Año: 2018
Editorial: Runas
Género: Novela corta (terror)
Terror con oficio
Llevaba bastante tiempo deseando hincarle el diente a algo de Victoria Álvarez, prolífica escritora salmantina que no ha parado de publicar desde 2011, tanto literatura para adultos como juvenil, cosechando éxito tras éxito. Además, su especialidad es la novela ambientada en el siglo XIX o comienzos del XX. Vamos, que sabía que tarde o temprano iba a terminar leyéndola. Si es que era simple estadística. Y aquí estoy con La Costa de Alabastro, su primera novela corta.
Una enfermera llega a una mansión ruinosa en la costa normanda para cuidar de la joven Sophie Clairmont, una niña inteligente y un tanto especial, durante los últimos meses de su vida. La Segunda Guerra Mundial acaba de terminar y las huellas de la ocupación nazi son visibles por todas partes, pero no son solo los soldados alemanes los que todavía parecen rondar por Monjoie. La difunta madre de la niña, tan perfecta y querida, hace sentir su presencia en las vidas de todos. Y cuando la pragmática enfermera llegue para cuidar a Sophie irá descubriendo que el retraído señor Clairmont también está abrumado por sus propios fantasmas.
Con solo leer unas páginas de La Costa de Alabastro ya queda una cosa patente: la autora sabe lo que hace. Tiene muy clara la intención desde el principio, y sabe cómo manejar cada elemento, cuándo mostrarlo y cuándo no, qué contar, qué dejar fuera, qué sugerir. Si a esto le unimos que el tratamiento de la tensión también está más que logrado, podemos decir sin dobleces que hay una indudable maestría a la hora de contar la historia, una firmeza y un oficio excepcionales. Y esto es algo que no encontramos tan fácilmente en los libros de género escritos en España, todo sea dicho.
Lo que me ha gustado bastante menos ha sido la ambientación. Es cierto que la autora no ha escatimado en esfuerzos a la hora de documentarse, cosa que se nota, pero yo nunca terminé de verme envuelto por ni por el lugar donde tiene lugar la acción —esa casa maldita sobre un acantilado—, ni por la atmósfera que de allí emana. Ya digo que histórica y geográficamente es un relato impecable, de eso no hay duda. A lo mejor lo que me ha ocurrido ha sido que su elemento principal, la casa encantada, ya me suena demasiado a cuento paranormal y lo veo un tanto manido por tanto uso. La niña siniestra jugando a la ouija no ayuda a mejorar esta sensación. No obstante, también he de decir que esto no empaña el libro, sino que fue, para mí, un mal menor. Podría decir que la autora salva este escollo con el dominio de la narración mencionado antes. Si es que donde hay oficio…
En un principio, no me pareció que esta fuera a ser una obra de personajes, pero, conforme avanzaba la lectura, fui descubriendo que me encontraba en un error. Es cierto que no son personajes con un gran trasfondo, y es algo totalmente intencionado. Victoria Álvarez sacrifica profundidad en sus protagonistas para ganar agilidad de lectura y meternos mejor en la trama. Pero no se queda ahí la cosa, ya que, como comentaba antes, me equivocaba con los personajes. Hacia la mitad de la obra podemos ver que el verdadero interés de estos reside en lo que no se cuenta de ellos, lo que se queda fuera. Y ya hacia al final, el lector descubre que sí, que efectivamente, emosido engañado.
Para mi sorpresa, cuando fui a ver cómo estaba Sophie la encontré despierta, con la espalda apoyada en el cabecero de la cama y un montón de papeles garabateados a su alrededor. Parecía haberse tomado más en serio de lo que pensaba mi consejo de ponerse a escribir mientras aún estaba en condiciones de hacerlo.
Con lo dicho creo que todavía no he sido del todo justo con el peso que tiene el desenlace de La Costa de Alabastro. De hecho, es una de las cosas que se desprenden de la ya comentada maestría de la autora. Sé que me estoy muy pesado con esto, pero es en las novelas cortas donde esto sale mejor a relucir. Y para muestra, el loop final, diseñado con precisión para dejarte a cuadros; lo consigue aunque no te estuviera encandilando la historia, aunque, como a mí, no te estuviera terminando de convencer la ambientación. Nada de eso importa: en la última página caes. Y es lo mejor que se puede decir de este libro, sin hacer spoilers, claro.
Absténganse sensibles
Si bien Victoria Álvarez ha conseguido reunir a una fiel legión de seguidores dentro y fuera del fandom con una buena cantidad de obras juveniles, he de advertir que La Costa de Alabastro es droga dura. Incluso podría llegar a decir que se trata de una historia con gusto por lo macabro y lo morboso, con muy poco cariño por los protagonistas. Estad avisados, que la autora se desmarca con una crueldad digna del propio George R. R. Martin. Al menos, la editorial ha tenido el acierto de usar una portada que refleja bastante bien lo que el lector se va a encontrar entre sus páginas.
—Lo hay, desde luego. —Clairmont me miró con tristeza—. Esperar. Esperar a que la nieve nos dé una tregua, o a que se salga con la suya y nos empuje a los tres al océano de una condenada vez. —Y alargó un brazo para apartarle a Sophie el cabello de la cara con una ternura que me dio escalofríos—. Confío en que no tarde demasiado en hacerlo.
Y hasta aquí mi repaso a La Costa de Alabastro, título que no me ha vuelto loco, pero que sí me ha dejado con ganas de leer más de esta autora. Más todavía que antes, quiero decir. Os invito a darle un tiento y a comentar conmigo vuestras impresiones, sobre todo por ese final…
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Foto: Mihai Lupascu. Unsplash