Obra ganadora de los Premios Guillermo de Baskerville 2019. Categoría de novela corta.
Año: 2018
Editorial: Literup
Género: Novela corta (fantasía oscura)
Obra perteneciente a la sección oficial de los Premios Guillermo de Baskerville 2019
Celia Añó es un huracán. No solo compagina la escritura con los estudios, sino que no ha parado de publicar relatos en diversas antologías desde 2016. También es ilustradora y ha convocado varias antologías sin ánimo de lucro en los últimos dos años. Aracnefobia es su primera novela corta, pero no lo parece. Es atrevida, concisa y llena de detalles que enriquecen la lectura y a sus personajes. Sin duda, una obra a tener en cuenta.
Un caleidoscopio arácnido
Quizá el lector sea ese gato de ocho ojos que aparece en el prólogo y que ya capta nuestro interés nada más empezar. Deberá estar muy atento si quiere seguir la historia, pues la autora no lo pone fácil, aunque tampoco nos engaña. Nada más abrir el bolsilibro, nos encontramos una estructura nada usual: los capítulos tienen dos secuencias cronológicas, una parte va hacia adelante y la otra hacia atrás. Del capítulo uno pasaremos al dieciocho, después al dos y continuaremos con el diecisiete… así hasta un epílogo que resume a la perfección lo que es Aracnefobia: un cuento deshilachado.
No tardaremos en descubrir que, además, también cambiarán los puntos de vista. Pues esta es la historia de Aracne y Adrien, dos personajes unidos por un extraño vínculo cuya naturaleza se revelará poco a poco, siempre que podamos atravesar la tela de araña que ha tejido Añó a su alrededor.
Para no perder el hilo, nunca mejor dicho, hay que prestar mucha atención. Aunque estemos sobre aviso, la estructura desconcierta, sobre todo al principio, donde las descripciones de los protagonistas llegan a confundir. Pero no hay que olvidar que estamos leyendo al mismo tiempo el principio y el final, y tenemos que construir la historia a partir de ahí, como un puzle.
Un rompecabezas con dos finales
Es imposible ignorar la dificultad que supone esta doble cronología que estructura la novela. Pero más imposible todavía es ignorar lo difícil que es mantener la atención del lector cuando el final ya se conoce. Y Añó lo consigue con creces. Mientras que la cronología inversa está llena de acción y de los sentimientos de Adrien, la autora desarrolla en la natural al personaje de Aracne, dejando multitud de pistas y misterios que se resolverán más adelante en otras escenas.
Se escuchó un disparo imposible. En las entrañas de una mansión que se deshacía a pedazos, una bala atravesó el cráneo de la progenie de la Viuda. Varios tiros más le sucedieron.
De esta manera, nos hallamos ante dos tramas paralelas y enfrentadas en las que un protagonista es el villano de la historia contraria y viceversa. El quid de la cuestión no es saber quién acaba con quién, sino por qué han llegado al punto de querer matarse entre sí, qué es lo que los une y qué lo que los separa, y para descubrirlo tendremos que llegar hasta ese segundo final.
Por el camino, los capítulos actúan como pequeños relatos, funcionando como escenas independientes relacionadas por elipsis elegidas con inteligencia. Cambia el tiempo y el espacio respecto a las escenas anteriores y posteriores, lo que hace que la lectura sea todavía más exigente. Hay incluso algunos momentos que parecen aislados o gratuitos, pero no hay nada dejado al azar. Añó lo deja todo muy atado y consigue una narración cohesionada y llena de matices.
Los personajes y la magia
Aracnefobia se engloba dentro del Proyecto Válidas, una iniciativa de Literup para mostrar protagonistas con incapacidades. Este es quizá el aspecto, junto a algunos diálogos, que menos me ha convencido. No porque las incapacidades de los protagonistas estén mal introducidas (al contrario), sino porque la relación que tienen con la magia hace que las descripciones sean un tanto confusas al principio. Si bien es cierto que las dudas se despejan conforme avanza la lectura, da una sensación algo extraña en el comienzo.
Aquella casa no duraría abandonada por mucho tiempo, los lugares como aquel nunca morían. Algún día se levantaría de sus cenizas y se enderezaría hasta cubrir de nuevo con su sombra el camino. Regresaría la vida, también la muerte. Y lo ocurrido se convertiría en una mancha imborrable, de césped quemado, de recuerdos que se respiran en el aire.
El misterio que envuelve a los personajes se acrecenta por el aire gótico que impregna la historia. La omnipresencia de la mansión, el encierro de Aracne, la maldición que parece pesar sobre los personajes. Sin embargo, pese a su importancia, no creo que Aracnefobia se englobe dentro del terror gótico, entre otras cosas, por la fuerte presencia de la magia. Me ha gustado mucho cómo esta se introduce en la novela, cómo se entremezcla y desfigura la realidad sin llegar a robarle protagonismo. Y es que el elemento fantástico tampoco será el principial, sino los sentimientos de los personajes principales. De hecho, a mi modo de verlo, el peso de la narración recae, ante todo, en Aracne, en su actitud, en su complejidad, en sus motivaciones y en sus planes. Ni siquiera Adrien consigue hacerle sombra.
Prácticamente todos los elementos que articulan Aracnefobia juegan en su favor: la brevedad ayuda a no perderse en la estructura; los detalles cohesionan los aparentes fragmentos de la historia; los diferentes puntos de vista aportan dimensión a los personajes. Creo que Celia Añó puede estar muy orgullosa de esta obra, y el resto debemos estar pendientes porque deja muy claro que sabe lo que hace y que le queda mucho por contar.