Año: 2017
Editorial: Cerbero
Género: Novela corta (terror)
Chulería serie B
Bienvenidos a Las Rarezas. Perdón: a Cerrojazo, Texas, un paraje de mala muerte en el desierto, cuya población da sus últimos coletazos tras el cierre de la principal industria, un repugnante matadero. Pero no pasa nada, porque han tenido una idea fantástica para revitalizar la economía del lugar y, quizás, resituar el pueblo en el mapa. Es una lástima que esta iniciativa coincida con un apocalipsis que es la envidia del presentado en las películas de Resident Evil.
Última noche en el páramo es una de las últimas publicaciones de la editorial Cerbero, de cuyo catálogo de terror hemos reseñado ya aquí La chica descalza en la colina de los arándanos y Agramonte. La novela de So Blonde es una muy buena respuesta a la pregunta: ¿qué pasa cuando conviertes una película de serie B cutre en un producto literario? Pasa esto: aparece una obra entretenida, brutalmente macarra, con escenarios desaforados y personajes que parecen sacados de un survival. Última noche en el páramo abre con un extravagante primer capítulo, aperitivo perfecto para lo que introduce a continuación, con un vocabulario que sorprende por su poca literariedad y con un personaje aborrecible cuyo discurso es muy desagradable. Confieso que me desconcertó bastante y mi ánimo de lectura decayó: no soy partidaria del tipo de recursos narrativos de que hacía gala este inicio, me refiero a una narración tan abrupta con temas y vocabulario tan… de la calle, tan poco sutiles. Lógico que no haya hermosura en la forma, con un constante efecto de chabacanería, pero a mí me chocó tanto como lectora que pensé que el resto de la obra tampoco me satisfaría.
Estaba equivocada. Sí, continúa siendo igual de brusca, desagradable, excesiva y efectista durante toda la novela. Sin embargo, esta forma se aligera gracias a una trama pulp con bastante interés que al final no es más que eso: pulp, serie B o como quieran llamarlo. Una podría estar viendo alguna de las películas de monstruos de las que tanto disfruto, o podría estar leyendo Última noche en el páramo. Llegué a dejar de lado mi poco gusto por la forma y comencé a disfrutar bastante de este extravagante experimento. Como ya os he dicho, tiene todo el pack, desde ese lenguaje tan histriónica y radicalmente ofensivo a ojos inocentes a una trama muy, muy callejera y macarra. Ya no por la trama principal, sino por todo el despliegue sexual que se lleva a cabo a través de las páginas del libro, la novela es una de las gamberradas más soeces e hilarantes que he leído en mucho tiempo.
Tú no sabes lo jodido que es nacer en Leganés
Los personajes acompañan a esta trama tan profusa en dobleces y diálogos hipersexuales. Son hilarantes: la caracterización de Monica Estanco, la protagonista, de Sandy o de tantos otros, son fantásticas; las descripciones increíblemente visuales hacen inevitable obtener una maravillosa y muy certera visión de ellas (hay comentarios sobre cuerpos en este libro que harían las delicias de cualquier pornógrafo). En ese sentido, la prosa de So Blonde es muy efectiva. Pienso que en Última noche en el páramo se busca el extremo y el histrionismo durante toda la obra y es en los personajes, sobre todo con sus diálogos (y con las patéticas referencias constantes a series de Monica) donde mejor llega a lograr este tono. El capítulo de los niños (sus nombres me los guardo, porque por supuesto que tienen también su aquel) es una de las mejores muestras de este trabajo. Valdría como relato corto, fijaos lo que os digo.
Monica podía ser una gorda paleta de un pueblo perdido de Texas, una muestra de la basura blanca que había renegado del «Yes, we can», pero también era una hija de la frontera, y las fronteras se trazan y mantienen con sangre de todos los desesperados tan locos como para ir más allá de donde en los mapas se advierte: «Aquí hallarás monstruos».
¿Qué más deciros de la historia que cuenta Última noche en el páramo? Pues que como podéis ya haber adivinado, no se parece demasiado a otras obras de terror que os he comentado aquí hasta la fecha. No creo haber leído antes textos semejantes a esta obra, cuya trama resulta más habitual en el cine. Monstruos y bichos, mucha sangre y gente de gatillo fácil que encuentra su momento de clímax vital cuando lo extraño se le aproxima. No se trata de un terror estilizado, sobrenatural, elegante ni sobrio, sino más bien todo lo contrario; se ve en cuanto se comienza la lectura. Reconozco que los bichejos empleados han sido muy de mi agrado, es muy recomendable si os gustan las películas de «seres terroríficos y extraños acechando a una población». Respondiendo a mi pregunta inicial, pocos planteamientos seriebescos podrían ser mejores en una novela como esta.
Así que el tono final del libro me ha ganado pese a mis reticencias, y los chascarrillos mezclados con esa catástrofe de la trama generan una ambientación tragicómica muy grata y resultona, pero hay algo que no termina de encajarme. Después de darle bastantes vueltas (y eliminar el componente del lenguaje, que es algo mucho más subjetivo y personal) pienso que se trata de una sensación de falta de hilación. Pienso que las escenas están muy logradas, el final es muy inteligente y todos los fragmentos como tal resultan ingeniosos, pero entre cada uno de ellos falta unión, son como trozos deslavazados que, pese a su salero, no llegan a formar un todo completamente satisfactorio. Es una sensación bastante extraña, claro: he disfrutado de la lectura, sí, pero no del todo, no hay ninguna razón específica, más allá de una desconexión con la historia causada, quizás, por esto que os digo más arriba.
Creo que es una lectura muy recomendable para aquellas que disfrutéis de un cierto tipo de terror muy sangriento, macarro y divertido. Es una dignísima y novela de entretenimiento que a mí me ha convencido en ese sentido. ¿Lo mejor? Abrir Última noche en el páramo para entrar en Cerrojazo sin ideas preconcebidas, sin grandes aspiraciones y descubrir qué esconde el páramo. A eso sí os animo.