Año: 2015
Editorial: Páginas de Espuma
Género: Relato
Valoración: Recomendable
Finalista de los Premios Guillermo de Baskerville 2016, categoría Libro de relatos
Antes de leer Hombres felices, lo único que sabía era que se trataba de un libro de relatos. No conocía al autor, y ni siquiera sabía si había una temática o una línea conductora. Y en realidad, no la hay. Ni la una ni la otra. Es difícil hablar de un libro de este tipo, que me ha gustado tanto pero que se presta tan poco a hacer una reseña. Así que de antemano, pido perdón por lo que posiblemente sea solo un esbozo reflexivo a raíz de una obra, y no una reseña al uso.
El autor nos presenta una serie de relatos muy breves, compuestos en su práctica totalidad por narración. Aquí relato es un formato utilizado como podría ser cualquier otro, pues no hay una trama, no hay apenas unos personajes en la mayoría: son, como digo, reflexiones sobre distintas cosas: el acto de escribir, dónde empieza, dónde acaba, las relaciones personales de cualquier tipo, los fantasmas (o los ídem), el ser, en suma. Esto puede resultar peculiar, pero funciona a la perfección, siendo relato e historia excusas para que el autor despliegue su pensamiento más puro. Hablemos, qué sé yo, de cómo el nimio hecho de hablar del tiempo (en Let’s talk about the weather) se convierte de pronto y gracias a los ojos del autor en una complejísima forma de llegar a ver el mundo, en un viaje por la vida del hombre, en algo totalmente diferente a lo que podría parecer, esto es, una chorrada. ¿Qué hay más simple que decirle a alguien en un ascensor “uf, vaya cómo llueve”? ¿Qué más sencillo que la respuesta “y llevábamos un par de días estupendos”? Nada y, sin embargo, lo encierra todo. Pues, como dice Felipe Navarro, «un hombre que habla del tiempo en un ascensor no habla nunca del tiempo, es el tiempo el que habla de ese hombre».
La mayor parte de los relatos contenidos en Hombres felices son eso, una serie de complejos círculos concéntricos en torno a una imagen, a un sentimiento, a un golpe; sin trama, un juego, un acertijo a desvelar. Al final de la lectura a una le da la sensación de que era eso precisamente lo que necesitaba, así que menos mal que tuvo la suerte de escoger esa obra y no otra. No es, claro está, una recopilación fácil de leer, por toda la carga emotiva que contiene y por toda aquella, la más importante, que se extrae; pero como muchos de los libros difíciles de leer por esa misma razón, merece mucho la pena. Claro que habrá quien diga que es demasiado pausada, que no tiene diálogos (¿hay más diálogo necesario que el de la obra consigo misma, del autor consigo mismo?), pero atreverse a echarle mano, pienso yo, no defrauda. Al principio hay una cierta curiosidad de averiguar quiénes son esos hombres felices, pero se llega al punto de comprender que esto es un estudio del hombre, de la felicidad, de la felicidad en el hombre y de otras cosas. Y como es la vida, no hay respuesta y ni falta que hace.
Me maravilla la sensibilidad de Felipe R. Navarro, me ha demostrado ser un narrador muy capaz de emocionar, de hacer sonreír y, en fin, de escribir. No hay nada que no me haya gustado de Hombres felices, es exactamente el tipo de obra que, con un calado óptimo, recomendaría a cualquiera que disfrute de las lecturas que presentan algo más que una trama interesante. No titubeo al darle la calificación de recomendable (no pongo “muy” delante por la sencilla razón de que reservo esa expresión para las obras que considero que entran en mis favoritas, ya sabréis que yo soy muy tiquismiquis para estas cosas) y os invito a todos, al se atreva, a que le echéis un vistazo. Espero que haya quien se anime a ello.