Cabotaje — Marisol Torres

Novela finalista del Premio Guillermo de Baskerville al mejor libro independiente de 2014
Año: 2014
Editorial: Baile del Sol
Género: Cuentos
Valoración: Muy Recomendable
A veces pienso que para qué demonios habremos montado este tinglado de Libros Prohibidos, como si yo ya no tuviera bastante con leer todos esos libros que me faltan, y que con angustia veo que no tengo tiempo de leer. Es entonces cuando el destino, o el karma, o vaya-a-saber-usted-qué, aparece y te pone delante joyitas como Cabotaje.
Dice la RAE que cabotaje es la navegación que hacen los barcos entre los puertos sin perder de vista la costa, de cabo a cabo. Miro hacia atrás y pienso que no podía haber elegido un nombre mejor. En Cabotaje, Marisol Torres, su autora, nos aloja en su barco, y nos lleva de crucero por veinticuatro puertos distintos. Digo distintos porque, en principio, cada relato es independiente de los demás, pero a poco que uno se detenga a paladear este libro, se es consciente de que existe un hilo conductor, algo que, sin poderse ver o leer, está ahí, como ese mismo mar que  navegamos y que a la vez une y separa las ciudadaes que visitamos.
Posiblemente, este hilo conductor al que me refiero, sea el transcurso de los años, el crecimiento desde la más tierna infancia hasta la vejez, pasando por la adolescencia y las distintas etapas de la madurez. Porque Cabotaje empieza contando historias de niños (que no infantiles) donde destaca la sorprendente De princesas y dragones, y sigue adelante en la edad de sus protagonistas. De la adolescencia podría hablar de la corrosivamente fiel a la realidad Tuenti, pero hay que hacerle justicia a Nácar sobre el mármol.
Más adelante, con la llegada de la primera madurez, tenemos la fantástica y onírica Un tren de sueños, y la sensual Uñas azul añil. Pasan los años, y con ellos llegan los problemas humanos como la soledad, la falta de comunicación, la pérdida, el desengaño, temas que quedan magistralmente plasmados en las escasas dos páginas de La venganza de los huevos fritos. Y finalmente, Divino paragüero, divertido pasaje que retrata la entrada a la vejez de una forma que mezcla la ternura con la violencia de un modo sorprendentemente cómico.
Si hago una selección de los cuentos que más me han gustado no es porque los demás me parezcan malos. No es así en absoluto. El nivel narrativo se mantiene firme pese a las lógicas variaciones temáticas y de estilo que se suceden a lo largo de los veinticuatro relatos.
Es entonces cuando me toca hablar de El punto final, la que, en mi opinión, es la cumbre del libro. De nuevo, la palabra clave es sorpresa, ya que en un ejercicio de funambulismo literario, Marisol Torres se desmarca con un relato tan atrevido como profundo, ambientado en un mundo que no es sino un reflejo del nuestro, y protagonizado por gente tan cercana como podemos ser nosotros mismos. Al pasar la última página, os habréis quedado reflexionando y no podréis continuar leyendo por un rato.
No hace falta ser un lince para adivinar que recomiendo muy encarecidamente estas 124 páginas de deleite lector. Inmejorable plan para las horas muertas de la playa o la piscina (quienes podáis)