Obra ganadora del Premio Guillermo de Baskerville 2017 al mejor libro de relatos
Perversa mirada a la fantasía
El terror funciona mejor en píldoras cortas y dosificadas. Tengo esto muy claro como lectora, espectadora y devota del género; por eso me interesó tanto desde un principio Dark Fantasies, una antología de autores internacionales de fantasía oscura editado por Mariano Villarreal (a quien considero un excelente antólogo desde la lectura de Castillos en el aire) y Sportula (editorial cuyas selecciones de relatos me parecen magníficas de forma habitual). Y aunque finalmente no sea esto terror como tal, sí que triunfa lo breve de forma indiscutible. Dark Fantasies es la última entrega de las antologías Terra Nova, una serie de obras que recogen distintos relatos del panorama de ciencia ficción y fantástico actual. La obra se divide en dos partes, una compuesta por relatos de autoras americanas (Dark Fantasies) y otra de escritores patrios (Oscuras fantasías); en total, 16 relatos y una novela corta que suponen un acercamiento a muchas de las posibles miradas que este género permite crear en torno a una misma premisa, es decir, el miedo, lo perturbador. El conjunto es muy interesante, muy completo y no deja lugar a dudas con respecto de las habilidades de cada una de las autoras y sus aportaciones. Ahora, un desarrollo más concreto:
«Hijas hambrientas de madres famélicas» de Alyssa Wong abre Dark Fantasies de la mejor forma posible. Es un relato perturbador, agudo e interesante, que introduce un elemento atípico en una trama quizás más común y crea un conjunto fantástico. Wong escribe con fuerza, de un modo casi brusco, incide en sus descripciones de tal manera que una siente un escalofrío pese a no ser el relato en sí tan aterrador como otros. La autora me interesa mucho. Tenéis su relato finalista de varios premios La reina pescadora traducido en Fantífica. En «La hija del fabricante de ataúdes», Angela Slatter narra una macabra historia que en ningún momento es lo que parece. Es curioso porque, pese a lo interesante que me resultó y lo genial que es durante toda la lectura, había ratos en que la forma se me hacía tosca, con expresiones y elementos extraños. Quizás sea algo más relacionado con la traducción que con la escritura de Slatter, a quien se ve diestra en el desarrollo de situaciones y viñetas particularmente desasosegantes.
«Cuando termina, él la coge», de Eugie Foster, es una pieza mucho más sencilla, en la que una suerte de danza es el elemento principal. Sobre todo, el relato destaca por su dulzura, tanto en su historia como en la forma que la acompaña. La trama que se narra aquí es conmovedora, se comprende hacia el final y cobra sentido del todo en una última escena que aporta lucidez a la historia. En «Cántame tus cicatrices», Damien Angelica Walters toma tropos propios del género del terror para contar una desoladora y emotiva historia. Su prosa me ha parecido de fascinante lectura, pues combina muy certera lirismo y contención, lo que hace que surja un relato en el que la trama y la forma se apoyan la una a la otra. Es exquisita y, para mí, uno de los relatos más significativos de espíritu de Dark Fantasies. El cuento, por cierto, pertenece a un libro de relatos editado en inglés titulado igual, Sing Me Your Scars, que ya he comprado y estoy deseando leer. «El mar de árboles» de Rachel Swirsky es, pienso, el relato que más se relaciona con el horror de espíritus más comercial. Swirsky realiza un muy inteligente uso del terror japonés, con una imaginería muy visual, potente y escalofriante. Es un relato magnífico, con secuencias que se leen con el corazón encogido y que causan verdadero pavor. Me interesa mucho también esta autora, aunque el relato sea más usual que el resto, porque su gestión de una trama que podría haber sido más de lo mismo es óptima.
Paseo por lo grotesco
Cambia las tornas «La novia de Frankenstein» de Mike Resnick, un relato de corte más fantástico y menos oscuro: Resnick presenta a la verdadera novia de Frankenstein (no es la clásica, claro) y lo que tiene que aguantar en su día a día. Es un cuento simpático, tierno, de quedarse con una sonrisilla en la cara tras la lectura. Sin embargo, es de esta parte de los que menos me han gustado, precisamente por carecer del tono macabro del resto de relatos. Tras esto, volvemos a la oscuridad de la forma más bestia posible con «Magdala Amygdala» de Lucy A. Snider, uno de los cuentos más desagradables que he dado en leer en toda mi vida. Una enfermedad descrita con meticulosidad y precisión y una escena terrorífica, horrorosa y brutal son la impronta más impactante que la obra de Snider deja en el lector. La autora demuestra un gran ingenio a la hora de desplegar una exquisita narración que sobrecoge y abruma. «Dale miel cuando la oigas gritar» de Maria Dahvana Headley, es una macabra historia de desamor, de venganza y de celos, narrada con una voz hermosísima y con una imaginería preciosa. Es un cuento bello, triste, desolador, pero también con una cierta luz y una pequeña esperanza. Me pareció magnífico.
[…] dentro del laberinto hay una bestia hecha de todo lo olvidado, todo lo descartado, todo lo callado. Eso es algo que debe saberse. Lo otro que debe saberse es que siempre es más difícil salir que entrar. Debería ser un hecho evidente. Es algo que también se cumple en el amor. En la historia de los laberintos y las bestias, ninguna pareja de amantes ha dado media vuelta jamás porque el camino pareciera demasiado oscuro ni por saber que las bestias siempre son peores de lo que se espera. Las bestias siempre están furiosas. Siempre tienen miedo. Siempre tienen la comida racionada. Siempre quieren miel. Los amantes, en cambio, siempre son inmortales. Olvidan que existe la bestia.
Reconozco que «Tu suffering nos protegerá» de Mercurio D. Rivera me gustó algo menos que los anteriores. El final me parece brutal, y considero que tiene golpes buenísimos (como por ejemplo la primera escena entre Edgar y Mercedes, una forma desconcertante pero divertida de presentar a los personajes) pero, por otro lado, no soy demasiado amiga del spanglish de la obra. Le da color, eso sí, y aporta verosimilitud al relato, así como una gran personalidad, pero como lectora no me satisface demasiado encontrarme vocablos en inglés en medio de una oración en castellano; como decisión del autor lo encuentro estupendo, como lectora caprichosa que es una… no tanto. «Corriente y remanso» de Caroline M. Yoachim es breve, brevísimo, unas tres páginas de narración dulce y sosegada: casi parece más una reflexión que un relato. La dicotomía corriente/remanso es bonita: la obra de Yoachim tiene poco de oscura, aunque resulta una lectura tierna y simpática, algo que se agradece después de tantísima ficción que frisa lo desagradable en ocasiones. «El naturalista» de Maureen F. McHugh pone fin a la parte del libro perteneciente a autoras extranjeras, con un estupendo broche en forma de relato de supervivencia zombie trepidante, siniestro y malrollero. Soy capaz de visualizar este cuento, o al menos el concepto del que parte, en forma de película, y la idea me encanta. La base es muy interesante y el desarrollo adquiere un carácter muy perturbador. Todo esto se da gracias a un personaje principal que parece casi un testigo de todo cuanto ocurre, pese a tener una fuerte presencia en la historia.
Oscuridad patria de calidad
La segunda parte de Dark Fantasies, esta vez Oscuras fantasías, está formada por relatos escritos originariamente en español. Abre con «Antemusa Bar & Club» de Víctor Selles. Este es el cuento de carácter menos fantástico de las obras, diría yo, pese al tema que trata. Me parece fascinante. La trama es una excusa perfecta para desarrollar la crítica que Selles plantea, y es una idea ejecutada a la perfección. Es una historia triste, muy triste, narrada con un deje nostálgico todo el rato. «Profundo, profundo en la roca» de Ferrán Varela es el relato que menos me ha gustado de la antología, sobre todo por su temática que se mueve hacia la fantasía más “épica”, de la que yo no soy especialmente admiradora. Por otro lado, pese a que su núcleo me parece interesante, también me parece eso, un núcleo que pertenece a una obra mayor cuya historia no se me relata. Es como si se tratase de una mera viñeta de algo global: no me da la sensación de haber finalizado la lectura. «Cuchara de plata» de Alfredo Álamo se mueve más hacia lo denominado fantasía urbana (o como se dice al principio: fantasía de barrio). Pese a sospechar lo contrario en sus primeras páginas, me resultó una muy grata lectura, con fragmentos divertidos y secuencias más oscuras y macabras. El final es magnífico, y tiene muchos elementos fascinantes, como las ratas o la forma de hablar entre sí de los personajes.
La cosa continúa con el relato de Elia Barceló «Humo y espejos». Se trata de una bellísima historia de amor que quizás encaje más temáticamente con la primera tanda del libro. Me ha gustado mucho la forma de contar la historia de Barceló, quien adopta como narradora una perspectiva externa pero cercana, adquiriendo así el relato un tono enigmático y sugerente que le hace mucho bien, además de ser muy acorde a la trama, relacionada con la magia y el ilusionismo. «Los reyes muertos» de Teresa P. Mira de Echeverría (autora argentina, por cierto, pese a que antes he dicho que los autores de esta segunda tanda eran españoles) es un relato oscuro, lúgubre, con una (imagino) crítica social no demasiado encubierta. Me gusta la idea de base, me gusta la ejecución (sobre todo el final) pero no me termina de cuajar el cuento en su totalidad. Creo que se debe a que se nota cierta premura a la hora de desarrollar la historia, que habría ganado con algunas páginas más. «Habba Habé» de Ludo Bermejo es la novela corta que cierra el ciclo. He de decir que no me gusta nada cuando en una antología de relatos se incluye una novela corta, sobre todo cuando casi triplica la extensión de sus compañeros de libro. No se lee igual un relato que una novela breve, no se gestiona de igual forma la lectura, y creo que este tipo de cosas hacen más mal que bien. Dicho esto, entiendo que la temática casa a la perfección con Dark Fantasies y me parece una novella fascinante. África como ambientación de una laberíntica historia llena de nostalgia que se demuestra muy bella cuando todo cobra sentido.
Quería hablaros con concreción de cada uno de los relatos del libro para que vieseis lo mucho que he disfrutado de la lectura. Aunque sí me ha gustado más la primera parte, sobre todo porque he descubierto a una serie de autoras magníficas, el nivel general es tan alto que no se resiente de esos pocos relatos que me han resultado menos gratos. Es una obra que me gustaría poder tener en papel, puesto que estoy segura de que en algún momento me gustará releer algunos cuentos (casi todos, de hecho). Os animo mucho a que os hagáis con esta obra o a que la pongáis en vuestra pila pronto. Merece muchísimo la pena. El hecho de que haya tantísimas autoras en la antología es una gozada, sobre todo porque son autoras a las que es difícil acceder en español de otra manera, aunque la gran mayoría tienen relatos editados en distintas antologías, webs y revistas. Para comprobar el estatus de las voces del género en el panorama internacional, para disfrutar de unas lecturas fantásticas y para sufrir un poco durante dicha lectura: sea como sea, elegir Dark Fantasies es acertar de pleno.