Título original: Prestupléniye i nakazániye
Idioma original: Ruso
Traducción: Isabel Vicente
Año: 1866
Editorial: Cátedra (1996)
Género: Novela
Valoración: Así sí
Este libro es lo que podría llamarse una cuenta pendiente. Llevaba unos cuantos meses en mi estante de próximas lecturas, y mucho más aún en mi conciencia. Ayer, por fin, terminé las más de 700 páginas de la maravillosa edición comentada de Cátedra. Sí, lo hice, y he de decir que, por varios motivos, me siento liberado.
Mucho, muchísimo se ha hablado de esta novela desde que apareciera. Y no es para menos. Su trasfondo filosófico es innegable, no en vano, es bastante conocida la influencia que tuvo en la posterior obra de Nietzsche (la moral del esclavo, el superhombre, la muerte de Dios, el nihilismo…). Por otro lado, hay que darle la razón a quienes la definen como una novela psicológica, ya que la profundidad que se alcanza en los truculentos pensamientos de Raskólnikov, su protagonista, es inabarcable.
Esta mezcla de filosofía y psicología otorga, no ya sólo al protagonista, sino a todos los demás personajes, de una dimensión tal, que incluso llegan a parecer familiares (pese a esos nombres rusos tan complicados de asumir para un lector profano en esta lengua, como yo). Resulta que, a poco que se va conociendo a los personajes, sus motivaciones, y el entorno (que se las trae), cada giro que toma la historia hace zozobrar las emociones del lector, las remueve, las vuelve boca abajo, para después devolverlas a su sitio y vuelta a empezar (¿vendrá de aquí el término montaña rusa?). Porque resulta que, aunque se trata de una novela decimonónica, ya saben, saturada de líneas y líneas de información no siempre interesante, Dostoievski la fue publicando capítulo a capítulo en la revista Apuntes patrios. Éste no es un detalle cualquiera, ya que significa que Dostoievski, sin tener ni idea de lo que podría ser un best-seller, escribió el libro con intención de mantener al lector en vilo. Dadas las circunstancias, es muy de agradecer.
Pero, ¿de qué va Crimen y castigo? Trata de un momento concreto en la vida de Rodión Románovich Raskólnikov, ex-estudiante que malvive en San Petersburgo. El joven recibe una carta de su madre anunciándole el próximo enlace de su hermana menor, lo que él considera como un matrimonio de conveniencia para beneficiarle a él, el hermano que no se puede sufragar los estudios. Asqueado, Raskólnikov decide asesinar y robar a una vieja usurera para que su hermana no tenga que hacer sacrificio alguno por él. El sentimiento de culpa, que va aflorando a medida que va conociendo detalles del asesinato por otras fuentes (incluso por parte de la policía, que sospecha de él), hace que viva un proceso semejante a la locura. Mientras, los acontecimientos a su alrededor van mostrando la cara más ruda de la Rusia de la época: la miseria, el vacío existencial, la sensación de desamparo, tanto material como espiritual, la perdida de identidad, e incluso de humanidad de los habitantes de la gran ciudad. Ante tan descorazonador panorama, Raskólnikov va y viene constantemente entre autojustificarse, huir, entregarse, o terminar con su propia vida.
Ya comenté antes que nosotros, acostumbrados a un tipo de novela más ágil (fenómeno impulsado por el cine), tal vez podamos considerar arduo, incluso farragoso, un libro de semejante calibre. Sin embargo, el peso de sus páginas tiene justificación en la ya comentada profundidad. Dostoievski llega hasta el fondo de la cuestión con una maestría tal, que desde su lectura me resulta imposible no ver reflejos de ella en multitud de obras posteriores. Sin ir más lejos, ayer mismo vi una deliciosa película de Woody Allen, Delitos y faltas, donde el tratamiento de un asesinato es muy similar a la obra del genio ruso. Y hay más ejemplos, muchos más.Y hasta aquí mi humilde contribución a este clásico entre clásicos. Sabéis que si os consideráis lectores consumados, tendréis que atravesar esta puerta.