Joe Abercrombie (Lancaster, 1974) es uno de los autores de mayor éxito en fantasía épica de hoy en día. Jugón y entusiasta de la fantasía desde niño, en su juventud temprana sintió que algo le faltaba a las novelas fantásticas que solía leer, así que se puso manos a la obra y en 2004 completó La voz de las espadas (publicada en español en 2006), la primera novela de la saga La primera ley. También es el autor de la Trilogía del Mar Quebrado, de fantasía juvenil, y el ganador del Premio Locus de 2015 a Mejor Novela Juvenil por Medio Rey y nominado al Premio Mundial de Fantasía de 2017 a la mejor colección por Filos mortales.
Joe atendió en exclusiva a Libros Prohibidos en la azotea del Hotel Casa Bonay de Barcelona una calurosa mañana de febrero.
P: Tus libros son del género fantástico, pero mantienen el espíritu de la novela negra más dura. ¿Tus referentes son solo de la literatura de género? ¿Cómo te han influido tus referentes en general?
R: Bueno, creo que todos los escritores se ven influidos por todo lo que leen, ven, juegan o experimentan en su vida. Todo se añade a esta especie de sopa en tu cabeza, de algún modo, y se destila en lo que produces, así que suele ser difícil concretar una influencia en particular.
Leía muy variado de niño, he leído mucha fantasía, he jugado a muchos juegos de rol, he leído thrillers, westerns, he visto muchas películas: creo que todas esas cosas se las apañaron para llegar hasta mis libros. Desde luego, leí mucha fantasía cuando era adolescente, pero según me acerqué a la veintena, me empecé a sentir algo frustrado de leer lo mismo una y otra vez. Creo que la fantasía se volvió un poco predecible, algo brillante y heroica; no estaba viendo nada de oscuridad ni de suciedad, de la capacidad para sacudir y sorprender que se encuentra en un gran libro de intriga o noir.
Y también creo que leer a gente como James Elroy te da esta sensación de inmersión en el personaje, en el sentido de estar en su cabeza. Con la fantasía, estaba más acostumbrado a, por ejemplo, Tolkien, que toma el enfoque de la distancia decorosa con respecto a la acción. Se sumerge en los pensamientos de los personajes, pero en realidad te hallas flotando sobre una narración que te llega de un mago circunspecto, por así decir, y yo quería que se sintiera visceral y que fuera una historia contada en primeros planos, más que en un plano general, ¿me explico?
Tomé mucho prestado del noir, de los westerns, y supongo que del cine y la televisión también.
Así que, ciertamente, tomé mucho prestado del noir, de los westerns, y supongo que del cine y la televisión también. Trabajé de montador en televisión durante muchos años. Creo que esas habilidades te ayudan a establecer el ritmo de una escena, cómo entrar y salir de ella, qué mostrar y qué no, y en cierto modo esos son universales de la narración, así que también fue un período de formación importante. Tuve la oportunidad de ver a muchos guionistas con gran talento trabajar en documentales y guion de documentales, y todo eso me resultó valioso. Hay un gran abanico de cosas que he incorporado, un montón de no ficción también.
Creo que es importante no atarse demasiado a un solo género. Leo muy poca fantasía ahora, casi nada, en parte porque me cuesta mucho apagar la parte profesional de mi cerebro, pero también me parece que es bueno encontrar cosas externas y traerlas al género.
P: Hay autores que reescriben varias veces su obra hasta dar con el enfoque adecuado, por contra otros tienen muy claro cómo van a explicar las cosas antes de sentarse. ¿En qué tipo estarías?
R: Quizás en los dos, hasta cierto punto. Quero decir, cada uno tiene un equilibrio y un enfoque diferente, y mi enfoque ha evolucionado mucho con el tiempo también. Definitivamente, planifico, en cierto grado, pero también dejo un poco de soltura en la planificación, para cuando esté escribiendo y se me ocurran cosas. En realidad los personajes no adquieren concreción hasta que he escrito desde su punto de vista y me he puesto a experimentar con cómo se sienten en la página. Trato de no planear demasiado antes de empezar a escribir. Tengo una idea aproximada de a dónde voy, pero me gusta escribir unos cuantos capítulos solo para experimentar y ver cómo se sienten los personajes, porque eso a menudo inspira el proceso de planificación. Tiendo a planear una parte, escribirla, planear la siguiente y así sucesivamente.
Y soy un escritor muy de revisiones, no me gusta ni disfruto de escribir borradores. A veces se dice que escribir sería genial si no fuera por el escribir. Los borradores son lo que encuentro complicado. Una vez he terminado el borrador, estoy mucho más cómodo, por lo general, me gusta releer una y otra vez y revisar. La sensación de que algo ocurre sin esfuerzo y con comodidad, que es a lo que aspiras como escritor, es resultado de mucho trabajo meticuloso. Y una gran parte de ser escritor es recortar. No deberías tener miedo nunca de deshacerte de nada sobre lo que tengas dudas.
P: ¿Cortas mucho? ¿Es el primer borrador mucho más largo que la obra acabada?
R: No diría que es mucho más largo, porque no tengo tendencia a escribir escenas enteras que luego vaya a cortar, pero desde luego que recorto. Tiendo a recortar tanto como añado, así que, generalmente, después del primer borrador, se queda más o menos en la misma extensión. Tiendo a cortar muchas repeticiones y añadir, espero, detalles más interesantes y pensados con más detenimiento.
P: Y en la misma línea, ¿escribes cuando estás inspirado, o te lo tomas con disciplina horaria y como un trabajo de oficina?
R: No creo en la inspiración. Es peligroso creer en la inspiración cuando eres escritor. Trato de despojarlo del pensamiento mágico y tomármelo como un trabajo de oficina aburrido. Si eres yesero, no puedes decir: «¿Sabéis qué? Hoy no me apetece. Llamadme mañana, a ver si entonces quiero hacer la pared». Lo tienes que hacer y punto. Ayuda el tener la misma actitud para escribir. Tienes que encontrar la manera de estrujar y que salgan las palabras cuando no estás inspirado, porque si no, estás a merced del «¿hoy me apetece?» Y no siempre te va a apetecer. También creo que la inspiración le llega al que está sentado al escritorio, no al que está tirado en una tumbona esperando a que le llegue la inspiración. Así que sí, creo en trabajar y superar dificultades, echarle pico y pala.
Es curioso cómo tu relación con tus libros anteriores cambia con el tiempo. Algunos de los que no estabas tan seguro, que no te gustaban tanto, dices «ah, pues me gusta más». Y en algunos pasajes o secciones que te complacían dices: «hum, podría estar mejor». Y a lo mejor la siguiente vez que los lees vuelves a cambiar de opinión, así que hay una especie de reevaluación constante de tu anterior trabajo.
P: ¿Relees tus propias obras?
R: ¡De algún sitio tendré que sacar libros buenos! (Risas)
Sí que lo hago, pero generalmente no por placer. A veces tienes que consultar algo, comprobar algo, abres uno y encuentras un capítulo, lo miras y dices: «Jo, qué chiste más bueno», y te sumerges, lees unas pocas páginas. No soy un escritor que por lo general se sienta mortificado por su trabajo antiguo, me gusta bastante, el problema suele ser que leo un libro acabado, editado y cuidadosamente corregido y pienso «qué bueno era, ¿pero qué me ha pasado?». El texto que estoy trabajando siempre parece un desastre en comparación.
Así que sí, me gusta leer libros antiguos porque La primera ley tiene ahora nueve libros y hay un montón de cosas que tener en cuenta, así que cada vez que acabo un libro, leo los otros para asegurarme de que no he cometido ningún error en la historia o los personajes, y siempre me apetece leerlos. Es curioso cómo tu relación con tus libros anteriores cambia con el tiempo. Algunos de los que no estabas tan seguro, que no te gustaban tanto, dices «ah, pues me gusta más». Y en algunos pasajes o secciones que te complacían dices: «hum, podría estar mejor». Y a lo mejor la siguiente vez que los lees vuelves a cambiar de opinión, así que hay una especie de reevaluación constante de tu anterior trabajo. Creo que es importante hacerla. No puedes mejorar si no miras lo que hiciste antes.
P: Pese a que el grimdark es un género bastante joven, ya tiene clichés habituales, ¿cuáles son los que menos te gustan? ¿Y los que más?
R: ¿Clichés? Supongo que un cliché es, por definición, algo que se ha repetido tanto que se vuelve aburrido, cliché tiene esa connotación negativa. Me gusta que los géneros tengan cosas que se repitan. Lo que hace a los westerns interesantes es… Sin perdón, por ejemplo, es interesante porque usa muchos de esos elementos clásicos. Si describes la trama, suena como cualquier otro western; es la manera en la que está hecha y cómo se ejecuta. Supongo que esa siempre ha sido mi manera de hacer fantasía, no quiero huir de los magos sabios, los chicos con destinos especiales, las espadas mágicas y todas esas cosas. Nos gustan por algo, así que está bien volver a ellas y reutilizarlas.
Lo difícil con el grimdark es… No es una palabra que yo usaría para describir lo que hago, la verdad, simplemente porque nadie parece ponerse de acuerdo en qué es o qué contiene exactamente. Algunos dicen que el grimdark no tiene sentido del humor, y yo creo que lo que yo hago sí lo tiene; en cuanto a que es violento, pues sí, lo que escribo es muy violento. Pero nunca estoy seguro de si lo mío cabe en ese molde o no, así que esas definiciones se las dejo a los lectores y los críticos. Eso os lo dejo a vosotras.
P: La tercera semana de febrero, Runas comunicaba que se había agotado la primera edición de Un poco de odio y que la obra entraba en reimpresión, ¿cómo recibes una noticia así? ¿Has observado un creciente interés por tu obra?
R: Pues la verdad es que me disgusta eso de vender libros, es una muy mala noticia; siempre les digo, vended los menos que podáis, quiero ser exclusivo.
Ahora en serio, es genial, obviamente, todos los escritores, aparte de los aspectos económicos del éxito, creo que quieren que sus libros lleguen a las manos de los lectores, y el número de libros que vendes es el número de gente que te lee; no estáis causando mucho impacto si nadie te lee. Si no llegas a ese punto, estás gritando en una habitación vacía.
Es genial vender libros y que haya tanto interés por mí en España. Creo que ha sido una carrera de fondo para mí; la fantasía suele ser así, los escritores de género rara vez irrumpen en el mundillo como algunas veces hacen los escritores comerciales, que lanzan un bombazo y es su primer libro. No ocurre tanto, suele ser un crecimiento lento, así que estoy muy contento con cómo ha progresado.
Me da la sensación de que, obviamente, Juego de Tronos ha tenido un impacto importante, la serie de televisión. Cualquier cosa que estuviera en ese terreno de la fantasía oscura y sucia empezó a recibir la atención de la gente. Veían la serie y les encantaba, se leían los libros y les encantaban, y entonces decían: «bueno, ¿y qué puedo leer ahora?». A unos cuantos autores además de a mí nos fue muy bien después de eso y nos sigue yendo bien. Ha sido una especie de círculo virtuoso, supongo, durante un tiempo, y parece que este libro me ha hecho dar todavía otro paso. Lo bueno de escribir una saga grande es que cada libro tira de los anteriores y trae a los otros de nuevo a la palestra, así que es cuestión de si vas creciendo en general o vas perdiendo lectores y saliendo de la atención pública.
Me da la sensación de que, obviamente, Juego de Tronos ha tenido un impacto importante, la serie de televisión. Cualquier cosa que estuviera en ese terreno de la fantasía oscura y sucia empezó a recibir la atención de la gente. Veían la serie y les encantaba, se leían los libros y les encantaban, y entonces decían: «bueno, ¿y qué puedo leer ahora?». A unos cuantos autores además de a mí nos fue muy bien después de eso y nos sigue yendo bien.
P: Pese a que el universo de Un poco de odio se encuentra en el mismo lugar que el de La primera Ley, es una obra que puede ser leída independientemente. La pregunta es obvia, ¿tienes muchas más ideas rondando por la cabeza que pertenezcan al mismo mundo?
R: Yo no soy mucho de ideas, como cualquiera que haya leído mis libros habrá notado, no suelo tener cincuenta ideas por libro esperando, en plan, «¿cuál de estas maravillosas ideas voy a seleccionar a continuación?».
Soy más de: «Necesito escribir un libro, ¿qué libro será ese?». En nuestro mundo, hay muchas historias que contar, un número infinito, nunca se te acabarán. En otro mundo, ocurre lo mismo, no creo que me haya a quedar sin historias, siempre hay sitios nuevos a los que ir, personajes que examinar, así que creo que siempre habrá sitio para más, sí.
P: Un poco de odio en ocasiones tiene toques que recuerdan al medievo, pero de golpe hay referencias tecnológicas que hacen pensar en la época moderna, es la novela de un cambio de tiempo. ¿Cuál sería su ubicación temporal? ¿Y qué podemos encontrar al respecto en esta nueva trilogía?
R: Supongo que lo bueno de la fantasía es que no la tienes que ambientar en un momento concreto, puedes tomar prestado de todas las épocas, diferentes periodos, inspirarte en diferentes lugares y mezclarlos todos de una manera que sea adecuada para la historia que quieres contar. La fantasía en realidad no trata del ayer, eso le corresponde a la novela histórica. La fantasía no busca ser un análisis auténtico del pasado y de la mentalidad de las culturas antiguas ni nada de eso. Pone la mentalidad moderna en una mezcla de diferentes momentos en el tiempo. Lo que me gusta es que no tienes que documentarte con mucha precisión y puedes establecer más paralelismo con el momento actual. Somos escritores modernos escribiendo para lectores modernos, no podemos evitar —ni creo que queramos evitar— hacer comentarios y que nos influya lo que ocurre en política y en economía en este momento. Así que de cierto modo creo que mis libros tratan tanto del presente como del pasado.
La inspiración para este, ciertamente, viene de la Revolución Industrial. Las culturas en las esquinas del mapa siguen siendo medievaoles, pero la cultura principal, la Unión, está entrandp en una era industrial temprana en la que las finanzas están pasando a un primer plano, los inventos y los ingenieros se están volviendo importantes y los poderosos son una nueva clase de emprendedores e inversores que están tomando el timón de la sociedad. Y no a todo el mundo le gusta. Hay nobles a los que les preocupa y tratan de hacer retroceder el tiempo. Supongo que esas son algunas de las influencias de la novela.
Supongo que lo bueno de la fantasía es que no la tienes que ambientar en un momento concreto, puedes tomar prestado de todas las épocas, diferentes periodos, inspirarte en diferentes lugares y mezclarlos todos de una manera que sea adecuada para la historia que quieres contar. La fantasía en realidad no trata del ayer, eso le corresponde a la novela histórica. La fantasía no busca ser un análisis auténtico del pasado y de la mentalidad de las culturas antiguas ni nada de eso.
P: En un momento del inicio de la novela, alguien pregunta: «¿Qué sentido tiene la prosperidad si todo el mundo puede disfrutarla?»; es curioso que en un autor del que todo el mundo señala su dureza permanentemente haya un fuerte discurso sobre la desigualdad, ¿es voluntario o un acto reflejo?
R: En cuanto a los mensajes y los temas, nunca es lo primero que pienso. Es simplemente lo que surge naturalmente de intentar contar las historias de los personajes. Lo primero en lo que me centro es en la historia de una grupo dado de personajes; hay siete focalizaciones en esta novela, siempre estoy con una de esas personas, tratando de comprenderlos y examinar sus preocupaciones y la manera en la que se relacionan con la sociedad. Y entonces, con suerte, el tema emerge de forma natural y es esa clase de cosas las que pasan a primer plano, gradualmente.
Mientras revisas y corriges esos temas que mencionas empiezan a destacar y se amplían. Pero creo que nunca me esfuerzo conscientemente por tratar la desigualdad. Si estás inspirándote en la Revolución Industrial, es un conjunto de cambios muy rápidos. Es inevitable que haya ganadores y perdedores; algunos de los personajes están entre los ganadores y otros están entre los perdedore, y a veces cambian de bando, así que la desigualdad se convierte inevitablemente en un tema; además, es un asunto candente en el mundo de hoy, así que supongo que siempre me está rondando la mente.
P: Savine es un personaje fuerte y con poder que ha aprendido a pelear en un territorio en el que sea aceptada pese a ser mujer. Se agradece el uso de referentes femeninos con carácter, ¿crees que está cambiando la presencia de la mujer en la literatura de género?
R: Supongo que siempre ha habido libros en los que aparecían mujeres interesantes de una manera o de otra; pero, por ejemplo Tolkien no escribió un gran número de figuras femeninas fascinantes. Le estaba leyendo a mi hija mayor El hobbit y es increíble que no haya absolutamente ninguna presencia femenina en el libro ni de casualidad. No creo que yo mismo me haya cubierto de gloria en ese sentido, mi primer libro era muy masculino con muchos personajes principales varones.
Desde entonces, he estado tratando de incluir constantemente más mujeres y conseguir que el elenco sea más diverso. Creo que en realidad esto refleja el mundo tal y como es, cosa que mejora cualquier escrito; se consigue un mayor rango de personas, de ideas y más variedad en las relaciones entre los personajes. Y también puedes usar el pronombre «ella», que está muy bien para construir oraciones. Creo que es la decisión sensata.
P: Tu obra se traduce a múltiples idiomas, ¿es posible realizar algún tipo de relación con los traductores o la obra deja de estar bajo tu control una vez se decide pasar a otro idioma?
R: Suele variar. Algunas editoriales cogen el libro y al año te llegan tus copias por correo y no hay una conversación al respecto. En otros casos, los traductires se ponen en contacto contigo para preguntarte, sobre todo acerca de nombres y cómo traducirlos o algunos aspectos de tu mundo, especialmente cuando la lengua es diferente y tiene pronombres masculinos y femeninos y esas cosas.
A veces se pueden tener conversaciones, pero a no ser que no solo hables el idioma sino que tengas mucha fluidez y lo domines, rara vez vas a poder ofrecer algo. En cierto sentido, tienes que confiar en tu editorial y tu traductor, porque yo tengo habilidades lingüísticas desdeñables, includo en inglés, no digamos en cualquier otra lengua. No puedo leer una traducción al español y hacerme una diea de si es fiel, de si es buena ni nada de eso.
Traducir en sí es una habilidad muy sofisticada, en especial traducir ficción, porque aspiras a reproducir la voz fielmente y hay muchos factores a tener en cuenta: está el estilo y el significado exacto, y a menudo tienes que sacrificar el uno por el otro. Es algo en lo que debes confiar en tu traductor, por lo general.
P: Y por último, recomiéndanos una lectura que te tenga conquistado últimamente.
R: Antes he hablado de esto, en realidad no leo tanto, que se supone que es lo que no tienes que decir. Y claro, como escritor de fantasía, una de las cosas que te pregunta la gente es: «¿y qué me leo ahora?» Y yo suelo decir: «Pues me gusta El señor de los anillos…». Normalmente no tengo mucho que ofrecer, porque leer fantasía se parece demasiado a trabajar.
Pero suelo leer mucha no ficción relacionada con lo que estoy trabajando, así que últimamente, mucho sobre la Revolución Industrial y la Revolución Francesa. Me leí un libro llamado Los dioses tienen sed, que se escribió a principios de siglo; es de Anatole France, trata sobre la Revolución Francesa y se escribió algunas décadas después, así que hace bastante tiempo, pero no en ese momento. Y me pareció una mirada muy interesante a una época que es más extraña de comprender que cualquier mundo fantástico que yo haya leído, la verdad es que tiene tela.
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Transcripción y traducción de Ana Casanova.