Título original: I, Robot
Idioma original: Inglés
Año: 1950
Editorial: Edhasa
Género: Novela
Valoración: Recomendable
Vaya fregao, fue la expresión que me vino a la cabeza cuando, a mitad de libro, pensaba en la reseña que podría hacer de esta obra, clásico entre los clásicos de la ciencia ficción. Y es que resulta que yo esperaba encontrarme con otra cosa distinta, no sé, algo más espacial o de aventuras. A lo mejor influyó en mí la horrenda película que se perpetró en Hollywood hace unos años. No sé.
La cuestión es que yo no sabía que Yo, robot es un libro de relatos que pivotan única y exclusivamente en los pormenores y entresijos de las afamadas tres leyes de la robótica que Isaac Asimov inventó (su creación y desarrollo, de hecho, datan de la publicación de este título). No hay un gran despliegue técnico aquí, ni detalles espectaculares de un futuro posible, ni grandes historias sobre la colonización de mundos lejanos, no, Yo, robot viene a ser más bien un compedio de situaciones extremas dentro de la psicología de los robots.
¿Cuál es el mérito de esta novela? Por supuesto, la inventiva desbordante de su autor, algo innegable. La creación de seres inteligentes que pronto superan en capacidad racional a los propios seres humanos (lo cual tampoco es tan complicado) hace que la humanidad tenga que protegerse de ellos con las ya mencionadas tres leyes, lo que a su vez da lugar a complejas paradojas. La resolución de las mismas es de lo que tratan los relatos. Se intuye una gran dosis de sentido del humor escondida entre líneas y líneas de conversaciones, más o menos, solemnes. ¿Pretendía el autor ridiculizar así a sus congéneres? Yo no lo descartaría.
La parte negativa de este experimento de ciencia ficción es que la lectura en sí resulta plomiza a más no poder. El futuro que se plantea tampoco es que sea demasiado interesante, o a lo mejor lo que sucede es que la visión de Asimov ha quedado sepultada por toneladas de otras obras posteriores más sugerentes. Sea por el motivo que fuere, podríamos decir que Yo, robot ha envejecido bastante mal. Tampoco quería dejar atrás la horrible experiencia de leer una versión de los setenta, con su traducción calamitosa de rigor (parece imposible encontrar una buena de esa fecha). No he leído la versión actual de Edhasa, pero espero/deseo que sea mejor porque…
De cualquier modo, cualquier amante del género está obligado a leer sus páginas, ya que (salvando las distancias) nos encontramos frente al Quijote de la robótica. Aquellos que no se consideren tan fans de esta literatura, si lo dejan pasar, pues tampoco les va a pasar nada.