«Inconforme sí soy, con el comportamiento humano, con la manera en que está organizada la sociedad… Es una de las razones que me impulsan a escribir. Me entristecen y me indignan bastante muchas cosas que veo a mi alrededor. El mundo es un lugar injusto, angustiante.» Entrevista a Daína Chaviano.

 Daína Chaviano ha sido reconocida como la autora fantástica más importante de la literatura cubana. Ha recibido numerosos premios por sus novelas y relatos, desde la Medalla de Oro al Mejor Libro en Lengua Española (el Florida Book Awards, USA), a el Best Popular Fiction y el Best Novel Adventure or Drama in Spanish en el Certamen Internacional Latino Book Awards, o el Premio Azorín de Novela.

Traducida a veintisiete idiomas, entre sus obras podemos encontrar Los hijos de la Diosa Huracán (Grijalbo, 2019), Extraños testimonios (Huso, 2017) o Fábulas de una abuela extraterrestre (Huso, 2018).

Además de su faceta de escritora, fundó el primer taller literario de ciencia ficción de América Latina y ha trabajado como guionista, presentadora y actriz para televisión y radio.

 

Oscuridad, misterio y documentación histórica se entremezclan en una autora de múltiples rostros. Daína Chaviano tiene el don de guiarnos en un viaje novelesco para descubrir los entresijos de la mente de sus personajes, de sus emociones, y de los enigmas que los rodean, así como de adentrarnos en su faceta más sombría y fantástica a través de sus relatos. Una autora que cabalga entre géneros, fusionándolos, y nos contagia su pasión.

 

Hola, Daína. Gracias por concedernos un ratito y responder a estas preguntas. Me gusta hacer un recorrido vital con estas entrevistas, así que espero que no te importe que empecemos desde el pasado.

I: ¿Cuál es tu primer recuerdo ligado a la literatura?

D: Mi primer recuerdo en ese sentido son los anaqueles de la casa de mi infancia: la doble estantería de madera oscura que dominaba la sala, repleta con títulos de toda clase; la cabecera de la cama de mis padres, con dos puertecillas corredizas donde guardaban los libros prohibidos para menores: El diablo en el cuerpo, de Raymont Radiguet; 1984, de George Orwell; El Decamerón, de G. Boccaccio; El reposo del guerrero, de Christiane Rochefort; El elefante, de Sławomir Mrozek; La isla de los pingüinos, de Anatole France… Tesoros que empecé a leer a escondidas, incluso antes de que pudiera comprenderlos a plenitud.

 

I: Si tuvieras que escoger un título, sólo uno, ¿cuál sería y por qué?

D: Crónicas marcianas, de Ray Bradbury. Marcó mi niñez, adolescencia y juventud. Dejó un impacto enorme en mi formación como escritora y fue decisivo en mi amor por la literatura fantástica y de ciencia ficción.

 

I: ¿Qué piensas sobre la visualización de la mujer en el mundo de la escritura? ¿Y en el de género? 

D: No suelo pensar mucho en ese tema. Leo todo tipo de libros, sin preocuparme por el sexo del autor. Dicen que ahora las escritoras tienen más visibilidad que antes. Supongo que es porque también su número ha crecido. Me parece fabuloso, pero no es un referente de interés para mí. Si busco con avidez las obras de Nnedi Okorafor o Aliette de Bodard no es porque sean escritoras contemporáneas de ciencia ficción, sino porque sus ideas me fascinan.         

 

I: Oscuridad y feminismo, ¿por qué crees que está tan en boca de todos ahora mismo la literatura oscura escrita por mujeres? 

D: No lo sé. A veces los géneros se ponen de moda, se rechazan o se vinculan con un tipo de lector o época o moda. Quizás la eclosión del feminismo y del movimiento «me too», que han sacado a la luz el abuso, el maltrato y la violencia de género, han propiciado y estimulado a muchas autoras a escribir sobre lo que permea el ambiente en que viven.

Sin embargo, las mujeres han estado escribiendo sobre esos temas desde hace décadas. Si se busca en la obra de Virginia Woolf o de María Luisa Bombal, por poner dos ejemplos, ese vínculo es muy claro. Si la prensa y los medios han decidido prestarles más atención ahora, será por causas extraliterarias (léase, razones de conveniencia o populismo mediático), no porque antes no existieran ejemplos sobrados e incluso de mayor calidad que muchas obras actuales.

 

I: ¿Te consideras una autora oscura o esa faceta es un reflejo de algo más? 

D: No me considero oscura, pero una cosa es lo que pienso que soy y otra es cómo me perciben los lectores. Uno puede pensar que es de un modo y la gente puede verte de otro.

 

I: Sin duda tus personajes y escenarios destilan cierta oscuridad e inconformismo, ¿qué nos puedes contar de ello? 

Si solo conoces uno o dos de mis libros, como Extraños testimonios, Casa de juegos y algún otro que se me escapa, quizás podrías pensar que soy una escritora sombría, pero no es así. Quien haya leído El abrevadero de los dinosaurios, por ejemplo, se dará cuenta de que puede haber bastante luz y humor en lo que escribo.

Los registros de un escritor pueden variar y ser múltiples. Tal vez pueda ser algo melancólica o lúgubre en algunos de mis libros, pero no en todos.

Inconforme sí soy, con el comportamiento humano, con la manera en que está organizada la sociedad… Es una de las razones que me impulsan a escribir.

Me entristecen y me indignan bastante muchas cosas que veo a mi alrededor. El mundo es un lugar injusto, angustiante. Así es que creo que siempre habrá algo de esas sombras en cualquier escritor, aunque no específicamente en mí, ni porque sea parte de mi personalidad literaria.      

 

I: ¿En qué géneros te mueves más cómoda, como lectora y como escritora? ¿Y con cuál/es te sientes a disgusto? 

D: Soy una lectora omnívora. Puedo disfrutar por igual de un libro de ciencia que de poesía.

En cuanto a la escritura, depende de la época. En un tiempo me sentía más cómoda con el cuento. Ahora me siento mejor escribiendo novelas.

Confieso que, con cada libro que publico, me siento cada vez menos segura. Añoro mis años juveniles, cuando escribía con desenfado y despreocupación. La experiencia produce lastres muy molestos para la creación. Te exiges más. Te sientes menos complacida de tu trabajo porque sabes más y has aprendido a ser más crítico con tu oficio.

 

I: ¿Inspiración o método? 

D: Trabajo con ambos. La inspiración llega primero. Después hay que sentarse a planificar y a pensar en la mejor manera de llevar esa inspiración al papel o a la computadora.

 

I: ¿Eres de orden o de caos? ¿Cómo es tu proceso? ¿Y tú como persona y lectora?

D: Puedo ser muy metódica cuando investigo y recopilo información, pero no siempre cumplo el horario de escritura. También puedo trabajar mucho o poco diariamente, dependiendo de mi ánimo. Así es que no soy muy ordenada en ese sentido.

Como lectora soy totalmente caótica. A veces leo tres o cuatro libros a la vez. Me gusta hacerlo siempre antes de dormir, pero también puedo pasarme dos o tres días leyendo si la lectura me atrapa.

 

I: ¿Qué opinas de la documentación?

D: Cuando se trata de novelas históricas y de ciencia ficción, la información es imprescindible, al menos para mí. Aunque una historia de corte fantástico o de terror también pudiera requerir de ciertos datos. En mi caso, es raro que no acuda siempre a alguna forma de investigación.

 

I: Si tuvieras que convencer a alguien para que se iniciara en el mundo del relato, ¿qué le dirías?

D: Cuando hablas de iniciación en el mundo del relato, me imagino que te refieres al oficio de escribirlos. La mejor y única manera que conozco de aprender a escribir es escribiendo. Ray Bradbury, que era un maestro del cuento, decía que él escribía por lo menos uno semanal. Si luego lo publicaba o no era otro asunto. El caso era practicar, no perder el ritmo.

La práctica es lo que hace a un escritor. Y claro está, el conocimiento de los clásicos. No puedes pretender ser un gran cuentista sin leer a los grandes maestros, desde Maupassant hasta Gorki, desde Twain hasta Cortázar.   

 

I: ¿Con qué autora iniciarías a un/a profano?

D: En el cuento, Katherine Mansfield. En la novela, María Luisa Bombal.

 

I: ¿Qué opinas del mundo editorial actual? ¿Y de los lectores? 

D: Extraño las pequeñas y medianas editoriales que existieron durante casi todo el siglo XX y que hacían pequeñas tiradas de obras y autores cuidadosamente seleccionados. Descubrían maravillas. Ahora todo el mercado editorial se ha masificado. Se imprimen miles de bestsellers cada año, muchos de los cuales son títulos de calidad nula.

Encuentro mucha literatura que no deja huellas ni cambios reales en el lector. Ojalá hubiera una mejor selección, con menos títulos, pero con mayor calidad, en lugar de tantos miles que son totalmente prescindibles.

Aunque creo que hay muchos lectores, ni siquiera la tercera parte de ellos se ha preocupado por leer a los clásicos y no tienen puntos de comparación. Hay muchos devoradores de bestsellers, pero eso no los convierte en grandes lectores, es decir, en personas capaces de discernir entre la gran literatura y la ficción superficial de entretenimiento. Creo que antes había menos lectores, pero esos pocos eran más cultos, en términos de saber interpretar un texto literario y de discernir la verdadera calidad de un autor.

 

I: Háblanos de tu último libro. 

D: Es un thriller histórico que intenta recuperar el universo perdido de los taínos, la principal etnia indígena del Caribe. Basándome en investigaciones y descubrimientos arqueológicos y etnográficos de las últimas dos décadas, he tratado de reconstruir ese universo con una trama que se desarrolla en los primeros años de la conquista española en Cuba. Incluyo un elemento espiritual y mítico, casi paranormal, porque intento mostrar el mundo taíno con todas sus creencias (chamánicas y animistas) y su concepción del mundo. La única manera que tenía de plasmar cómo lo percibían era incorporando los elementos espirituales con los que convivían.

 

I: ¿Tienes algo entre manos? 

D: Estoy trabajando en un libro de relatos. Desde que escribí Extraños testimonios, a principios de los años 90, nunca había vuelto sobre el relato. En estas tres décadas, escribí varias novelas. La más reciente, cuya escritura me llevó más de una década, me agotó bastante. Así es que decidí tomarme un descanso regresando al cuento, un ejercicio que me está obligando a romper con las estructuras completas y extensas de los últimos tiempos. Estoy obligándome a regresar a tramas ceñidas que necesitan contarlo todo con menos elementos.

 

I: Muchas gracias por habernos regalados este ratito. ¡Nos leemos!

 

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