Seda — Alessandro Baricco

Título original: Seta
Idioma original: Italiano
Año: 1996
Editorial: Anagrama
Género: Novela
Calificación: Mejor no

Cuando se menciona Seda, mucha gente visualiza de manera inmediata dos cosas: la película y la escena del lago. También recuerdan que era un libro muy dulce, muy bonito, que les transmitió mucho (literalmente, “ay, es tan dulce, qué suerte tienes de no haberlo leído aún”). Y tampoco es eso, oye.

No voy a negar que es bonito. En ese aspecto funciona, como libro sencillo que en dos horas cortas se lee (algo más si quieres detenerte en la escritura), con una trama mona, con el amor como fuerza esencial. Tampoco negaré que sea visual (entiendo que se recuerde la escena del lago). Y por seguir con las cosas buenas, me interesaron algunas cosas de la novela: la repetición, con algunos detalles alterados, de ciertas descripciones y narraciones al principio de ciertos capítulos. Ayuda a situar al lector en la época, en el lugar y a mover al protagonista en el tiempo y espacio en tan solo media carilla. Asimismo, fomenta la sensación de vida monótona del protagonista, que poco a poco va cambiando con el desarrollo de los acontecimientos. También me ha gustado el cierre, la sensación circular que provoca la novela, y la seda como motor. No es solo que Hervé se dedique a comerciar con los gusanos, sino que todo en el libro es suave como la seda. Todo excepto los ojos “sin sesgo oriental” de la muchacha en Japón, que son afilados. Por otro lado, el clímax de la novela nunca llega, no hay una tensión narrativa en lo que se cuenta, y eso a mí no me disgusta pero me resulta curioso, no sé si el autor pretendía crearlo o no. Solo se anticipa dicho clímax acelerando el tono, el ritmo, la narración en general: al final cerramos el libro y no ha pasado nada, pero nada se echa de menos.

Hasta aquí lo bueno. Que es bastante, ojo, Seda tiene sus cosas interesantes, sobre todo a nivel de narración; sin embargo, me parece que Baricco es un poco tramposo. Toca un poco aquí y allá, hace que leer Seda sea melódico y ya todo son elogios hacia su persona. No me lo parece a mí. Me recordaba a los tuiteros que, por escribir oraciones normales en cinco líneas, son considerados poetas, aunque no de una manera tan brusca ni mediocre. No me parece que el narrador sea nefasto pero sí lo encontré bastante anodino donde tendría que ser especial. No me convencía nada el rollito Amèlie que se trae a la hora de describir a los personajes, sobre todo. También se parece a mi concepción de esa película en el sentido de que la primera parte me parece mucho mejor que cuando se pasa a introducir una trama que avance.

Me da que esta novela solo funciona (vamos a concederle que funciona) porque es un relato, ya que los personajes me resultan un tanto frágiles. Si Seda llegase a las 200 páginas, con más profundidad, la construcción no tendría tanto sentido como el que parece tener. En otro orden de cosas, durante toda la lectura tenía la sensación de redundancia, de ser espectadora de aspectos de la novela ya vistos/leídos anteriormente. Un ejemplo. Nimio, tonto, una minucia, absurdo. Balbadiou, uno de los personajes más importantes (el tipo sobre el que recae toda decisión que se tome en el pueblo donde vive esta gente), se marchará de dicho pueblo el día que suceda una cierta cosa. Para más señas, el día que una de sus manos gane a la otra en el billar. Me recordó tantísimo a aquello de cuando cambie el viento (que pasa, sin ir más lejos, en Mary Poppins o en Chocolat) que, sumado a la atmósfera y al resto de detalles (todos nimios, tontos, minucias, absurdos), se me antojó el libro muy poco original cuando parecía pretender romper.

O sea, que mejor no. No es una novela que me parezca recomendable, aunque le puedo reconocer ciertas virtudes y veo lógico que sea tan famosa. Entretenida, mona, muy visual, se lee en dos momentos. Pero no tiene, ni de lejos, el componente emocional que yo esperaba encontrar. Muchísimo menos la calidad que imaginaba al leer las tres o cuatro primeras páginas.