Año: 1998
Editorial: Destino
Género: Novela
Valoración: Muy recomendable
Para esta colaboración con Libros Prohibidos por el mes Delibes, en conmemoración del quinto aniversario del fallecimiento de Miguel Delibes, he decidido reseñar El hereje. Sólo he leído dos obras de este autor, la otra fue El Camino y me costó, pero con esta me pasó todo lo contrario: me encantó.
El hereje nos cuenta la historia de Cipriano Salcedo y del momento histórico que le rodea, pues, de alguna manera, marcará su destino. Corre el 1517, año en el que Martín Lutero fija sus noventa y cinco tesis en Wittenberg contra las indulgencias de la Iglesia, lo que se convertirá en el germen del cisma de la Iglesia Católica, y desembocará en el Protestantismo. Ese mismo año, nace en Valladolid Cipriano, quien queda huérfano de madre y es rechazado por su padre. Es criado por su nodriza, Minervina, con quien establece una relación casi maternal. Con el paso de los años y, convertido por sus propios méritos en un próspero comerciante, el protestantismo se cruzará de nuevo en su vida. Cipriano no será consciente de que el Santo Oficio vigila de cerca cualquier movimiento de esta corriente en la península, así como los de aquellos que se acercan a ella; y esto, unido a las suspicacias levantadas por alguien que prospera en una sociedad envidiosa, le convertirán en objetivo fácil para los que acechan en las sombras.
El hereje nos lleva a vivir a través de su protagonista una de las épocas más convulsas y complicadas de la Iglesia Católica, uno de los momentos en los que más cuestionada se encontró, perdiendo muchos fieles. Y eso pese a la amenaza que en aquel momento representaba el Santo Oficio, que no dudaba en llevarse por delante la vida de quien fuera. La Reforma Protestante nació como un intento de vuelta al cristianismo primitivo y como protesta ante la corrupción de la Iglesia Católica, que vendía indulgencias papales a cambio de dinero para financiar la construcción de la Basílica de San Pedro (“nada nuevo bajo el sol”: un modelo de “dudosa financiación” del que seguimos teniendo noticias hoy día). Sin embargo, y pese a esta dudosa conducta de la Santa Sede, todas las personas que intentaron unirse a este movimiento fueron perseguidas, muchas de ellas aniquiladas, en un intento desesperado por evitar que el rebaño se viera desperdigado.
Esta novela está escrita con un estilo que se adecúa a la época en la que se ambienta, con una prosa directa y coloquial cuando el momento lo requiere. Aunque si algo maneja bien Miguel Delibes aquí es el cambio del tipo de lenguaje según el personaje, adecuándolo a su personalidad y al rol que desempeña. Está narrada en tercera persona por un narrador omnisciente. El hereje es una novela divida en tres grandes partes o “libros” comenzando por un preludio, iniciándose su lectura “in extrema res”, pues este preludio se relaciona con el último libro de la novela. Sin embargo, al embarcarnos en la lectura, cada uno de los libros (que a su vez se dividen en capítulos) siguen un hilo temporal lineal. En cuanto a las descripciones de lugares y situaciones, aunque en general están magníficamente logradas y llegan a transportarte a los escenarios donde transcurren, pueden llegar a ser demasiado numerosas y ralentizar el ritmo de la lectura. La trama de la novela es rica y, pese a estos altibajos ocasionales, logra mantener vivo el interés del lector casi siempre. Aporta, además de la historia en sí, una serie de datos históricos que logran que el lector en ocasiones se sorprenda y en otras se indigne, pero nunca se quede indiferente.
En cuanto a los personajes, encontramos un claro protagonista en la figura de Cipriano Salcedo, cuya evolución a lo largo de la novela será notable: veremos cómo el niño retraído y, en ocasiones, temeroso se convierte en un hábil hombre de negocios que se hace a sí mismo a la vez que en el fondo sigue buscando el calor familiar que le fue negado en la infancia. Esto en ocasiones le convierte en un hombre que se encierra dentro de sí mismo, apocado, e incluso inseguro, que se refugia en la religión y le acerca a la nueva y peligrosa corriente, el Protestantismo. También merece mención Minervina, quien transmitirá a Cipriano todos los valores que este mantendrá a lo largo de la novela, y cuya figura será fundamental en su desarrollo. Pero si un personaje descoloca y hace que el lector se pregunte cómo puede reaccionar y actuar así, ese es el de Bernardo Salcedo, padre de Cipriano. Pese a pasar por una experiencia traumática, por su comportamiento posterior se hace imposible empatizar con él. Aparte, alrededor de Cipriano también irán apareciendo un buen número de personajes secundarios que, aún siendo lineales en su desarrollo (pues su aparición es más puntual), enriquecen sobremanera la obra, engrandeciéndola.
Definitivamente, mi recomendación de la lectura de El hereje es total, tanto como novela histórica sin ser aficionado a Delibes, como siéndolo pese a tratarse de una temática poco habitual en él. Una novela para disfrutar de buena literatura y de una gran historia.
Inma García / @LosLibrosdDanae