Arthur Conan Doyle: Cruzando la puerta mágica

Título original: Through the magic door
Idioma original: Inglés
Año: 1907
Editorial: GasMask (2015)
Traducción: Carlos Pranger
Género: Ensayo
Valoración: Así sí

Uno de los efectos positivos (también los hay negativos, pero esos vamos a dejarlos para otra ocasión) de la proliferación de nuevas editoriales, pequeñas e independientes, es la labor de recuperación de obras que o bien hacía muchos años que no se publicaban en español, por lo que estaban descatalogadas y eran muy difíciles de encontrar salvo en librerías de viejo (y ni por esas), o bien jamás habían sido publicadas en nuestro idioma.

A este último grupo pertenece el ensayo que presentamos hoy en Libros Prohibidos, incomprensiblemente inédito en nuestro país hasta ahora. En el mundo editorial abundan los despropósitos, y que Cruzando la puerta mágica no hubiera sido nunca traducido y publicado en España era uno de ellos, más aún tratándose de un ensayo escrito por el creador de Sherlock Holmes y hacedor de las novelas del profesor Challenger, entre muchas otras obras.

La edición de GasMask que ha llegado a mis manos, número 1 de la Colección Desiderata de la editorial malagueña (de la que reseñamos el mes pasado H. P. Lovecraft. El caminante de Providence, de Roberto García Álvarez) se abre con una joya que casi hubiera justificado por sí misma la publicación de la obra: un fragmento de la entrevista realizada a Arthur Conan Doyle… ¡por Bram Stoker! El escritor escocés hace un repaso a sus inicios como lector y como escritor y algunas de sus confesiones de juventud explican las inquietudes que más tarde plasmó en su obra. Especialmente interesante resulta leer del propio Doyle (página 23) cómo encontró su voz literaria tras unos comienzos en los que califica su técnica de imitativa.

Publicada el 28 de julio de 1907 en el New York World, la entrevista no tiene desperdicio, pese a ser tan solo un fragmento de la que aparecería posteriormente en el Reino Unido, el 14 de febrero de 1908. Su lectura deja con ganas de más; espero que alguien se anime algún día a ofrecernos la versión íntegra.

Dicho esto, pongámonos cómodos y dejemos que el propio Arthur Conan Doyle nos invite a cruzar la puerta mágica de su biblioteca con esta hermosa reflexión:

No importa lo humilde que sea tu estantería, ni lo modesta que sea la habitación que adorna. Cierra la puerta, acalla todas las cuestiones del mundo exterior, sumérgete de nuevo en la tranquilizadora compañía de los muertos insignes y entonces atravesarás el portal mágico de aquellos dominios donde la preocupación y aflicción no podrán seguirte nunca más. Has dejado a tus espaldas todo lo que es vulgar y sórdido. Allí esperan alineados tus compañeros silenciosos y nobles. Pasa revista a los archivos. Elige a tu hombre. Y entonces no tendrás más que levantar la mano hacia él y emprenderéis camino hacia el país de los sueños.

A partir de aquí nuestro anfitrión nos muestra, estantería a estantería, fila a fila, las obras que forman parte de su vida, aquellas que merecen ocupar un espacio en sus bien surtidas librerías: Scott, Gibbon, Pepys, Poe, Stevenson, Kipling, Bulwer-Lytton, Maupassant, Bierce, Sterne, Irving, Melville, London, Conrad, Darwin, Flammarion… Son innumerables los autores citados por Conan Doyle cuyas obras son más o menos conocidas por estos lares, pero sorprende la cantidad de literatos que jamás han sido publicados en nuestro idioma y que son elogiados sin reservas por el escritor escocés: Macaulay (de cuyos escritos no existe a día de hoy una edición completa y actualizada en español), Frederic, Macnish, Reade, Lever, Maxwell, Pardoe, Lecky, Crabbe, Knight, Greely, Bullen, Snaith, Forrest, Powell, Laing y Myers… entre muchos otros. En este sentido, resulta encomiable la ardua labor de documentación llevada a cabo por el traductor del ensayo, Carlos Pranger, quien se ha tomado la molestia de incluir numerosas notas a pie de página consignando qué obras de las mencionadas, de entre las menos conocidas, cuentan con alguna edición en nuestro idioma y cuáles permanecen inéditas.

El orden que sigue Conan Doyle para mostrarnos su biblioteca no es otro que el del espacio físico que ocupan los libros: de arriba abajo y de izquierda a derecha. Algunos autores tienen su propio apartado; otras obras están en orden cronológico (hay una fila de novelistas del siglo XVIII, por ejemplo) y las demás siguen un orden por género y temas: novelas históricas, biografías, deportes, relatos, memorias militares, poesía, libros de viaje, científicos…

Tal vez por alejarse de mis preferencias, la parte que menos me ha gustado ha sido aquella en la que el autor describe con profusión de detalles las filas dedicadas a memorias militares, sobre todos napoleónicas. Páginas y páginas que estoy seguro que harán las delicias de los aficionados al tema, pero que a mí se me han hecho interminables de leer. Es el único pero que puedo poner a la obra, por poner alguno.

El ensayo está repleto de interesantes reflexiones del autor, en muchas de las cuales queda patente su amor por los libros y su predilección por la estancia de su casa habitada por silenciosos compañeros en calma y muertos insignes:

Es bueno que la puerta mágica se encuentre cerrada detrás de nosotros. En el otro lado de esa puerta están el mundo y sus problemas; las esperanzas y los temores; los dolores de cabeza y del corazón; las ambiciones y desilusiones. Sin embargo, en el interior, mientras descansas en el sofá verde y te enfrentas a largas filas de silenciosos compañeros en calma, solo existe la paz de espíritu y el descanso de la mente en compañía de los muertos insignes. Aprende a amarlos, aprende a admirarlos; aprende a conocer lo que significa su camaradería, puesto que hasta que no lo hagas no habrás de conocer el mayor consuelo y paz que Dios ha brindado a los hombres al bendecirte con ellos. Aquí, detrás de la puerta mágica, está la casa de reposo, donde se puede olvidar el pasado, disfrutar el presente y prepararte para el futuro.

Otras reflexiones de gran interés tienen como protagonistas su obsesión por los muertos, la lectura, la música en Inglaterra, el eterno debate relato corto frente a libro extenso, sus viajes por el Ártico y una reflexión final que le sirve para despedirnos mientras cruzamos por última vez la puerta mágica y abandonamos la tierra de las hadas.

Además del fragmento de la entrevista de Bram Stoker a Conan Doyle y el ensayo del escocés, la edición incluye las ilustraciones originales, realizadas por Russel Flint, que representan a algunos de los autores citados en la obra.

Cruzando la puerta mágica es, como apuntan los propios editores en la contraportada del libro, una pequeña joya olvidada -en un ameno estilo conversacional- que nos adentra en el mundo imaginativo del creador de Sherlock Holmes. Una maravilla, que por fin, más de un siglo después, podemos disfrutar en nuestro idioma gracias a GasMask.