Obra finalista de los VI Premios Guillermo de Baskerville, categoría de Novela corta
Año: 2018
Editorial: Literup
Género: Novela corta (terror)
Obra perteneciente a la sección oficial de los Premios Guillermo de Baskerville 2019
Legado de plumas es solo la primera novela corta de Marina Tena, pero no se puede decir que sea una novata. Con casi una veintena de publicaciones en estos últimos dos años, la autora ha demostrado que tiene una imaginación desbordante y calidad de sobra para llenar nuestras estanterías. Legado de plumas no es más que el comienzo.
Un legado de oscuridad
Mi madre nos quería hasta la locura. Hasta la desesperación. Por eso nos arrancó los ojos. Era el precio de soñar que podía salvarnos así la vida.
Es muy probable que si leéis otras opiniones de Legado de plumas, lo primero que veáis sea esta cita. Así empieza la novela, pero tiene gran importancia más allá de lo categórica y electrizante que resulta. Esta cita resume en unas pocas líneas lo que vamos a encontrar en esta obra: amor, desesperación, locura, supervivencia, sueños y oscuridad.
Briana y Arlen son dos hermanos mellizos que viven encerrados en una torre durante años, al servicio de sus captores. Como se deduce del inicio, ambos son ciegos. No obstante, eso no les impide hacer una vida normal, dentro de lo que cabe. Cocinan, limpian y se desenvuelven sin problemas con sus bastones y la costumbre de años y años.
Este hecho hace, como es lógico, que la narración avance en torno a lo sonoro, lo táctil, lo olfativo, creando paralelismos de lo más original. También produce otro efecto secundario: que apenas sepamos sobre la apariencia de sus captores. Nos dicen que son ángeles, pero las descripciones son confusas y sesgadas por la perspectiva de la narradora, Briana. Ese misterio, el no saber a qué nos enfrentamos en realidad, contribuye a crear una atmósfera no diría terrorífica, pero sí agobiante y opresiva, donde la muerte acecha en cada rincón.
La dualidad de los personajes
Briana y Arlen. Azrael y Tamiel. Dos monedas con dos caras, y no alcanzamos a ver ninguna por completo.
En primer lugar están los hermanos. Desde muy pequeños han vivido con los ángeles, pero no podrán olvidar cómo llegaron allí y en qué circunstancias. Cada uno ha sido la compañía y el apoyo del otro durante todos esos años, y se quieren con locura. Pero también son muy diferentes.
Arlen, por una parte, es más tranquilo y reflexivo, y además le ha cogido cariño a Tamiel, el ángel que mejor se porta con ellos. Briana, sin embargo, es incapaz de perdonar. El odio y las ansias por salir de la torre la vuelven apresurada y descuidada. Discute varias veces con su hermano por su tibieza. Al ser la narradora, también nos hace sentir su rabia, pero la autora sabe dejar hueco para que el lector piense y juzgue por sí mismo. ¿Hasta qué punto Briana actúa por valentía y no por egoísmo?
Todos sabíamos lo que pasaba cuando venían los ángeles. Su belleza era tal que ningún mortal podía soportarla. Y nuestra madre nos quería demasiado.
Después nos encontramos con los ángeles, violentos y orgullosos. Azrael, sobre todo, se dedica a maltratar a los hermanos por puro placer, mientras que Tamiel trata de defenderlos, aunque no con suficiente fuerza. Poco a poco iremos descubriendo qué los une y qué los separa, por qué actúan como lo hacen, pero siempre será con información brumosa, incompleta. Nos encontramos ante un puzle que tendremos que ir montando con sumo cuidado para entender la magnitud del trasfondo.
Un legado de ciencia ficción
Para mí, una de las maravillas de Legado de plumas no es lo que cuenta, sino lo que no se ve. A pesar de implicarme con las emociones y deseos de los personajes, no he llegado a conectar del todo con la historia, pero me ha encantado cómo está contada, su estructura y todo lo que se insinúa en ella.
Hablar de ángeles suele ser terreno de la fantasía, pero gracias a ese juego de sombras que ha creado la autora, el motivo se ha convertido en algo más. Algo que habla de cambios y tecnología, de experimentos fallidos y supervivencia despiadada.
En este caso no nos es posible saber más no solo por la longitud de la obra, sino por la condición de sus personajes. Personalmente, hay algo que me suele molestar bastante en la literatura y es cuando el narrador sabe algo pero lo oculta deliberadamente al lector. Entiendo que es un juego, pero no me gusta ver cómo se cruzan los hilos bajo el tapiz. En esta ocasión, Tena ha conseguido salvar esta disyuntiva valiéndose de las propias normas que había impuesto en su historia: la ceguera de los protagonistas. Y eso no empobrece la novela, sino al contrario: la ambigüedad que genera en cuanto a la lectura y su comprensión es magnífica.
Más allá de Legado de plumas
Por todo lo que he comentado, en general me ha parecido que estamos ante una buena obra. El trasfondo, los personajes, la narración y también el ritmo la convierten en una novela más que disfrutable. La autora sabe manejar los momentos de calma y los de tensión, alterna muy bien las reflexiones con la acción. El hecho de que sea una obra corta le beneficia mucho más de lo que parece.
Cuando se habla de este formato, suelo encontrar opiniones en que le piden más a la historia, pero creo que Legado de plumas da lo que promete, incluso se abre por huecos que no pensábamos que existirían, pero no le sobran ni le faltan palabras. Lo que necesitamos de Marina Tena es que nos diga qué hay más allá de la torre, que siga deleitándonos con su imaginación. Y que sea por muchos, muchos años.
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