Año: 2018
Editorial: Sportula
Género: Novela corta (Ciencia ficción)
Obra perteneciente a la sección oficial de los Premios Guillermo de Baskerville 2019
A nadie le amarga un buen apocalipsis
Mira a qué altura de año estamos y yo con estas lecturas atrasadas del 2018. Bueno, no pasa nada, no me voy a quejar más de la cuenta que el mucho leer hace que le crezca el pelo a los calvos. Pasados los sofocos, os traigo una novelita breve pero intensa, de esas que nos hacen preguntarnos cómo puede caber tanto en poco más de cien páginas. Se trata de una reedición para la colección de narrativa breve de la editorial Sportula de Territorio de pesadumbre que fue finalista en los albores de la humanidad, año 2000, del premio Ignotus de novela corta.
Todo empieza con una batalla. Entramos de lleno al olor de acero manchado de sangre, de músculos tensos y esfuerzos agónicos. Un antecedente de acción para un texto que no nos da tregua. Para qué perder el tiempo si podemos empezar con un buen reguero de cuerpos mutilados. También se nos ofrece inmediatamente una noticia de impacto que hace las veces de disparador para que el protagonista, Kal, se lance sin frenos a por más acción.
Por la brevedad de la novela y el estilo ágil, con pasajes que se suceden sin descanso, con algún que otro salto temporal y espacial que nos deja exhaustos, estamos ante una obra que es como un cuento acelerado, casi podemos oír el sonido del mecanismo que lleva la cuenta atrás para que todo estalle. Es también fácil de leer, de estilo directo y sin excesiva floritura léxica, algo lógico y que acompaña al ritmo frenético y contagioso. Sabe el narrador medir tiempos a pesar de la condensación espacial; acelerar y frenar tensión y acontecimientos. Territorio de pesadumbre nos ofrece en apenas treinta páginas iniciales pinceladas de sabio worldbuilding, recuerdos borrosos, reflexiones personales de los personajes; todo antes de que nos encaminemos a lo que parece el clímax en la segunda mitad de la novela.
Rodolfo Martínez consigue un tono áspero en la historia, con una narrativa parca pero efectiva hace que muestra muchos aspectos de los personajes y del entorno en el que se desenvuelven. En los escasos pasajes descriptivos y reflexivos vemos un mundo, la Tierra, con personajes de cuchillo perenne entre los dientes, un mundo que mezcla las espadas a lo Robert E. Howard con elementos tecnológicos que nos llevan a registros de ciencia ficción. Este gazpacho está bien logrado y se adereza aún más con referencias a cosmogonías infernales y a extrañas criaturas que son la amenaza-némesis de nuestro héroe.
Mira que el tarro es pequeño, pues aun así…
Viajamos a una tierra dominada por clanes y con el enemigo bien presente, los Exteriores, aunque velado, desde el principio. Así se suma otro elemento más para que la acción no se retrase ni un segundo. La trama principal de la lucha con esa amenaza inminente se entrevera con una de intriga palaciega. Luchas de poder tras la muerte del pegamento que mantenía unido a los clanes de los que os hablaba. Seis familias urdiendo asechanzas para comerse todo el pastel. El protagonista, Kal, hijo de la Cabeza, hereda el puesto de su progenitor fallecido y las dificultades que conlleva. Peligro y más peligro, qué angustia, ni a tomarse un refresco pueden parar los personajes.
Ya estaban sentados en la mesa, como buitres hambrientos alrededor de un cadáver, esperando la señal para despedazarlo con sus garras ávidas. Se detuvo apenas en la puerta y fue recorriendo los rostros uno por uno: su tío Zor, el hermano mayor de su padre; sus dos hijos, Kara y Zed; el Censor de la Familia, Lavin; los demás apenas tenían importancia: economía, armamento, diplomacia… simples títeres en manos de la Cabeza de la Familia, soldados que obedecerían a quien ocupase la silla del poder.
Como decía un poco más arriba, cuando me refería a cierta aspereza de esta historia, el mundo de Territorio de pesadumbre es un planeta destruido por las barrabasadas y abusos de sus habitantes humanos. Aparece explícitamente cómo destruyen el medio ambiente y convierten su realidad en una especie de desierto donde la escasez es norma.
Tú mezcla que algo queda
También os he mencionado ya la extrañeza que producen las reminiscencias bíblicas que se introducen. Alegoría de cielo y tierra, de luz y oscuridad, del dios benévolo y del ángel caído que hay detrás del personaje de Shamael, muy importante en la trama. Pero la inquietud que nos produce en un primer momento esta imaginería religiosa se disipa y el narrador hace que todo conecte y nos cuadre.
Recordó una vez más las órdenes que Shamael había dado a los demonios supervivientes en la batalla: volverían al infierno (la llanura del dolor, la había llamado, el territorio de pesadumbre) y Legión sería su nuevo gobernante.
Es Territorio de pesadumbre una historia condensada sin demasiadas pretensiones. Sus experimentos demoniacos con gaseosa y géneros funcionan y se lee con gusto. Solo pondría un pero, y cogido con pinzas, ya que puede ser efecto de la extensión de la obra: a veces se echa en falta más profundidad en la justificación de algunas decisiones y acciones que se toman en el discurrir de la frenética acción. Hay un exceso de simplicidad en algunas motivaciones y en algunos momentos, porque uno se ha encariñado con este o aquel personaje, se añoran más detalles de su vida y milagros. También quedé con ganas de conocer en más profundidad el mundo en el que se desarrolla esta narración. Aunque es cierto que con las pinceladas justas se nos da una idea suficiente de por donde se mueven los peleones actores de esta obra; pero, por atractivo, uno quiere más de esa Tierra arrasada por la arquetípica ambición de los hombres.
Entretenida y extraña. Con mezclas de género que casan bien y que tanto caracterizan a su autor. Es de ese tipo de lectura que no cambiará una vida pero sí salvará un par de tardes. Se lee como cuando uno se asombra con sus primeros contactos con la ciencia ficción y otros géneros afines, esas historias iniciáticas, plenas de emoción, que ofrecen disfrute pleno. Aventuras, tecnología, demonología, espadas, intriga y evasión en este cuento largo o novela breve, en este territorio de pesadumbre, pero también de goce conocido: vuelo firme, diversión y respiro asegurado.