En 2014, ciento un años después de haber sido escrito, y tras mucho tiempo descatalogado en España, Cálamo apostó por reeditar en castellano Un hombre acabado, ensayo autobiográfico de Giovanni Papini. Difícil, muy difícil el reseñar este libro, casi tanto como leerlo, aunque supongo que nada comparado con escribirlo.
Un hombre acabado es uno de los libros que yo denomino “de digestión lenta” por motivos que luego desarrollaré, y “de cabecera”, esto es, que leo únicamente en la cama, preludio de quedarme dormido. Esto último se mostró como un error, ya que la lectura destinada a ser la última actividad del día, debe ser algo ligero, y en el caso de Papini, me temo que esto nunca es así.
Esta obra es una serie de 50 relatos de carácter filosófico, pero donde también hay nociones autobiográficas, y mucha muchísima reflexión personal. Comienza hablando de los inicios del autor, sus primeras impresiones sobre la sociedad, la gente y el mundo que le rodea, y su primer contacto con los libros. En los primeros capítulos se van reuniendo los detalles de lo que después se revelará como un joven enérgico, un tanto retraído, especialmente misántropo, que busca alcanzar la sublimación mediante la literatura.
Así fue Giovanni Papini. Con treinta y pocos años, este autor considerado como uno de los grandes de la literatura italiana del siglo XX, plasmó una colección de ideas, reflexiones, sentimientos y recuerdos, que perfectamente podrían corresponderse con los de un anciano. Esto nos da una ligera idea de la personalidad arrolladora de Papini: inconformista, crítico en extremo, perfeccionista convencido, susceptible, irascible, y una larga lista de adjetivos que nos indican que el tipo en persona debía de ser más insoportable que un concierto de Flos Mariae un poco difícil de comprender. Si alguien se lo pregunta, yo tampoco lo he llegado a comprender del todo.
El título, Un hombre acabado, que tal vez en un principio pudiera sonar pretencioso para un hombre tan joven (recordemos que Papini tenía treinta y pocos cuando lo escribió), con el paso de las páginas y los capítulos va cobrando más y más sentido. La carga emocional que el autor va poniendo a cada tema que trata, el especial énfasis en buscar la pureza, en distanciarse del resto, en querer ser inmortal pese a rehuir el contacto humano, la crítica de la sociedad como conjunto y del ciudadano como individuo… La temática va explicando el profundo desasosiego que siente Papini al escribir estas líneas, como una llamada de auxilio de quien es incapaz de comunicarse con quienes le rodean.
Triste historia, y triste forma de ver el mundo de un hombre que sin duda fue un alma atormentada que no encontró ni un segundo de descanso en todos los días de su vida. ¿Esto anima al lector a empezar a leer las páginas de Un hombre acabado? Pues probablemente no, pero también depende de lo que se esté buscando. No es un libro de cuentos, ni una novelita ligera, es otra cosa: es el espíritu intenso y en llamas de un hombre que se siente morir cada día, narrado en una prosa insultantemente rica y prolífica. Si pasáis por una racha más profunda, entonces puede que haya llegado el momento.
Hoy, casi un mes después de haberlo empezado (me ha dado tiempo a terminar unos cuantos libros entre tanto), y en resumen, puedo recomendar este libro como un referente para leer y releer, a trozos o de corrido, siempre muy poco a poco (digestión lenta). Un tomo que conviene tener cerca para echarle la mano encima en ocasiones puntuales (cuáles ya lo dejo a la elección de cada uno), e incluso subrayar y tomar notas.