Título original: Dune Messiah
Idioma original: Inglés
Año: 1969
Editorial: DeBolsillo
Género: Ciencia Ficción / Fantasía
Valoración: Recomendable
Aquellos que sigan con asiduidad esta web sabrán que hace unos meses me metí en el fregao de leer y reseñar Dune. No me interpreten mal, tanto la primera como la segunda parte me han gustado, de modo distinto, pero las he disfrutado. Cuando hablo de fregao me estoy refiriendo a que el universo creado por Frank Herbert es quizás demasiado complejo. Atrapa de tal forma que no sé muy bien si alabarlo o criticarlo ferozmente. Tal vez debería haber hecho como Javier con la trilogía de Los juegos del hambre, que se la leyó de un tirón y la reseñó como un todo. Pero, francamente, no me veo a mí mismo leyéndome esta saga de corrido. No con demasiada soltura.
Y es que ese misticismo que impregnaba cada asunto de la primera parte, en El mesías de Dune, es una corriente que lo desborda todo. No estamos ya hablando de un libro de fantasía ambientado en un planeta lejano, sino de todo un compendio de poderes, artes arcanas, filosofía, religiones interestelares, escuelas ocultas… Casi todos los personajes tienen una capacidad mental que les hace poderosos, y todos ocultan secretos (que vamos viendo entrometidos en sus pensamientos mientras conversan). Esto le da a la obra un aura de misterio tal vez demasiado difícil de atravesar. De hecho, es normal no enterarse de casi nada en las primeras cien páginas de, no lo olvidemos, un libro de 300.
Pero, claro, nadie se va a sumergir en esta segunda parte sin haberse leído la primera, mejor dicho, sin haberse enganchado a la primera. Es por eso que El mesías de Dune es una continuación pura, que carece de sentido sin su predecesora y, muy presumiblemente, sin su sucesora. Por ello, la valoración final va a ser un Recomendable y no otra cosa más baja. Pero que no se alarmen los amantes de Dune, que se trata de una digna continuación que va de menos a más, y cuyo final es suficientemente satisfactorio.
Una vez dicho esto, pasemos a la crítica sangrante, que va a ir dirigida, con toda justicia, a los editores de DeBolsillo (Random House Mondadori). No sabemos qué parte de culpa tiene cada uno en la horrible versión que venden, pero a veces los errores resultan incluso ridículos. El número de erratas es bastante elevado, llevándose la palma un par de líneas desordenadas en la página 16, algo nunca visto por un servidor anteriormente en un libro profesional. Y lo peor es que eso no es lo más aberrante. La traducción es pésima y, en ocasiones, demasiado literal del inglés, formando construcciones que ni siquiera suenan a español. Terrible.
Ahora que me siento mucho más ligero, dejo en suspenso la reseña de la tercera parte, la que con toda probabilidad será la última que me lea de esta saga. Suficiente.