Año: 2017
Editorial: Ápeiron Ediciones
Genero: Narrativa contemporánea
Valoración: Está bien
Un cambio de enfoque
Daniel Aragonés es un prolífico autor independiente que, entre poemarios, novelas y colecciones de relatos, acumula ya más de diez obras editadas o autoeditadas. Es también un viejo conocido de Libros Prohibidos, pues aquí hemos reseñado su novela Ausencia de conducta, y también la obra conjunta Historia de un revolver, en la que participa.
Por mí parte, además de esa novela, he leído alguna de sus Crónicas del pantano, así como el poemario colectivo Lenguas de lava, que reseñé en mi blog personal. Por otra parte, tengo la suerte de conocer al autor en persona, e incluso pude leer Fotograma subjetivo antes de que fuera editada y colaborar con él sugiriéndole algunas modificaciones.
Sin duda, y pese a que apenas ha pasado un año desde la edición de Ausencia de conducta, se advierte una evolución interesante en la prosa de Daniel Aragonés. Fotograma subjetivo es una obra arriesgada y valiente, relativamente distinta a obras anteriores. Si con Ausencia de conducta hablábamos de «la típica historia de tipos duros y gente chunga», en Fotograma subjetivo observamos desde la primera página una clara voluntad de innovar, tanto en la técnica narrativa como en la temática de la obra.
Fotograma subjetivo comienza mostrando al personaje principal, Klaus, colgado de un puente, a punto de suicidarse. En ese momento surge un encuentro fortuito con Isabel, líder de un grupo llamado Proyecto Estragos, cuyo objetivo es desenmascarar la estructura opresiva de la sociedad actual a través de diversos atentados más o menos reivindicativos.
A quien haya leído El club de la lucha, o al menos haya visto la película, le sonará aquello de Proyecto Estragos. En efecto, Fotograma Subjetivo es una especie de homenaje a la obra cumbre de Palahniuk, y los guiños en el cuerpo del texto, o incluso en el uso de la técnica narrativa, son constantes.
El asesino es de carne y hueso, y no se llama Tyler.
No estoy loco.
No tengo una doble personalidad asesina.
Fotogramas de un mundo hostil
Decíamos que Fotograma subjetivo sugiere un cambio relativo en la trayectoria de Daniel Aragonés. Si bien las imágenes sanguinolentas, la ambientación decadente, las palizas, secuestros o asesinatos se mantienen (lo cual no es un aspecto negativo de por sí), en este caso son sólo un elemento más de entre todos los que componen la obra. Resulta destacable la ambivalencia y el trabajo sobre la biografía del protagonista, cuyos interrogantes no se desvelan hasta las últimas páginas de la obra. La contextualización del texto es adecuada y el ritmo se mantiene estable a lo largo de toda la narración. La distribución de tiempos y espacios es correcta.
Por encima de todo ello, Fotograma subjetivo es un texto ideológicamente muy ambicioso. Plantea una trama elaborada, con numerosos giros, que engarza con una reflexión más amplia acerca de la sociedad contemporánea. De esta manera, los entrecruces entre el desarrollo dramático y las nociones generales acerca del sujeto moderno pretenden dar una idea cabal del mundo en el que vivimos: un sistema socioeconómico opresivo y nihilista, del que resulta imposible escapar, ya sea por la vía de la acción colectiva, o por la vía del retiro individual.
Hay miles de compañías haciendo campaña ahora mismo. […] Venden desde productos capaces de rejuvenecer a una momia, hasta líneas de teléfono con redes de arrastre para peces. El mundo es un barrizal de juramentos quebrantados, de contratos basura, de mentiras baratas y de ratas con dos caras.
En mi opinión, lo más llamativo de Fotograma subjetivo es ese continuo goteo de imágenes, pensamientos y metáforas decadentes de las que Aragonés se sirve para desenmascarar las bases del sistema capitalista contemporáneo.
Sin embargo, hay varios elementos presentes en la obra que restan al conjunto: por un lado, el propio desarrollo de la trama, y por otro, la construcción de los personajes secundarios.
Respecto a lo primero, si bien decíamos que la trama es original y encierra distintos giros argumentales, da la impresión de que ese esfuerzo por construir un argumento novedoso y sorprendente genera situaciones complejas que no se terminan de resolver adecuadamente. En concreto, la manera en que se entretejen los dos hilos principales (la biografía del protagonista y el devenir más general del Proyecto Estragos) resulta bastante confusa, forzando al autor a realizar auténticos ejercicios de equilibrista para mantener la coherencia interna al final de la obra, lo cual sin duda le resta verosimilitud al texto.
Respecto a lo segundo, por Fotograma subjetivo transitan algunos personajes secundarios que aparecen y desaparecen sin mucho sentido, o personajes planos, carentes de profundidad y de matices. Ejemplo de lo primero es Agus, un director de cine porno que al principio del texto adquiere cierta relevancia, pero que después sencillamente se difumina. Y de lo segundo La Sombra, una especie de hermano mayor del protagonista que desvela su identidad al final de la obra, cobrando un protagonismo importante (y operando además como deux ex machina para resolver los conflictos generados por el desarrollo de la trama), pero demasiado simple y prototípico como para que su relación con Klaus nos resulte creíble.
En conclusión, se trata de una obra interesante y original, que destaca por su estructura general y contextualización, por el manejo del lenguaje, por la caracterización del protagonista, y especialmente por las digresiones relativas a la sociedad contemporánea, pero que falla en lo relativo al tratamiento de los personajes secundarios, y culmina su desarrollo dramático de una manera un tanto compleja y abigarrada. No obstante, aunque solo fuera por degustar esa colección de imágenes acerca del mundo en que vivimos, merecería la pena su lectura.