La ciudad de la muerte es la demostración de que al dark academy todavía le quedan cosas por contar

Aunque Vanessa R. Migliore es una de esas autoras que se toma muy en serio tener un perfil marcado y autopromocionarse en redes, no me había decidido a leerla hasta que el año pasado las estanterías de Gigamesh me tentaron y acabé con La ciudad de la muerte en las manos, el primero de los dos volúmenes que forman la bilogía de Hilos de magia.

No sabía qué esperar, me sonaba que sus protagonistas eran mujeres (lo son), pero reconozco que imaginaba algo un tanto blando y convencional. Este es uno de los motivos por los que debemos guardarnos mucho nuestras impresiones cuando solo hemos oído cosas de una obra. Vanessa es joven y tiene una apariencia dulce y casi inofensiva, pero su obra es el fruto de alguien con mucha mano y, posiblemente, más práctica de la razonable. La ciudad de la muerte es de esos tomos que te hacen desear ver qué escribirá en una década o dos. La autora coge una historia de dark academy más o menos convencional y le da suficientes toques para que recuerdes su obra por encima de otras muchas.

Desde Harry Potter han sido publicados cientos de títulos con un patrón parecido que gira alrededor de unos estudiantes especiales que estudian magia y se ven enfrentados contra el mal. Este podría ser el resumen de un porrón de obras que acabas olvidando, salvo cuando tienen algo a aportar que la hagan más interesante que las demás. Veamos por qué tienes que leer La ciudad de la Muerte antes que otras muchas obras del mismo subgénero.

Me llamasteis «Muerte», pero sois vosotros quienes consumís la energía de lo vivo hasta dejarlo marchito.

Ruptura de los ritmos comunes

Si te canto el resumen a brocha gruesa pensarás en una trilogía con un primer tomo introductorio, un segundo que salta a un tema que te entretenga mientras esperas el volumen final que se prepara para esa batalla de las últimas páginas. Olvida ese esquema con Hilos de magia. En la segunda página ya estás metida completamente en lo que te tiene que contar, nada de largas introducciones donde te expliquen obviedades (sí, todos hemos entendido cómo son las habitaciones de los adolescentes, no hace falta que me describas en dos capítulos los pasillos de una residencia de estudiantes). De hecho, lo que tradicionalmente podría ser el primer tomo acaba en la página 99.

Vanessa quema trama sin miedo alguno, pasando de repetir 300 veces quien es quien. Despierta, usa post-its o escríbete un esquema, las cosas se explican una vez, porque hemos venido con mucho a contar. Recomiendo leer las primeras 20-30 páginas despejada y con ganas de quedarte con la estructura general de sus personajes e instituciones, no se trata de una de esas historias que puedes leer amodorrada porque cada media hora de lectura suelta un dato; aquí casi todo es importante. El resultado es una historia en la que entras en nada que, además, apuesta por una repartición de cargas un tanto especial.

Esta ruptura con los ritmos habituales ocurre también cuando llevas dos terceras partes de la historia. En la página 291 Vanessa podría haber guardado el teclado, metido relleno al desarrollo anterior y cerrar el volumen. No lo hace, y se agradece. La sensación que deja es la de un relato intenso, en el que suceden muchísimas cosas y más coral de lo habitual.

Todas somos contingente

Siguiendo con el símil harrypotiano, a nadie le interesa realmente qué le sucede a Hermione, es un complemento necesario para el protagonista, de hecho ahí estriba uno de los fallos de la saga, el mundo completo girando entorno a un chiquillo (sé que no es tan sencillo como eso, lo he leído, estoy caricaturizando una historia de miles de páginas).

La ciudad de la Muerte, en cambio, presenta un círculo inicial de seis protagonistas de las que nos quedaremos con tres. Además, no son el centro del universo; son claves, claro, por eso hablamos de ellas, pero no las únicas importantes. Estos tres perfiles son distintos de verdad, cada una soportaría una historia únicamente centrada en ella, sus tramas se cruzan y forman parte de un todo, pero tienen vidas independientes. Lo que debería ser lógico, no suele respetarse tan a menudo como debería. Nos hemos acostumbrado a que si un conjunto está unido es porque es prácticamente homogéneo, cuando la realidad suele distar de eso. Hacer una historia donde no haya tres voces que al final se unan, sino un juego de cruces constantes donde cada una no pierde su personalidad no es tan sencillo como pareciera.

Esa relevancia semejante genera un miedo, todas son importantes, pero ninguna es imprescindible. No he comenzado todavía Una jaula de hilos dorados, así que no destripo nada, solo transmito un miedo: La posibilidad de que Vanessa se deshaga de una de ellas (de cualquiera de ellas) es real, no existe una jerarquía clara que establezca quiénes están a salvo de un giro de guion. Un reparto equitativo de fuerzas abre la puerta a muchas más posibilidades en el argumento; es mucho más divertido ver qué hace la autora cuando la baraja no viene marcada.

En Ystaria había tres tipos de magia: la de las sombras, que era aquella que los invocadores podían utiizar por medio de una daga (…). Las otras dos magias se habían extinguido: la arcana y la umbría.
Sin embargo, Kaia podía sentir una de las magias muertas.

El tratamiento de la comunidad mágica

Otro de los puntos que suma incógnitas es la diferencia entre la comunidad mágica y la no mágica. Según la premisa de la novela, una parte de la población tiene el don de controlar a las sombras sirviéndose de una daga, el resto, en cambio, es población vulgar y es tratada como tal. No pueden acceder a los puestos de poder en igualdad de condiciones; ni política, ni empresarialmente. Y no todas nuestras protagonistas poseen el don, lo que provoca que, naturalmente, sus puntos de vista de la sociedad y la política sean distintos. Olvidaos de el discurso buenista donde los privilegiados protagonistas empatizan completamente con la clase oprimida. Las chicas de Hilos de magia están llenas de grises que provocan distanciamientos evidentes entre ellas; las discusiones son por cuestiones esenciales. A medida que maduran fortalecen su perspectiva de la sociedad según su propia experiencia, sus sesgos y la lucha (o no) contra ellos.

Nuestras protagonistas van a la universidad, no son colegialas de doce años. Todo el que ha pasado por la veintena ha vivido eso. Algunos de los que eran amigos de siempre ya no lo siguen siendo, o cambia nuestra relación con ellos, porque cambia nuestra forma de ver el mundo. En ese sentido, Vanessa Migliore presenta un discurso mucho más maduro de lo que estamos acostumbradas que, de nuevo, abre más posibilidades ante el lector. Su relación y visión con La Orden -el grupo de presión que pretende cambiar el reparto de poderes- es interesantísima y muestra cómo la forma en que hemos crecido y cómo nos hemos relacionado con el status quo marca parte de nuestra visión. La aparición de un sesgo suele reservarse a los malos, los buenos -si somos protagonistas- lo somos de forma absoluta y pura. Nada más lejos de la realidad.

En este sentido, como pasa también en la trilogía de Costa Alcalá de La segunda revolución, el discurso político que hay tras la trama aventurera es muy interesante y alentador.

Siempre le había fascinado el mito de Aracne, la diosa de la Muerte, quien junto con Lilith y Cibeles conformaban la Trinidad.

La religión y su relación con la historia

El worldbuilding se ha convertido a la vez en una obsesión y una maldición, toda historia de fantasía tiene que contar con su propio mundo. Siendo los parámetros limitados y nuestra visión bastante afín (hablo siempre del mainstream) los resultados, grosso modo, suelen ser cercanos y se cuentan con una mano. No pasa nada, todos queremos inventar la rueda, pero no es posible. Pero el mundo que dibujes sí tiene que tener sentido para la historia que vienes a contar.

En este caso, la mitología toma un peso esencial en la trama, además de dar un contexto curioso y de tener relación con las protagonistas, supondrá un punto central del sismo que la población vive. Podremos discutir si tiene sentido una presencia tan grande de la religión en una sociedad moderna, vale, pero dentro de las lógicas del relato, explicarnos las premisas históricas del mundo que narra es imprescindible para entender la trama.

No olvida la diversión

Todo lo dicho puede ser muy interesante, pero también puede dar como fruto una brasa prepotente insufrible. No es el caso. La ciudad de la muerte es muy divertida, pasan (muchas) cosas, tiene una trama que evoluciona y consigue establecer un equilibrio entre pelea ruda y sentimentalismos bastante razonable. Encontrarás algo de salseo, ganas de abofetear a los personajes en varios momentos e intriga cuando toca ponerse batallera.

Si te cansaste de leer a chavales en academias de magia, esta es una buena propuesta para reconciliarte con el género. Si tienes curiosidad por ver qué hacen las escritoras jóvenes, Hilos de magia te dará esperanzas. Vanessa Migliore ha conseguido proponer una historia confortable, entretenida y muy distanciada de la aventura vacía y sin personalidad.


Título: La ciudad de la muerte (Hilos de magia I)
Autora: Vanessa R. Migliore
Año: 2022
Editorial: Puck, ediciones Urano
Género: Fantasía, dark academy

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