Obra finalista de los Premios Guillermo de Baskerville 2017
Año: 2016
Editorial: Ronin literario
Género: Novela corta
Valoración: Está bien
No te entrometas en los asuntos de una sorgina
En los últimos tiempos, sobre todo desde la llegada de 2017, estamos recibiendo una mayor cantidad de novelas cortas, cosa que nos entusiasma. Por el momento, estas suelen pertenecer a lo que se conoce como fantástico, esto es, fantasía, ciencia ficción y terror. A este ritmo, es más que posible que para la siguiente edición de los Premios Guillermo de Baskerville podamos abrir una categoría dedicada solo a este tipo de obras. Y hay más, ya que la mayor parte de las obras que nos están llegando ha sido escrita por mujeres, una de las tareas pendientes en nuestra web —que poco a poco vamos superando—. Por el momento, el libro que traigo hoy, Sorgina, reúne todas estas características.
En el siglo XVII, en una Asturias rural y atrasada que casi podría ser medieval, uno de los inquisidores responsables del proceso de Zugarramurdi se lanza a los caminos resuelto a terminar con todas las brujas relacionadas con el famoso aquelarre. Su objetivo es Paloma, una joven cazadora de monstruos que busca a su amada acompañada de Aker, un singular tipo empeñado en llamarla Sorgina, palabra vasca para «hechicera».
Supe de Alister Mairon a través de internet. En su blog, esta escritora se dedica a hablar de literatura fantástica, pero sobre todo a dar consejos de escritura y recursos para autores necesitados de ayuda —prácticamente todos—. En cuanto supe que esta escritora había publicado un libro, y que este, además, venía con el sello de una de las editoriales independientes más audaces, Ronin literario, no lo dudé. De hecho, Sorgina ha sido uno de los pocos libros que he solicitado expresamente para reseña. Y puedo decir que no me arrepiento en absoluto.
Cuando uno abre un libro de una persona dedicada estudiar las técnicas literarias, cuya pasión es descubrir los resortes que accionan las buenas obras, lo mínimo que espera es corrección, sentido, verosimilitud. En Sorgina, Alister Mairon demuestra sobradamente estas virtudes. Se ve su preocupación por cada escena, por cada diálogo, por el correcto avance del texto, por la fluidez, por el sentido de la narración. Hay un profundo respeto por la técnica narrativa y todos los elementos que la conforman. La autora sabe lo complicado que es pasar de la teoría a la práctica y por ello pone especial cuidado en que todo esté en su sitio, que cada elemento cumpla correctamente con su función. De modo que esta novela no solo se lee fácilmente por su reducida extensión, sino que fluye de forma orgánica hacia su desenlace. Es un libro de una tarde de lectura. Ni eso.
Como escritora concienzuda, la autora sabía que no podía escribir una historia ambientada en la Asturias del siglo XVII sin haber trabajado a conciencia la ambientación. Con muy poco, el lector se ve transportado de verdad a esos caminos que surcan bosques umbríos, a esas aldeas, a esos rincones llenos de musgo y yedra. También conocemos una parte de la rica mitología del norte español, tan celta y ancestral, tan dada a la magia, los monstruos y las criaturas de los bosques. También, y por supuesto, hay un especial cuidado en mostrar la forma de hablar de las gentes, en especial los hablantes de bable o asturiano —con la excepción de un par de expresiones como «gilipollas» o «joder» que rompen un poco la unidad del texto, aunque lo podemos perdonar al salir de la boca de un demonio como Aker—.
—¿Cómo que nun le interesa? ¡Pero si ye un monstro! —exclamó el hombre. Esa no era la respuesta que había esperado—. Usté dijo: busco un monstro. Y un monstro le traigo. Uno horrible y…
—No es el que busco —lo cortó ella.
Ya estaba harta de tener que discutirse con paletos que llamaban monstruo a cualquier rata crecida que se cruzaban por los caminos.
Sorgina no significa supernena
Una tendencia que estoy encontrando últimamente, y con la que estoy completamente de acuerdo, es la de traspasar roles protagonistas a mujeres en historias o situaciones donde antes solo existía la posibilidad de dar con hombres. En el caso de Sorgina, la protagonista no es ninguna supermujer que reivindica el papel de su género ante una sociedad injusta y desequilibrada. Simplemente es una joven cuyas características principales no la convierten en una criatura pasiva que necesite de alguien más para alcanzar sus objetivos. No hay ningún artificio para lograrlo, no hay ninguna ruptura espacio temporal. Y sin embargo, al mismo tiempo, nos encontramos con un personaje más acorde con nuestra forma de pensar contemporánea. Paloma no es ninguna supernena ni heroína anacrónica: es un personaje real y posible —siempre y cuando admitamos la existencia de la magia—, de carne y hueso. Y no es fácil mantener la verosimilitud en un texto histórico.
Los roles de género, esa cosa que hoy en día ha entrado en franca decadencia, en este caso quedan desmontados. Paloma es el personaje principal fuerte y Aker, pese a ser todo un demonio, queda como mero acompañante, con cierta importancia, por supuesto, pero acompañante al fin y al cabo. Este tratamiento de los personajes femeninos y masculinos, que cada vez nos encontramos con mayor frecuencia, aporta riqueza y variedad, además de ayudar a aplastar clichés, tanto literarios como sociales. Y es que solo la portada de este libro ya es una declaración de intenciones.
Voy a finalizar esta crítica con algo que, más que apunte, es un deseo. Sorgina se me antoja una historia bastante más larga que la que me he encontrado; parece que ha sido concebida como novela corta de forma poco natural. Se ve que hay trasfondo, que habría para mucho más en caso de haber querido seguir desarrollando, pero que ha tenido que ceñirse al formato reducido. Desde luego, material hay de sobra para una novela más larga. Tal vez esto esté relacionado con el respeto a la narración que antes comentásemos. O que, simplemente, a Marion le pareció bien dejarlo tal y como está: como una estupenda ópera prima.