Ignacio Moreno: Las ratas de Böölunjgen

Las ratas de Böölunjgen. Libros Prohibidos

Año: 2018
Editorial: Maclein y Parker
Género:
 Novela (negra/ciencia ficción)
Obra perteneciente a la sección oficial de los Premios Guillermo de Baskerville 2019

Eso que da vidilla a las ratas de Böölunjgen

Vuelve Maclein y Parker a Libros Prohibidos. Es una gran noticia, no porque hayamos dejado de colaborar, sino porque después de que empezáramos a dedicarnos en exclusiva a la fantasía, la ciencia ficción y el terror, las posibilidades de hablar de sus libros —es una editorial enfocada en la narrativa— disminuyeron drásticamente. Por suerte, y siguiendo con la tendencia actual, cada vez son más los autores que incorporan elementos del fantástico a sus obras. Por eso hoy hablamos aquí de Las ratas de Böölunjgen, ópera prima del sevillano Ignacio Moreno. Nosotros encantadísimos.

Un asesino profesional comete un desliz prácticamente insignificante al ejecutar su último encargo. Se trata de un fallo menor, pero para él será el principio de un cúmulo de dudas que lo hará cuestionarse si sigue valiendo para el oficio, lo llenará de incertidumbres y lo obligará a recordar las razones por las que se convirtió en un criminal. En su huida, recala en una ciudad que no conoce, en un planeta que no había visitado antes, donde el azar provocará un encuentro con una mujer enigmática, que podría ser víctima o verdugo.

Voy a empezar esta crítica de la misma forma que empecé el libro: alucinando con su primer capítulo. Y es que Las ratas de Böölunjgen comienza pegándote un sillazo en la cara. Gran ritmo, perfecta construcción sin dar más datos de los necesarios, haciendo que la tensión escale y que el vértigo se apodere del lector. Todo ello sin renunciar al sentido del humor. Te bebes esas once primeras páginas como si fueran tres. Esto es genial para atrapar la atención y crear una necesidad por seguir adelante, pero puede convertirse en un arma de doble filo si baja el pistón, cosa que suele ocurrir. En cualquier caso, mucho mejor así que al contrario.

En fin, irremediablemente, la acción decae poco después. Tampoco es que la trama entre en coma, sigue avanzando con un estilo fresco y resuelto que se convierte en el santo y seña del autor, pero pierde fuelle. Este es uno de los riesgos que corren las novelas escritas en primera persona, ya que, al ser el narrador el protagonista, tienen tendencia a volverse demasiado introspectivas, a encerrarse alrededor de los pensamientos del personaje principal, cuyo único punto de vista conocemos. Esto es tan natural como el agua corriendo pendiente abajo, y se hace especialmente acusado si es una primera novela. De cualquier modo, repito, nunca llega a ser un muermo y el interés sigue ahí, más o menos intacto, hasta el final.

Las ratas de Böölunjgen. Calle. Libros ProhibidosManifiesta Ignacio Moreno que la fantasía y la ciencia ficción son un vehículo para transmitir emociones y contar historias, filosofía que demuestra en Las ratas de Böölunjgen. Y es que esta no es una novela de ciencia ficción al uso. En realidad, se trata de una obra de narrativa con mucho de negra, ambientado en un futuro donde el ser humano ha colonizado ya un buen puñado de planetas. Pero esto último no es más que un escenario, un telón de fondo para darle color a la acción. Es cierto que habla de algunas cosas típicas de la cifi, pero, de nuevo, es solo escenografía. De hecho, el autor propone un juego muy curioso: logra una ambientación futurista a la vez que narra cosas que recuerdan más bien a las películas de polis de los 70. La gente fuma en todas partes y lleva un estilo de vida completamente siglo XX, cosa que intuimos inviable en el futuro. Si es que parece que, en lugar de hablar de un planeta remoto está refiriéndose de la periferia de una gran ciudad. Es un guiño, una pequeña broma del autor. Y funciona.

Elegir al azar tiene sus ventajas. La primera es que es fácil. No tienes que pensar. No haces largas listas de pros y de contras. Cortas el cable azul sin preocuparte de si explotará la bomba. La segunda ventaja es que, a fin de cuentas, en realidad no decides, por lo que si sale algo mal no te sientes culpable. En mi caso, el azar eligió Böölunjgen. No es el nombre de un planeta, sino de una ciudad. Tamaño medio, renta humilde, en un planeta de la periferia.

Me alegra que exista esta mezcla de estilos y de tipos de libro tan, en principio, opuestos. Primero, porque soy un defensor de la libertad creativa pura sin estrecheces y sin etiquetas —dentro de lo posible, claro—. Y segundo, porque estas obras permiten acercar a públicos diversos a literaturas que, de entrada, no leerían. Si, por ejemplo, un lector acérrimo de ciencia ficción se siente atraído por Las ratas de Böölunjgen a raíz de esta reseña —cosa que me haría feliz—, estará descubriendo otros géneros que a lo mejor tiene menos transitados y que pueden decirle nuevas cosas. Esto enriquece a la literatura y a los lectores. Son buenas noticias.

Con respecto al personaje principal, le afecta un poco lo ya comentado de la narración en primera persona. No es que haya nada malo en él, todo lo contrario: lo llegamos a conocer a la perfección. Sin embargo, es el mundo a su alrededor lo que se queda algo más borroso. Hubiera resultado más efectivo que conociéramos mejor a los demás, a aquellos con quienes interactúa el prota y que tanta importancia ganan a lo largo de los capítulos. Esto hubiera alisado las puntas de la historia y le habría liberado de la ya comentada introspección, o al menos le habría dado mayor sentido a la misma. Es difícil conseguirlo en un libro con este tipo de narrador, pero…

Así era (y es) Böölungjen: pasas de lo mediocre a lo hediondo en apenas dos pasos. Un carro de salchichas que se están cociendo, un pequeño templo que huele a sándalo, una muchacha recién duchada con champú de fresas y, después, restos de cangrejos autóctonos cuyos exoesqueletos fermentan tan rápido que nadie se molesta en limpiarlos.

En resumen, Las ratas de Böölunjgen es una obra de gran interés para todo de público, independientemente de sus géneros predilectos. Y que para ser ópera prima está más que lograda. Me encantará leer más a este autor en el futuro.

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Foto: Filip Mroz. Unsplash