterio y profundidad. Vamos, que con muy poco texto consigue la impresión de ser toda una novela de cuatrocientas páginas, como ya dije antes.

Amor a primera vista

Una cosa que ocurre en El secreto del orfebre y que yo he criticado siempre, es que se da el amor a primera vista, el flechazo. En las malas historias de amor nos encontramos ese momento platónico e irreal en el que los personajes se enamoran con un simple vistazo, basándose, por supuesto, en el físico de la otra persona, porque ya me dirás qué otra cosa te da tiempo a valorar en unos segundos. Y a partir de ahí comienza la historia de amor más grande del mundo. Vale, en Romeo y Julieta pasa esto, pero no por ello deja de ser una idea terrible, como ya denuncié en este vídeo. Pues resulta que en este libro es la primera vez que veo el amor a primera vista bien usado, creíble y hasta necesario. Y ello se debe a las peculiaridades de su estructura. No digo más, solo id a comprobarlo.

Para finalizar, tengo que comentar la ampliación que se hace en la reedición de la editorial Roca. En ella el lector tiene acceso a un fragmento del diario de Celia Sanjuán, la enamorada del orfebre, donde le habla a su desaparecido novio en una conversación que nunca tuvo lugar. Esta parte, aunque también escrita a las mil maravillas, no es necesaria. La historia original no la contenía y no por ello quedaba incompleta. Tampoco voy a decir que sobra, ya que son unas pocas páginas interesantes que arrojan algo más de información —partes de ese otro lado oculto que ya comenté—, pero, insisto, se puede pasar sin ella.

Llegaré a nueva York con mi cuerpo de niebla, subiré a aquella torre donde te busqué entonces y, con los ojos cerrados a la nieve, a las luces y a los fuegos artificiales, esperaré el milagro.

En resumen, se trata de una novela corta más que recomendable, cortita pero de gran contenido. Un regalo perfecto, que todavía estáis a tiempo.

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Foto: Dario Veronesi. Unsplash