Año: 2017
Editorial: Ediciones Paralelo
Género: Poesía
Poesía de lo común y desconocido
Dice la sinopsis que la editorial tiene colgada en su web que este poemario está escrito desde la condición de mujer. Una mujer que crea, aislada de todo para mirar y decir su propio cuerpo que es carne y palabra. Mujer independiente y sola capaz de fertilizar el mundo, sí; pero de muchas otras acciones reservadas a los hombres o pertenecientes a la esfera de lo que se calla o, incluso, se niega. Una mujer que tiende a completarse a sí misma.
Se nos habla en este libro del ciclo creativo de lo femenino, de su existencia antigua y aún misteriosa, de las capas de civilización que hemos necesitado ponerle encima, de cómo ha compartido espacio y temas con el canon masculino y, al mismo tiempo, ha ido mutando, creciendo independiente en el silencio al que estaba relegado hasta que se ha hecho imposible contener el grito, la vida y la verdad. Encontramos un muestrario abierto de como crea la mujer desde su universo, original y efervescente; familiar y extraterrestre, nuevo pero lleno de caminos viejos; contradictorio y a la vez brutal (corporal) en su sinceridad.
Del ciclo que aparece en el título, de todos los ciclos fértiles, de dar luz a la luz, de eso habla esta colección de poemas. Pero también de la trivial cotidianidad reinterpretada, de la autopercepción y de los tabúes que anidan detrás de nuestra forma de poblar el tiempo. Entrando y saliendo de una realidad que se nos muestra como algo burda, Esther Pardo nos muestra que hay más allá, en el territorio inexplorado donde todo es aún posible recoge estos poemas y nos los deja caer en las manos para que sintamos su movimiento, su peso y su viaje por el silencio hasta este ahora en el que pugnan por romper la superficie.
Como lector habitual de poesía, y sin meterme disquisiciones de si es bueno etiquetar, que ya sabemos que no, que las etiquetas siempre acaban arañando y enrojeciendo el cuello; me gusta encontrar nuevos enfoques líricos en poemarios escritos por mujeres, perspectivas inaccesibles aún para los hombres preocupados por y en sus temas de siempre. Sorprende mucho que algo tan natural como el ciclo de la vida expresado en el cuerpo de la mujer sea algo que hoy en día aún sea novedoso (por no decir molesto para algunos). Quizá sea por falta de costumbre o, justo al contrario, por el hábito de mirar siempre hacia otro lado, por haber estado lo femenino-cuerpo apartado y ninguneado en un canon eminentemente masculino-racional que impera en todas las esferas de la actividad humana, no solo en la literatura. Por eso me siento enriquecido y más cercano a la vida real cuando leo esta otra cara acallada de la moneda. También me sirven estos enfoques para confirmar algo que sospechaba: la poesía puede con todo, sirve, y de qué manera, para ser más persona y más consciente.
Reivindicar es a veces lo mismo que mostrar
Diario de ciclos fértiles se articula en cuatro partes que son en realidad fases de ese ciclo que se quiere enseñar sin tapujos. La primera parte, «Días infértiles», parece movida por la indagación en una misma. Mediante poemas breves se repasan opiniones y visiones sobre los alrededores de la voz poética. Encontramos algunos textos que adolecen de impulso y andan algo cortos de capacidad de evocación (si es que en algún momento esta fue algo prioritario para la autora). Destaca cómo se estructura esta parte al iniciarse con un autorretrato que parece un punto de ruptura y concluir con otro autorretrato, en apariencia, desesperanzado.
Cavo túneles
para cubrir mi piel
escudriñando
un centro
del que broten
ancestros sabios.
El segundo corte se titula «Días de sangre» y tiene tintes de angustia existencial, despersonalización y búsqueda. Escueto, continúa con la duración breve de los poemas, algunos prácticamente de carácter aforístico. Fragmentos y autorretratos (así titula la autora algunos de los textos de esta parte) se entrelazan en una suerte de armazón transversal.
La tercera agrupación de poemas, «Ovulación», sigue con el verso breve para dar viveza a los textos y, a veces, los dota de una cualidad de escritura catártica, de expulsión, desahogo y suspiro. Esto imprime al libro al completo una levedad excesiva que a veces nos hace desear un texto con enjundia, longitud y contenido que sirva de anclaje a esas inspiraciones y exhalaciones líricas que hacen del poemario lugar de tránsito (quizás de paso frecuente) en los devaneos del promiscuo lector de poesía. Siempre suelen recordarse los poemas que impactan, pero este Diario de ciclos fértiles apuesta por la vivacidad del conjunto, por crear un espacio fresco y crítico a la vez, uno al que poder volver. Detectamos aquí un recorrido de la voz poética que va de lo personal a lo compartido y casi universal, una voz que habla de amor más allá del amor, de amor que transforma y prepara la génesis de lo nuevo.
En oleadas
hizo
que todo cuanto había sido dicho
desapareciera.
Llegamos a la última división de este poemario, «Gestación», donde se interpela directamente a la poesía para pedirle y conversar con ella. Siguen mezclándose física y metáfora, biología y sociedad. Esa mixtura de muchos ámbitos bajo una sola alegoría es el gran hallazgo de este libro. Hacia el final de esta parte el poema se hace más largo en número de versos, los tonos nos llevan hacia una mayor reflexividad a medida que nos acercamos a la conclusión anunciada: el parto o, como indica el último título, «donde la cabeza se rinde». Esta forma de finalizar el poemario resulta ser, además de emotiva e impactante, una descripción íntima de un acto sagrado: final y principio abierto, a la vez. Después del poema de cierre, el mundo, para todos, vuelve a desplegarse incapaz de ignorar lo sucedido, pero más preparado para arrimarse a lo esencial y respirar desde allí.
Intento
mirar de frente
las muertes
que habrán de tener lugar
para que tú nazcas.
Siguen acumulándose los poemas en Libros Prohibidos. Diario de ciclos fértiles podría verse como la construcción de un camino circular empedrado por el que cuesta andar pero que parece trazado con intención. Alguna piedra suelta hay, pero en general, todas aportan y son escasos los tropezones evidentes y las irregularidades del terreno. Una lectura que se hace ligera pero que colma, que deja interrogantes y un vuelva usted en otro momento que aquí, entre las líneas y entre sus propias vísceras, quedan muchas cosas por decir y reconocer.
Leed poesía para llegar a las verdades no atendidas.