Año: 2019
Editorial: Dilatando mentes
Género: Novela (ciencia ficción/fantasía)
Obra perteneciente a la sección oficial de los Premios Guillermo de Baskerville 2019
Bendito atrevimiento
En los últimos tiempos, tal vez azuzados por el aplauso unánime que se le está dando a la obra de Philip K. Dick, El hombre en el castillo y también porque nos estamos empezando a sacudir los miedos y complejos, se dejan ver más ucronías. Y aunque es cierto que todavía tenemos que terminar de deshacernos de la presión del «¿y si los nazis hubieran ganado la Segunda Guerra Mundial?» —yo mismo soy culpable de ello, ejem, ya lo veréis—, las historias paralelas a la nuestra van ganando fuerza. Es motivo de alegría, ya que hubo una época en la que todo esto era campo… de distopías. En fin, tanta parrafada para darle la bienvenida a Durmientes, ucronía ópera prima de Juan Antonio Oliva.
20 de abril de 2012. Desde Germania, capital del Reich, la población conmemora la victoria en la Segunda Gran Guerra mientras continúa pendiente de la tensa geopolítica con el imperio japonés.
Mientras tanto, en la base científico-militar de Neuwerk, Martin Löwe, piloto de hipersueño, desobedece una orden expresa y salta en solitario por primera vez al mundo paralelo de Odinthal, poniendo en riesgo el proyecto Durmientes que pretende la hegemonía mundial nazi.
Al otro lado, en el fantástico archipiélago Eden, Malva, capitana de quinturia, despierta angustiada. Los sueños extraños han regresado e incluyen a sin alas.
Los vientos de ambos mundos, fríos como los pensamientos de tiranos, no tardarán en encontrarse.
La palabra que más se me viene a la mente a la hora de tratar sobre Durmientes es «desafío». Me estoy refiriendo, por supuesto, al desafío que el lector se encuentra a la hora de sumergirse en esta ciencia ficción ucrónico-fantástica. Pero también me refiero al desafío que imagino que ha debido suponer al autor componer esta historia, y al otro desafío que me está suponiendo a mí hacer esta reseña. En efecto, el libro que traigo hoy no es fácil de abordar; es complejo, contiene una estimable cantidad de elementos tanto en la superficie, bien a la vista de todos, como más profundos, enterrados entre las subtramas. Sí, es una obra atrevida, como solo pueden serlo las primeras novelas. Voy a intentar explicarme mejor.
La trama principal de Durmientes se desarrolla en un 2012 en el que las fuerzas del Eje ganaron la Segunda Guerra Mundial. Nazis y japoneses conforman las grandes potencias que se dividen el mundo y, además, están a punto de enfrentarse entre ellas. A todos los elementos que pueden formar parte de las implicaciones de semejante panorama se le suma la existencia de un portal a otra dimensión, a Eden, lugar de donde extraer minerales para crear armas de destrucción masiva. Además, Eden es habitado por unos seres humanoides y alados de estos de mandarte a por pretzels de una hostia. La interacción de estos elementos explica todo eso de la complejidad que alegué antes, una complejidad resuelta por el autor a golpe de genio creativo. Estos fogonazos de originalidad, sin embargo, en ocasiones también proyectan largas sombras.
Bipolaridad
Empiezo por la coexistencia en este libro de fantasía y ciencia ficción, cosa que siempre he defendido y que defenderé. En Durmientes, Juan Antonio Oliva no solo introduce la fantasía en un mundo eminentemente ci-fi, sino que le da su propia trama, con capítulos completos dedicados a los alados habitantes de Eden y los va entremezclando con los de los nazis. ¿Cómo consigue que uno y otro mundo se complementen y la máquina funcione? Pues haciendo que la trama principal pivote sobre este hecho: los nazis miran hacia Eden porque les interesa explotar sus minerales para ganar la guerra y terminar de dominar el mundo, y los de Eden miran hacia «nuestro» mundo por el choque que ello supone. Con mucho esfuerzo, el autor consigue mantener el equilibrio hasta el mismo final.
Dos mundos, dos tramas que se entrelazan, dos jóvenes protagonistas, dos estilos —fantasía y ciencia ficción—, ucronía y utopía, dos superpotencias a punto de entrar en la guerra definitiva; este libro está dominado por un dualismo que no deja de repetirse desde el mismo principio. Esta contraposición va haciendo más y más complejo el avance de la historia. Como forma de amortiguar el posible impacto de esta dualidad y para encauzar la dirección de los acontecimientos, el autor ha optado por profundizar en los detalles. Es un trabajo titánico el realizado por Juan Antonio Oliva y no ha rehusado a acometerlo, cosa que es de elogiar. Sin embargo, pienso que algunas ocasiones podía haber optado por soluciones más simples para conseguir los mismos resultados. Por poner un ejemplo, no veo necesaria la explicación de los nazis dominando el cotarro. Una dimensión paralela gobernada por estos ya está de algún modo en la cultura popular, lo que hace hasta redundante dar mayores detalles; es fácil de visualizar con muy poco. Incluso el iniciador de esto —uno de ellos al menos—, el ya mencionado K. Dick, hizo de, precisamente, El hombre en el castillo un gran exponente del minimalismo y la sutileza. Vamos, que no explicaba apenas nada y todo lo dejaba a la imaginación e interpretación del lector.
Entiendo que la posible sobreexplicación se deba a que el autor ha querido mantener bajo control todos y cada uno de los elementos —que ya digo que son un buen puñado— y a que, no lo olvidemos, se trata de una primera novela. De forma que ese atrevimiento, osadía y audacia que tantos destellos deja y que tanto y tan bien consigue impactar, a veces resta, en mi opinión, al correcto avance de la obra. Y si a eso le sumamos la continua polarización, en ocasiones deja la sensación de ser un texto no del todo bien calibrado, desigual, desequilibrado. ¿Es esto suficiente para convertirla en una mala lectura? En absoluto, solo pido que se tenga en cuenta que es una primera novela.
En la tarima de autoridades, en pie junto al resto de la élite nazi, el orgulloso mariscal de campo de las schutzstaffel Ernst von Waltz, disfrutaba ante el inmenso desfile organizado por el actual Führer. Tropas y vehículos avanzaban al son de la novena sinfonía de Beethoven por el Gran Bulevar de Germania.
No quiero terminar este apartado sin hacer mención al trabajo de documentación que tiene esta obra. Muy completo, muy riguroso, y perfectamente acompañado de un saco de términos auf Deutsch que le dan un mayor realismo y que ayudan a meterse mejor en la atmósfera de Durmientes.
Material extra
Como viene siendo costumbre con la editorial Dilatando mentes, el libro viene acompañado de bastante material adicional. Además del prólogo y del epílogo —de David Luna y Jaume Valor respectivamente—, Durmientes trae entre sus páginas una banda sonora propia escogida por el autor con música recomendada para ambientar la lectura, tres ilustraciones interiores a todo color de Cecilia G. F. —también la autora de la portada—, un mapa a mano alzada firmado por el propio Juan Antonio Oliva, una lista muy completa de otras ucronías célebres que entendemos que han sido usadas por el autor como referencia y un epílogo extra donde se explica de dónde salió la idea de Germania acompañado de ilustraciones. De esta forma, desde la editorial se aseguran de que la experiencia lectora vaya más allá del mero texto.
Para finalizar, decir que soy consciente de que no me ha salido una reseña 100% positiva y no quiero dejar una mala impresión. El libro me ha gustado y merece la pena. El autor demuestra unas grandes cualidades y estoy más que convencido de que tiene muchas más historias que contarnos. Descubridlo por vosotros mismos antes de que se ponga de moda.
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Fotos: Gabriele Motter. Unsplash