Título completo: Maldita la gracia: 20 relatos de humor
Ilustraciones: LiberLibélula (alias Libertad Delgado)
Año: 2019
Editorial: Cerbero
Coordinación: Almijara Barbero Carvajal y Raquel Froilán
Género: Antología de relatos (fantasía/ciencia ficción/terror)
Obra perteneciente a la sección oficial de los Premios Guillermo de Baskerville 2020
Maldita la gracia vino al mundo como un órdago a chica: ante la proliferación de antologías de relatos escritos por autoras con títulos en forma de participio femenino plural, Raquel Froilán propuso a modo de chascarrillo que se convocase una antología llamada Descojonadas. Cerbero vio el órdago y decidió convocar una antología de relatos de fantasía, ciencia ficción y terror en clave de humor escritos por autoras, nada menos que un 28 de diciembre y con el título provisional de Sopa de pollo de goma para el alma. Pero la cosa iba muy en serio, la antología se convocó y la propia Raquel, junto con Almijara Barbero, realizaron la selección.
El resultado es este volumen con veinte relatos de lo más variopinto: todos tienen en común el ser relatos humorísticos —si bien el humor en esta antología no se limita a lo que provoca la risa, sino que se mueve en el abanico que va desde lo mordaz hasta lo absurdo pasando por lo disparatado, como mencionó Almijara Barbero en la presentación en la librería Gigamesh de Barcelona— y pertenecer a uno o más de los tres géneros especulativos principales: fantasía, terror y ciencia ficción. Sí, hay relatos de terror humorísticos en esta antología.
Y quiero redundar en algo que Almijara mencionó en la presentación: es imposible que a alguien le hagan gracia todos los relatos de Maldita la gracia. Son muy diferentes entre ellos y emplean temas, motivos y mecanismos humorísticos diferentes. Algunos relatos me han parecido extraordinarios, otros agradables de leer, otros han pasado sin pena ni gloria y alguno no me ha gustado nada de nada. Probablemente a vosotros os gusten relatos diferentes que a mí cuando lo leáis. Y sin más dilación, trataré de hacer un recorrido más o menos ordenado por los relatos.
Pon una cabra en tu vida
Si empezamos por los relatos de corte fantástico, tenemos dónde elegir. Podemos empezar por «Un cactus a la sombra» de Eva Duncan, en el cual la protagonista descubre que un aquelarre antiquísimo está detrás de los extraños fenómenos que acontecen en la región de Murcia. «Elecciones» de Marta Camperol transplanta una situación de bloqueo político a una ambientación fantástica: una elfa tiene la posibilidad de convertirse en presidenta del gobierno al frente de su Partido Verde si consigue navegar con éxito en una tempestad de pactos, coaliciones, chantajes y mineros enanos que amenazan con ir a la huelga. También hay espacio para la metaficción: en «Formulario H-E803 para la ampliación del plazo para salvar el mundo» de Lourdes Ureña Pérez, la joven Carmen debe sobrevivir a una pesadilla burocrática para cumplir su sueño de vivir aventuras fantásticas y salvar el mundo, a pesar de que ya haya cumplido dieciocho años.
Uno de mis favoritos sin ninguna duda es «El evangelio del vino» de Ana Tapia, que solo sé describir como lo que ocurriría si Kurt Vonnegut se pusiese a reescribir La última tentación de Cristo: en las bodas de Caná, Jesús bebe tanto que acaba revelando a los presentes que en realidad es un viajero en el tiempo, pero mucho más cercano a Billy Pilgrim que a Marty McFly. No os digo más para no estropeároslo, pero es impagable.
Además de las señoras mayores resolutivas y con mala leche, hay otro tema que nos encontramos con cierta frecuencia en Maldita la gracia: el Más Allá y las invocaciones demoníacas.
Me partí de risa leyendo «Domi no muere» de Belén Díaz, en el que la protagonista es una treintañera demasiado torpe para su propio bien que descubre que es inmortal; junto con sus dos vecinas mayores se embarca en un absurdo viaje al Otro Barrio, a bordo de un vehículo que no os imaginaríais, con el objetivo de deshacer el entuerto. También se ambienta en alguna clase de inframundo «Cabos sueltos» de Esther Román (Crab), que sigue el peregrinaje de una chica joven, un heaviata, un diablillo descarado, una elfa choni y un pacífico minotauro por un secarral yermo que podría ser el mismísimo infierno.
En cuanto a las cabras, las encontramos en las igualmente desternillantes «El extraño fenómeno que parecía una cabra» de Enerio Dima y «Gratherath y Memona sentados bajo un árbol» de Anna Fandango. En el primero, una estudiante de provincias con ciertos problemas de disciplina debe lidiar con su compañero de piso que se le come los tápers de ajoarriero y con un demonio con forma de cabra que insiste en seguirla a todas partes. En el segundo, Memona invoca sin querer a Gratherath el Obsequioso y, de los nervios, no se le ocurre otro deseo que pedirle que tener una cita juntos. Gratherath es una cabeza de cabra sin cuerpo, flotante y llameante. La cita sale fatal hasta que sale bien.
Por último tenemos «Super Curriños» de Andrea Prieto Pérez, donde la señora Josefa, capaz de comunicarse con animales y plantas, ingresa en una suerte de Liga de la Justicia gallega en la que todos sus compañeros tienen poderes que podrían parecer útiles, pero tienen contrapartidas ridículas.
Estos roboces son una chufa
Si lo que buscáis son relatos de ciencia-ficción, quiero destacar «Alboraya: become horchata» de Irene Morales, en el que se descubre que la horchata es el líquido perfecto para refrigerar y alimentar los circuitos de los androides, de manera que la localidad valenciana del título se convierte en una capital tecnológica, a costa de prohibir el dulce brebaje para consumo humano. Con esta premisa disparatada, Morales construye un relato de intriga de lo más competente.
Si de rebeliones robóticas se trata, encontramos también «La máquina de café» de Celia Corral-Vázquez, narrada exclusivamente a través del código informático de una cafetera en un campus universitario que alcanza la sapiencia tras una actualización de firmware y acaba por sembrar el caos (y desarrollar un corpus teológico); también tenemos «Viernes negro» de Iulia Olmedo Alguacil, una especie de pesadilla consumista narrada desde el punto de vista de un empleado de una cadena de tiendas de electrodomésticos en el día más ajetreado del año. Para mi gusto, comienza como algo extraordinario, aunque pincha un poco en su segunda mitad.
Virando más hacia la space opera, tenemos «Peaje a ninguna parte» de Tania G. Ayala, un simpático relato acerca de un empleado de peaje interestelar y una puntillosa conductora que huye de algo desconocido. También «En el barco de las doñas se aprenden otras lenguas» de Gloria T. Dauden, donde una profesora de inglés acaba por error a bordo de un crucero en el que las señoras encuentran el amor de una forma un tanto sorprendente.
Y por último, también podemos leer un relato de ciencia ficción algo más minimalista con «A cobro revertido» de Alicia Gadi, en el cual una anciana rebelde y cascarrabias recibe como regalo un teléfono que le permite hacer llamadas a través del tiempo. De los que ablandan el corazoncito.
No te rías mientras te estoy apuñalando
Sí, ya lo habíamos avanzado: en esta antología vamos a encontrar relatos de terror en clave de humor. Puede parecer que son tonos que no pueden combinarse con éxito, pero lo cierto es que por contradictorios que sean, ambos funcionan mediante la creación y liberación de tensión. Mi favorito en esta categoría es «Recursos de ficción» de Raquel Arbeteta García, que consigue provocar la risa y la arcada en el mismo párrafo, a veces en la misma línea; trata de una joven que suele hacer de canguro del bebé de sus vecinos hasta que una noche se encuentra con algo espeluznante al comenzar su turno.
En el terreno de lo paranormal, podemos leer «Curso 66», de nuestra Ana Morán Infiesta, el informe redactado por un fantasma con bastante mala baba (tanta que la voz narrativa me resultó algo antipática) del curso de formación para espectros al que se han inscrito sin saber muy bien cómo cuatro almas recién fallecidas. También tenemos «Una historia que contar» de Jessica Galera Andreu, un relato que sale por completo del ámbito de lo disparatado y se adentra con entusiasmo en el absurdismo; trata de las andanzas de Isabella, una escritora que se presenta en VillaBombilla en busca de una historia interesante que convertir en su próxima novela.
Finalmente, y quizás en el ámbito del true crime con toques fantásticos, tenemos «Carne» de Lola Flawless, en el que las prometidas Jandiara e Inès deben encontrar la forma de deshacerse del cadáver de un hombre que Jandiara ha matado en defensa propia.
Innumerables gracias
Hay una sola cosa que tengo que señalar que no me ha gustado en general, por darse en muchos de los relatos, y que sí es algo cuantificable y hasta discutible: la prevalencia innecesaria de la figura del señoro. En más relatos de lo que me habría gustado se hace burla de un personaje que es un hombre vulgar, resabiado, orgulloso y machirulo. Y mirad, para un rato está bien, pero existe más gente cargante en el mundo que merece la pena satirizar. Incluso desde una perspectiva puramente femenina y feminista, hay más gente plasta en el mundo que se lo merece.
En conclusión: se trata de una antología producto de un concurso abierto y la experiencia de lectura es como suele ser en estos casos. Los relatos son muy variados y han sido seleccionados adrede para que así sea; los mecanismos del humor son tan caprichosos que no os puedo garantizar qué relatos os harán gracia. Pero también hay que decir que el volumen tiene un precio más que asequible para la cantidad de contenido que trae y es una lectura que se disfruta. Así que dejad de sacar brillo a esa caja de música que encontrasteis en el desván, cancelad vuestra visita al centro comercial y sacad la horchata de la nevera, que tenemos mucho de lo que reírnos.