Título completo: De la mujer, selección de obras
Año: 1883, 1884, 1892
Editorial: Triskel (2017)
Género: Ensayo (feminismo)
Reivindicación de las mujeres
El corazón, los instintos, la conciencia, se oponen de continuo en la práctica a esas teorías que conceden al hombre superioridad moral sobre la mujer.
Si ayer os hablábamos de un texto de no ficción de una de las voces clave del feminismo actual, hoy decidimos no salirnos demasiado del tema. Lo nuevo de Triskel ediciones consiste en la magnífica apuesta de recuperar tres escritos feministas de Concepción Arenal, englobados en un tomo titulado De la mujer. Los textos, de distintas etapas de su vida, analizan y reflexionan sobre aspectos como la educación, la socialización femenina o la mujer en sociedad, y son de imprescindible lectura para adquirir consciencia del estado de la cuestión y para aportar una perspectiva preclara, lúcida y muy interesante. El primero, La mujer del porvenir (la revisión de 1884) se centra en demoler las supuestas diferencias biológicas hombre/mujer para reivindicar una serie de posiciones sociales dignas. El segundo (La mujer de su casa, 1883) investiga este modelo ideal de mujer conformado en la sociedad y confirma algunas tesis del primer texto. Después tenemos La educación de la mujer, un brevísimo texto de 1892 en el que de nuevo se habla de la necesidad de una educación para la consecución de la igualdad. Ya por último el libro incluye un texto de Emilia Pardo Bazán que habla de Arenal con mucho respeto y cariño (tras la muerte de esta), aunque con tristeza: «es una voz que se alza aislada y meditabunda, pronunciando un monólogo que pocos oyeron».
El libro al que nos referimos pudiera llamarse también Anales del gran combate. Al hojear sus páginas, parece que se oyen los quejidos de as víctimas, quejidos que van convirtiéndose en acusaciones. El combate empezó con la primera mujer que llamó en su conciencia tirano al hombre que la oprimía, y no terminará hasta que la fuerza, cualquiera fuerza, deje de ser medio de opresión.
Comenzaré instando a quien me lea hoy a que deje posibles temores aparte: pese a tratarse de textos de no ficción del siglo XIX, no son lecturas complicadas. Arenal emplea un estilo sencillo, profundamente divulgativo, sin apenas lirismos y cuyo objetivo no es jactarse de conocimientos, sino mostrar lo que hay y reflexionar en torno a ello. Su forma es, de este modo, muy dosificada en la información y más centrada en dejar claros los aspectos en los que quiere incidir, lo que resulta en una lectura muy amena pero muy enriquecedora al mismo tiempo. El mundo está inmerso en la primera ola, ella hace múltiples referencias al sufragio y a la situación de la mujer en Estados Unidos, y Arenal busca hacer un llamamiento a la comprensión, con mucha bondad, con mucha tolerancia, pero también con una inmensa cautela a la hora de reclamar posiciones de poder. Parece que algo le desvela que debe ir poco a poco, y por eso se desvive por insistir en la educación, en aspectos de lo social, más que en pedir, por ejemplo, el sufragio universal. Hablando de este tema, en uno de los textos no está del todo de acuerdo (dar el voto a las mujeres sería darle un voto más a sus maridos, dice); sin embargo, en el siguiente se reconoce a favor al observar cómo el sufragio ha empoderado a la mujer donde se ha conseguido. Es muy humilde, algo sorprendente: que haya tres textos sirve para contemplar la evolución del pensamiento, pero también para descubrir que no se enroca, que busca lo didáctico y lo amable antes que convertirse en una estatua del saber.
De la mujer como ser social educado
Dentro de todos los temas que se desarrollan aquí (que versan todos sobre el troncal ‘la supuesta inferioridad de la mujer respecto del hombre es una imbecilidad que os voy a demostrar’), hay dos que me han resultado especialmente interesantes. El primero de ellos es esta idea de la socialización, que no solo me parece genial sino también avanzada a más no poder. Arenal plantea cómo la mujer está diseñada para ser la dueña de la casa, una mujer ideal, el ángel del hogar del que luego se hablará desde la crítica feminista; modelo este que está obsoleto puesto que la sociedad necesita que todos los ciudadanos sean y se desarrollen en lo social. La preparación de la mujer para estar en casa le anula en lo social, mientras al mismo tiempo se le exige, en cierto modo, que se mueva en este ámbito externo y se le recrimina la falta de preparación. Como ya os digo, me resultó de lo más interesante, pero además me parece formidable el momento en el que toda esta reflexión se produce. Una no puede hace otra cosa que admirar a la señora Concepción.
El marido se queja de que su mujer está llena de caprichos; de que no piensa más que en trapos y joyas; de que por la cosa más fútil se disgusta y se irrita; de que insiste con porfiado empeño en lo que carece de importancia o de razón; de que con sus puerilidades vehementes forma como una red, que le envuelve y produce malestar, disgustos, en ocasiones conflictos y ruina. Pero ¿cómo no reflexiona que no pudiendo ocuparse de cosas mas grandes ha de dar importancia a las pequeñas y que reducida a un estrecho círculo, ha de multiplicar en él sus movimientos, como el pájaro en la jaula, y unir, a lo pueril o absurdo del objeto deseado, la vehemencia del deseo? El espíritu del hombre se ejercita en cosas más grandes y en mayor número; el de la mujer, que no es menos activo, tiene que limitarse a las de menor importancia, siendo cosa muy natural que forme porfiado empeño en conseguir las más insignificantes. Este es el medio en que se la coloca, el impulso que se le da y si alguna con fortaleza resiste, muchas tienen que ceder a él y ser arrastradas por la corriente.
La educación como base
La otra idea que más me ha fascinado es el fuerte pilar que para la autora es la educación de la mujer. Con mucho ingenio, va a desestimar muchas de las críticas y argumentos que se esgriman en contra de la igualdad de géneros, y reivindica una educación de calidad para las mujeres, coherente con su nivel mental. ¿Es cierto que hay diferencias entre sexos? ¿Cuándo comienzan?, se plantea, y de ahí tira, desenredando cada vez más un ovillo que demuestra dar mucho de sí. Una de las citas de la obra que más me ha impactado (y creedme, he pintarrajeado el libro entero) es la que versa sobre la educación física de la mujer. Dice: «Muchos defectos físicos e intelectuales de la mujer se han convertido en el ideal de la belleza». Arenal se posiciona en contra de la belleza de la debilidad de la mujer, la desestima y lucha contra ella enconadamente, reivindicando de nuevo un hueco para la mujer en todos los ámbitos de la vida. A mí esto me parece magnífico, me emociona, que queréis que os diga. Tanta benevolencia, tanta ternura y tanta –por qué no– sororidad me hacen aplaudir con las orejas.
Para mí, De la mujer es una apuesta magnífica. Mi enhorabuena a la editorial por llevar a cabo una recuperación tan interesante, tan bien realizada y con tanto mimo. Leer a las madres siempre es todo un lujo, pero cuando se trata de ediciones recientes, motivadas por el interés en figuras históricas relevantes cuyos textos se han desestimado, presta aún más. Arenal es una figura admirable a la que merece la pena tanto escuchar como descubrir en su contexto. Leedlo. O incluid a Concepción Arenal en vuestra lista de autoras para 2018, estoy segura de que me lo agradeceréis.
Aquella voz que preguntaba a Caín: ¿Qué has hecho de tu hermano? podría resonar en la conciencia del hombre diciéndole: ¿Qué has hecho de la fuerza de la mujer?