Título original: Gone girl
Idioma original: Inglés
Año: 2012
Editorial: Random House (2013)
Género: Novela negra
Valoración: Mejor no
En Libros Prohibidos tenemos un firme propósito: contribuir a que nuestros lectores redescubran a los clásicos o se animen a adentrarse en el mundo de las editoriales independientes y los autores desconocidos, en vez de decantarse por la opción fácil de agarrar el best-seller de turno. En ocasiones consideramos que un best-seller tiene una fama merecida, y en ese caso lo decimos, pero a menudo los libros más vendidos lo son por una combinación de dos factores: una maquinaria de marketing bien engrasada, y unos ingredientes calculados al milímetro para que la experiencia lectora sea, a un tiempo, adictiva y gratificante, dejando, a menudo, la calidad literaria a un lado. Perdida pertenece a este último grupo.
Para aquellos que no hayan leído la obra, déjenme advertirles que es extremadamente difícil realizar una crítica de la misma sin soltar algún ***SPOILER***. Como la poca gracia que puede tener este libro se encuentra precisamente en sus giros argumentales, voy a hacer todos los esfuerzos posibles por revelar lo mínimo indispensable de la trama. Así que, si en ocasiones me pongo un poco críptica, será porque estoy tratando de dar la menor cantidad de información posible. Pero es probable que algo se me escape. El que avisa no es traidor.
Perdida comienza con la misteriosa y repentina desaparición de Amy, esposa de Nick, en el día de su quinto aniversario. La primera mitad del libro alterna dos tipos de capítulos. Por un lado, nos adentramos en la mente de Nick y asistimos a los días siguientes a la desaparición de su mujer, de la que pronto será acusado él mismo. Por otra parte, tenemos acceso a extractos del diario de Amy que nos muestran momentos de su relación con Nick en los años precedentes a su desaparición. Quizá lo más interesante de esta primera parte sea el contraste entre la información que nos llega de cada narrador, que no siempre es coherente con la otra versión. El lector se va formando poco a poco una imagen de ambos protagonistas y de su tormentosa relación, hasta que, en torno a la mitad del libro, hay un giro repentino de 180º grados que muestra que quizá no es oro todo lo que reluce, o más bien, que no es mierda todo lo que apesta. Y hasta aquí puedo leer.
La virtud innegable de este libro reside precisamente en su estructura y los vertiginosos giros argumentales que la acompañan. Esto es lo más interesante y original de la obra y el principal factor que contribuye a su carácter adictivo. Porque Perdida engancha mucho. Qué se le va a hacer. Yo he estado tres días convertida en una auténtica yonki, las cosas como son. En este sentido, cumple su función si a ustedes, como a mí, les gusta llevar este tipo de lecturas en el bolsito playero. No obstante, Perdida no es una obra de calidad, sino una novela que deja un sabor de boca muy amargo y la sensación de que podría haberse invertido el tiempo en leer algo alternativo. Me explico.
Uno de los problemas de Perdida se encuentra en sus personajes, tanto principales como secundarios. Los dos protagonistas son personas absolutamente odiosas, tanto antes como después del punto de inflexión de la trama. Me ha resultado imposible empatizar con ninguno de los dos, o ponerme del lado de uno u otro. Son personas narcisistas, egoístas, vengativas, enfermas. No me he podido identificar con sus motivos, ni llegar a entender sus acciones. Creo que el libro me hubiera resultado bastante satisfactorio si al final hubieran sufrido ambos una muerte lenta y dolorosa (por desgracia, no es el caso). Los personajes secundarios son incluso peores, porque para colmo carecen de toda profundidad. Son prácticamente estereotipos, y a cual más odioso también. Así que la sensación general es que, en el fondo, importa poco lo que les pueda ocurrir a unos y a otros.
El segundo problema está en la narración y, en particular, el lenguaje que decide usar Gillian Flynn. Lo he leído en inglés, así que no puedo comentar acerca de la traducción de Random House, pero el texto original adopta un estilo muy vulgar y está plagado de palabras malsonantes, hasta el punto de resultar cansino. Creo que nunca he leído un libro en el que aparezca más veces la frase “fucking bitch”. Teniendo en cuenta que los narradores son personajes de clase media, y no gangsters chungos del gueto tipo The Wire, semejante lenguaje resulta innecesario. Por lo demás, no está bien escrito. Hay expresiones que se repiten de forma enervante (“literally” y “mantra” son otros dos ejemplos, junto a “fucking bitch”). Esto se perdona cuando el narrador es alguien con poco vocabulario, como en El curioso incidente del perro a medianoche, pero en Perdida los dos protagonistas son escritores, así que no hay excusa. La autora debería haberse detenido un poco más en embellecer el texto y mejorar su aspecto estilístico. Quizá es que no sabe. Sospecho que no sabe.
Por último, pero no menos importante, la trama en sí adolece de gravísimos defectos. Gillian Flynn ha querido crear la novela negra definitiva, el crimen más perfecto que se pueda imaginar. Y lo que resulta es un argumento absolutamente inverosímil. Confluyen tantísimos factores improbables que no hay quien se lo crea. Y no solo eso, sino que además no es difícil encontrar incoherencias en las acciones de los personajes, algunas de ellas tan llamativas que los propios narradores las tratan de desmentir de forma chapucera, con frases tipo “esto podría parecer poco coherente con el carácter de X, pero no es así si tenemos en cuenta que [insértese excusa sacada de la manga]”. Además de todo esto, el desenlace final, aparte de ser bastante decepcionante, está cogido con alfileres. La trama es tan compleja y enrevesada que bastaría un mero soplido para que se derrumbase como un castillo de naipes.
En resumen, queridos, Perdida engancha mucho y da para pasar un buen rato, pero ahí fuera hay millones de libros que consiguen esto mismo con unos personajes mucho más cercanos, una trama más sólida y un estilo más cuidado. Les animo a seguir buscando.