Título original: The Turn of the Screw
Idioma original: Inglés
Año: 1898
Editorial: Anaya
Género: Novela de terror
Valoración: Muy recomendable
Tenía una cuenta pendiente con este libro. Siempre me han gustado las novelas de fantasmas y esta reposaba en los anaqueles de mi biblioteca esperando su momento desde hace bastante tiempo. En más de una ocasión he estado tentado de leerla pero soy de los que creen que cada libro tiene su momento y el de Otra vuelta de tuerca no había llegado… Hasta ahora.
Después de lo dicho, sorprenderá que la primera pregunta que lance al aire sea la siguiente: ¿Es Otra vuelta de tuerca realmente una novela de fantasmas? Tras su lectura he de reconocer que no lo tengo del todo claro, enseguida comprobaréis por qué.
A primera vista, la historia que narra Henry James (1843-1916) es muy sencilla. Una joven inglesa llega a Bly para ejercer de institutriz de Flora y Miles, dos niños que han quedado huérfanos y bajo la tutela de su tío, dueño de la mansión. Poco después de su llegada descubre que los niños son visitados de forma periódica por un hombre y una mujer… que habían muerto hacía un año. Gracias a la señora Grose, ama de llaves de la mansión, a la institutriz le es revelada la identidad de las dos misteriosas entidades: Peter Quint, hombre de confianza y ayuda de cámara del tío de los niños; y la señorita Jessel, la anterior preceptora de los pequeños. Defender a Flora y Miles de ambas entidades se convierte en la obsesión de la joven institutriz, por lo que hace lo imposible para interponerse entre ellos en la sospecha de que las intenciones de Quint y Jessel para con los niños son perversas.
La historia de lo ocurrido en la mansión de Bly viene precedida por una clásica introducción de los libros de la época. James hace uso de la típica reunión al calor del hogar en la que alguien se dispone a contar la terrorífica historia de turno.
Empecemos por el principio. ¿A qué vuelta de tuerca se refiere el autor de la obra? Sin duda, a la del terror. Recomiendo al lector que no juzgue esta obra desde la perspectiva siglo XXI, sino desde la de una obra escrita en 1898. Aunque la historia que narra no sea original y recuerde a las clásicas novelas góticas, James tuvo la habilidad de introducir un elemento novedoso en la trama, pues no habían sido muchas hasta ese momento las novelas de terror en las que dos de los protagonistas fueran niños. Esta es una de las claves del éxito de Otra vuelta de tuerca.
Decía al comienzo de esta reseña que albergaba dudas respecto a la naturaleza de los fantasmas que acechan (aquí encajaría aquello de presuntamente) a los niños y que son la causa de los desvelos de la protagonista. Harold Goddard, crítico que allá por los años veinte del siglo pasado estudió esta obra en profundidad, afirmaba que no había encontrado ninguna evidencia de que los niños vieran fantasmas. Goddard llegó a la conclusión de que los fantasmas no existieron más que en la mente enferma y perturbada de la institutriz. No sé si estará en lo cierto, pero es verdad que durante la lectura me asaltó la duda en varias ocasiones y finalizada esta queda un poso de sospecha. Los niños en ningún momento confirman las visiones y la señora Grose es presa del pánico y la aprensión por las supuestas visitas del otro lado, pero de las que ella en ningún momento es testigo. Es más, siguiendo la interpretación de Goddard podríamos afirmar que la señora Grose es víctima de la sugestión que le producen los hechos que narra la institutriz, sean reales o no.
La edición que he leído es la de la clásica colección Tus libros, de Anaya, con traducción de Ramón Buckley. Para completar la historia incluye un espléndido apéndice (también de Ramón Buckley) y las ilustraciones de Ángel Luis González.
Otra vuelta de tuerca es un libro que cualquier aficionado al terror debe leer. Una estupenda novela que, con o sin fantasmas, engancha de principio a fin.