David Nel: Luz azul

Año: 2020
Editorial: Autopublicado
Género:
Novela (ciencia ficción)

Obra perteneciente a la sección oficial de los Premios Guillermo de Baskerville 2020

El otro largo viaje a un planeta iracundo

Han pasado cinco años, que se dice pronto, desde que publicásemos en esta misma web la reseña de la ópera prima de David Nel, una novela distópica disfrazada de utopía: Alba infinita. Hoy volvemos a hablar de este autor con Luz azul, la continuación de esta saga de ciencia ficción futurista. Pasamos a la sinopsis y empezamos.

Viniste de un planeta lejano. Te llamaron capitán, y te lo creíste.
Diste por hecho que la conquista sería fácil, pero cometiste un error. No contaste con ellas.
Tal vez en tu planeta no te enfrentaste a nadie igual, pero esto no es la Tierra. Has llegado al mundo de las luces y las sombras, el hogar del alba infinita.
Bienvenido a Anemolia.

Como decía en la presentación, Luz azul es una continuación directa de Alba infinita. Pese a ello puede —y debe— considerarse como una obra independiente. Está claro que su punto de arranque bebe de lo narrado en la obra previa, pero la información contenida en la misma no es necesaria para empezar a leer. La desconexión no es absoluta, desde luego, pero para el lector de ciencia ficción no es obligatorio conocer más detalles para una historia que habla de la colonización humana de un planeta distante. Ha pasado algo en la Tierra y ha hecho falta salir con un petardo por el culo —nunca mejor dicho— para salvar el pellejo. Nada que no hayamos leído ya unas cuantas veces y que no veamos venir en un futuro no tan lejano, vamos.

En esta novela, David Nel propone un juego muy interesante. Divide la acción en dos líneas principales que se van intercalando entre sí. En un principio parecen completamente independientes la una de la otra —una parece ciencia ficción dura y la otra se asemeja a algo parecido a la fantasía; incluso cambia el verbo de la narración—, pero poco a poco vamos descubriendo los puntos de unión. No solo esto forma parte del juego, sino que también el autor trata de burlar al lector con otras ingeniosas estratagemas, como hacer parecer que una parte es cronológicamente anterior que la otra, por ejemplo. Esto es solo un aviso: Luz azul no es una novela autopublicada más.

Mira el mapa de Anemolia. Míralo.
Te darás cuenta de que su población se divide en dos franjas llamadas Vespertia y Matunia, separadas por dos océanos y un inmenso desierto.

Luz azul. Cielo. Libros Prohibidos

Pero frenemos un momento para contar un poco de qué va esto. La acción tiene lugar en Anemolia, un planeta habitable —con acoplamiento de marea, eso sí, como en Transcrepuscular— a unos ocho siglos de viaje desde la Tierra, última esperanza para la humanidad; el lugar perfecto para dejar atrás los problemas y empezar de nuevo. Pero, claro, si todo marchara bien no habría historia que contar, ¿verdad?. De manera que estos humanos que consiguen huir de la desolación no consiguen superar los traumas heredados de su vida anterior y terminan por reproducirlos también, de forma escalofriante y curiosa en Anemolia.

Además del dicho «el humano es la única criatura que tropieza dos veces con la misma piedra», la temática de Luz azul deja poco espacio para la esperanza, ya que se centra en la naturaleza sapiens y, buf, no termina de dejarla bien parada. Opino que esto es un acierto, ya que, por más que me pese, dota de realismo a la obra y, ya se sabe, en ciencia ficción es obligatorio aferrarse con ahínco a las reglas de la suspensión de la incredulidad. No obstante, y como ya me pasase con Baxter, a lo mejor esto no es lo más chachi del mundo para ti como lector si la situación REAL del planeta, con tanto virus y villano suelto, te preocupa. Ojo, que te estoy recomendado la novela, pero léela bajo tu propia responsabilidad, para que luego nadie vaya dejando reseñas negativas a buenos libros.

Piedrecitas en Anemolia

Si bien el estilo de Luz azul es el idóneo para lo que la historia requiere —parco, preciso, al grano, sin detenerse en nada que no agregue nada a la trama—, hay un par de cosas en esta novela que creo que pueden dificultar la experiencia lectora; aunque tal vez «dificultar» no sea la palabra más adecuada. Digamos que son pequeñas piedrecitas en el camino del lector actual, demasiado dado a las distracciones y a que se le vaya la cabeza pensando en si podrá hacer vida normal pronto.

Me refiero a que el inicio se puede hacer un poco cuesta arriba, sobre todo si no has leído la primera parte. Porque si vienes de haber leído recientemente Alba infinita, cosa que por cierto recomiendo, la cosa cambia; estás deseando saber qué ha sido de esos viajeros interestelares que lo han dejado todo atrás a cambio de una promesa en ese planeta donde siempre está amaneciendo. Pero al llegar de nuevas es fácil perderse y algo arduo terminar de entender qué pasa con la información que te llega; por qué no se habla de alta tecnología, o por qué los nombres son tan raros. Ya digo que es una piedrecita, que no es nada determinante y que, además, se pasa pronto, al alcanzar como el 20% de lectura. Pero aviso.

Es curioso cómo las grandes catástrofes pueden simplificar nuestra perspectiva, devolvernos a una manera más natural de enfocar nuestras vidas. En definitiva, hacernos más felices.

La otra cosita es la longitud de los capítulos. Tal vez una estructura más fragmentada ayudaría mejor a digerir esos primeros capítulos; porque, como ya digo, una vez superado el primer tiento, todo cae en su sitio y la historia se basta y se sobra por sí misma para atrapar. Pero bueno, que esto es solo por ponerme tiquismiquis. Ojalá todos los libros publicados por editoriales profesionales estuvieran tan bien trabajados como Luz azul, de hecho.

Y hasta aquí esta reseña. Espero que le deis una oportunidad a esta joyita autopublicada y la leáis. Y si os ha parecido mucho inconveniente lo expuesto en los últimos párrafos, id directos a por Alba infinita, que también tiene muchísima enjundia.

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Foto de Jules Marvin Eguilos en Unsplash