Año: 2018
Editorial: Caligrama (Autopublicada)
Género: Novela (fantasía)
Mucho más de lo que el ojo ve
Vuelvo de las vacaciones —por denominar de alguna manera a esas semanas que he detenido mi actividad en la web— con una obra muy especial para mí. Se trata de Proyecto ficción, ópera prima de David Pierre, crítico en A Librería y colaborador de Libros Prohibidos en los últimos Premios Guillermo de Baskerville. Pero no solo por eso es especial, sino que tuve el honor de realizar una lectura beta de este libro anterior a su publicación. David, un autor con paciencia y buen criterio, supo hacer suficientes cambios como para que la obra corrigiese algunos de sus puntos débiles. Y ha mejorado con respecto a esa versión beta. Lo cuento todo tras la sinopsis.
Por culpa de un desacuerdo con su padre, Ben se ve obligado a marcharse de casa. Sin rumbo, el joven llega a los límites de Nehers, lugar en el que todo es frío y hielo, y una especie de embrujo comienza a congelar su piel, sus piernas, su cuerpo entero.
Tras caer en un conjunto de extrañas pesadillas en las que apenas se reconoce a sí mismo, el chico abandona su deshielo y empieza a descubrir el rompecabezas inacabable que trata de formar la distante y frígida Nehers.
El dominio férreo del Orden y sus soldados. Un enorme monstruo blanco sin orejas. La magia azul… y la Maldición de la Niebla.
Las primeras novelas son, casi por definición, complicadas. Cuestan la vida escribirlas —y corregirlas ya ni os cuento— y también son más difíciles de leer, porque hay que echarles más paciencia que a un libro de un escritor consagrado, por ejemplo. Finalmente, son extremadamente complicadas de criticar: hay que tener en cuenta todos los factores que se encuentran detrás de su escritura, y hay que comprender y perdonar los errores sin pasarlos por alto, ya que nada ayuda tanto a un autor como reconocer sus puntos débiles. En el caso de Proyecto ficción, se presenta un único problema principal —eso es bueno—, pero que tiene un gran protagonismo a lo largo de todo el texto —eso ya es menos bueno—. Se trata de la continuidad, cosa que voy a intentar explicar a la vez que muestro los otros muchos puntos positivos que el lector se va a encontrar entre sus páginas.
Uno de los principales problemas que tenemos los escritores con nuestra primera obra es que queremos volcar todo nuestro conocimiento, queremos hacer gala de nuestra imaginación, usar todas esas imágenes salidas de nuestra cabeza, plasmar esas historias a las que llevamos tanto tiempo dándoles vueltas. Y es todo esto lo que creo que está detrás del problema de continuidad. Cuando hablo de continuidad, me refiero a que, en ocasiones, la historia es difícil de seguir. Y se debe a que ocurren demasiadas cosas demasiado seguidas y no da tiempo a hacerse al momento presente, al capítulo que se está leyendo. Hay una especie de ansia por lo que está por venir y no tanto gusto por lo que ya hay, que es mucho y bueno. Porque David Pierre construye escenarios como lo haría un ingeniero que sabe manejar la magia. El mundo de Nehers puede tener similitudes con el nuestro, pero son pocas; aquí todo es nuevo, maravilloso, propio de la escenografía de las películas de Georges Méliès.
Lo mismo ocurre con los personajes. En el mundo de Proyecto ficción hay diversas criaturas con ciertas semejanzas al ser humano, pero, en realidad, totalmente distintas. Esa ansia de futuro y de querer mostrarnos más de lo que hay, impide que conozcamos mejor a los tipos de seres, e incluso a los propios personajes. Los protagonistas tienen un trasfondo mayor que el que la historia permite ver. Están bien trabajados y me hubiera encantado tener un poco más de tiempo para poder conocerlos mejor, aunque reconozco que esto ya es algo más personal y que seguro que no le va a ocurrir a todos los lectores.
Una cosa que me impresionó de la segunda lectura que hice fue que, además de agregar casi el doble de páginas, el autor fue mejorando la escritura de un libro que ya de por sí estaba bastante bien escrito. En esto apenas se le nota que es una ópera prima, además de que facilita la lectura, lo que se agradece. Y mucho.
Salí del despacho de Lok y me senté en una de las sillas de madera negra de la sala de espera. Era algo incómoda y pequeña. Tras eso, abrí el sobre con cierto nerviosismo y leí la carta que contenía. En ella se explicaban los motivos de mi expulsión del CEN: se me culpaba de instigación a la protesta, de enaltecimiento del desorden y de unos doce o trece comportamientos peligrosos más.
Se ha volcado tanto el autor en la escritura de Proyecto ficción que es posible navegar por la simbología de cada una de sus partes. La novela es un bosque de metáforas, una alegoría constante donde casi nada está ahí por casualidad. Cada elemento representa algo y es un aliciente pare el lector descubrir qué es qué. Ese vínculo con la realidad que mantiene la fantasía de David Pierre ha hecho que, mientras lo leía, me haya venido varias veces a la mente La historia interminable. Son varias las cosas que recuerdan a la obra de Michael Ende, como el uso de la metanarración o la ya mencionada proliferación de personajes y escenarios mágicos. Esto suma ingentes cantidades de puntos a favor.
Muy fantástico, muy personal
Pero los posibles significados de Proyecto ficción no se quedan en lo que cada lector pueda extraer de sus imágenes. El autor ha impregnado las páginas de su primera novela de inquietudes y reivindicaciones personales. Son muchas las temáticas tocadas, como la amistad o el amor, pero sobre todo destaca la rebeldía juvenil, la crítica social —siempre tan presente y necesaria en las obras de ficción especulativa— o la ruptura con el orden establecido. No conozco lo suficiente a David Pierre, pero me aventuraría a decir que ha tirado de sus experiencias vitales más personales, dándole poderío a sus letras y conformando un título muy íntimo.
Si a esto le sumamos que el autor ha contado con las maravillosas ilustraciones de su pareja, Gemma Martínez, nos encontramos con que este libro es casi una parte de su alma, algo así como un Horrocrux. Gemma, por cierto, es la autora de mi avatar de Twitter, entre otros muchos. No dejéis de seguir sus trabajos y sus «chibis» que son lo mejor.
En resumen, Proyecto ficción, con sus cositas perdonables, sus aciertos y sus muchos secretos ocultos, es una buena primera novela a la que merece la pena asomarse. Y la siguiente va a ser mucho mejor.
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Foto: Daniel Olah. Unsplash