Título: Aliméntame
Título original: Nahrani me
Autor: Roman Simić
Traducción: Juan Cristóbal Diaz Beltrán
Año: 2012
Editorial: Baile del Sol (2016)
Género: Relatos (Narrativa)
Una visión agridulce de la paternidad
Afortunadamente, hay vida más allá del best seller americano, de la novela negra sueca, de las distopías chinas y demás booms, viejunos o emergentes, que acaparan las estanterías de las librerías generalistas. Sólo hace falta rebuscar un poco y arriesgarse con propuestas, que, a pesar de ser minoritarias, pueden darnos agradables sorpresas.
Aliméntame, del autor croata Roman Simić (en la foto) es una de esas pequeñas joyas ocultas que vale la pena descubrir. Premio a la mejor obra en prosa de 2005 otorgada por el diario Jutarnji List con su anterior novela De qué nos enamoramos, Simić nos ofrece ahora un libro de relatos con un tema común: la visión, casi siempre agridulce y muchas veces dolorosa, de la paternidad. En Aliméntame, más que relatos, nos encontramos con pedazos de vida, narraciones sin apenas estructura que a pesar de su aparente linealidad, resultan terriblemente emotivos.
Tenía dos niños y era incapaz de pensar. Dos niños, dos niños de la mañana a la noche, del crepúsculo al alba, por donde ellos pasaban no quedaba piedra sobre piedra, ¡táctica de tierra quemada, polvo y ceniza! Dos niños, angelitos morenos, un niño y una niña. Eran hijos del amor pero esto ya no se mencionaba, sobre todo mi mujer.
De la misma manera que hacían otros cuentistas ilustres como Capote, Hemingway y, sobre todo, Raymond Carver, Simić se acerca a la vida de sus personajes en un momento en el que parece que no pasa nada. Lo interesante ya pasó o pasará en el futuro. Nosotros no lo veremos, pero la tensión, la sensación de tristeza o de amenaza que se desprende de ellos es tan intensa que la falta de giros en la historia no se echa en falta en ningún momento.
Croacia, años 90
Todos los relatos se inician con un hecho aparentemente irrelevante, un macguffin que, en la mayoría de ocasiones, no volverá a aparecer pero que sirve para irrumpir en la vida de los personajes sin avisar, como si entráramos en su casa a horas intempestivas y los encontráramos todavía en pijama. Recibir una carta sin nada escrito, el deseo incumplido de tener un caballo, la visita de un comercial de una compañía de telefonía móvil… Se trata de situaciones cotidianas y totalmente extraliterarias que confieren realismo y autenticidad a la narración y que sirven para introducirnos en las vidas, tristes, erráticas y descolocadas, de los personajes que deambulan por esta obra.
Al tratarse de una novela ambientada en la Croacia de los años 90, la guerra de los Balcanes está presente, pero de una forma casi circunstancial, como un ruido de fondo molesto pero tan integrado que apenas se percibe. No se nos muestra la guerra, pero sí sus consecuencias. La Croacia de Aliméntame es un país triste, pobre y desangelado, con ausencias y desapariciones, familiares y amigos que un día dejan de verse y no vuelven nunca más o, si lo hacen, resultan irreconocibles.
Con ella estaban su marido y su hijo; era verano; en el país había estallado la guerra –¿Qué tipo de guerra fue esa?–; había mosquitos, adolescentes retrasados, apenas se acuerda de poco más que de lo infinitamente triste que estuvo, que no podía dormir y que, tras ese verano, todo se transformó en alguna medida, todo se vino abajo, como si, en esa encrucijada, le hubiera permitido a aquella guerra cabalgar subida a su espalda…
El libro abre de forma magistral con «Zorros», la carta de amor que un chico escribe en un zoo y que nunca llegará a entregar a su destinataria. Es un relato en segunda persona con un trono profundamente poético y con la presencia, tangencial pero decisiva, de la guerra balcánica. En «De todas las cosas increíbles», destacaría la excelente composición de personaje, el misterioso Radovan Sprajcer, antiguo compañero de armas del protagonista. En «Telefonía», se narra la angustia de una mujer embarazada cuya única esperanza es consultar una línea telefónica de astrología, y en «Cosas que se hunden», asistimos al dolor de un padre de una joven maltratada. El humor está presente en «Dos niños» y la introspección personal en el que, bajo mi opinión, es el relato más brillante de esta antología: «Vacaciones estivales en invierno», la historia de una mujer en la cincuentena que vuelve al lugar, triste y desolado, en el que veraneaba años atrás.
Desde fuera, desde la noche, la casa no iluminada parecía un árbol, un arbusto o una roca, algo que podía ofrecerle refugio apenas a un pájaro. Ella era ese pájaro, eso es seguro; el vino la había vuelto cálida y pesada, así el viento no podría nada contra ella.
Todos los relatos están escritos con un tono poético pero, al mismo tiempo, cotidiano y natural, una prosa con una cadencia única conseguida a base de frases largas y con numerosas subordinaciones. Una filigrana literaria arriesgada pero bien resuelta, un esfuerzo por escapar de la excesiva simpleza narrativa que impera hoy en día.
Aliméntame es, en definitiva, un conjunto de piezas en apariencia inconexas pero que, tras la lectura, quedan perfectamente ensambladas, un análisis desde distintos puntos de vista del que posiblemente es el acontecimiento más catártico que puede experimentar un ser humano, el hecho de alumbrar una nueva vida.