Iria y Selene son dos de las figuras más destacadas de la fantasía juvenil actual. Con nueve novelas en seis años se han convertido en un tándem muy querido por el público. En sus obras hay magia, aventura, romance, diversidad y conciencia social, un combo que hace las delicias de lectores de cualquier edad.
Supongo que cuando autopublicasteis vuestra primera novela no esperabais llegar hasta aquí. ¿Cómo lo vais gestionando?
Iria: Son palabras muy grandes para lo pequeñitas que somos en el fondo. Se aprecia que se nos vea así, pero siempre nos suena muy ajeno. Nosotras empezamos de la forma más modesta posible, que fue con un archivo pdf en un blog; subimos una historia de manera gratuita y fue la gente quien la puso en valor, nosotras solo la difundimos por redes sociales. Nos pusimos en contacto con algunos blogs que, estudiándolos, sabíamos que podían ser el tipo de perfil al que le podía interesar ese tipo de historia. A partir de ahí se generó una conversación a raíz del libro. Eso fue lo que nos dio pie a seguir creciendo como autoras y, sobre todo, a que se nos conociera.
Eso fue en 2012, y aquí estamos 6 años más tarde. Nuestra primera publicación en papel fue en 2014 y, a partir de ahí, todo ha ido a más. Estamos muy contentas, sobre todo porque no es solo cosa nuestra, sino de todo el apoyo que hemos recibido por parte de quienes nos han seguido desde el principio o se han ido sumando con las publicaciones en editoriales. Todo se lo debemos a la gente que ha creído en nosotras, que cree que nuestras historias son dignas de ser leídas, que les emocionan o les tocan de alguna forma y que nos siguen leyendo. Lo que sí tenemos es una cantidad de seguidores que son muy fieles y eso es lo que más felices nos puede hacer.
«Vamos a hacer un Patreon para hacer un proyecto de autopublicación en exclusiva».
Prácticamente lleváis dos años publicando una novela cada seis meses. ¿Escribís mejor bajo presión o preferiríais llevar un ritmo más pausado?
Selene: Tampoco escribimos exactamente bajo presión. Muchas de nuestras novelas nacen de momentos en que se nos ocurre la idea y necesitamos tanto llevarla al papel que fluye muy fácilmente, y acabamos en nada. Nuestro problema es que nos obsesionamos muchísimo cuando escribimos, somos nuestras mayores fangirls. Con Sueños de piedra no había ningún tipo de presión por escribirla, simplemente nos gustó tanto la historia que, cuando la empezamos, no pudimos parar. Puede ser un poco enfermizo: tú tienes una vida diaria que dejas de lado porque estás tan inmersa en la historia que no puedes salir.
Siempre habéis dicho que sois escritoras de brújula. ¿Cómo trabajáis con una trilogía como Secretos de la luna llena o con Marabilia, donde los hechos de las novelas influyen en las siguientes?
I: Depende de la saga. Por ejemplo, con Marabilia es muchísimo más sencillo porque tenemos determinados hechos que afectan a todo, pero vamos contando historias por separado. Tenemos más manga ancha para que todo termine encauzado, y, además, sí que es cierto que desde el primer libro de Marabilia sabemos hacia dónde nos dirigimos y cómo tienen que terminar los cinco libros. El cuarto se publica en septiembre y solo queda uno, que va a ser intenso, porque aunque tengamos la conclusión muy pensada hay muchas cosas que, por ser brújula, pueden ser una fiesta.
En Secretos de la luna llena, la complicación viene porque, aunque tuviéramos trazos pensados, Alianzas la escribimos en 2012 y no se publicó hasta 2014. En 2013 escribimos la segunda y no se publicó hasta 2017. En seis años nosotras hemos cambiado un montón, así que hay ideas que teníamos en un principio que ya no nos gustan o no dicen nada de nosotras como personas o autoras, o nos hemos dado cuenta de que no eran lo que queríamos decir. Eso ha ocurrido en medio de la escritura de la trilogía, pero hay unas bases asentadas y hay que jugar un poco más. Pero precisamente por ser brújula está siendo muy interesante este proceso para ver qué nuevos enfoques le podemos dar.
«La literatura juvenil tiene el estigma de que es infantil e inmadura y no es así para nada. Hay novelas en el mercado que merecen la atención tanto del público adulto como de la crítica».
Sois las mayores fans de vuestros personajes. ¿Creéis que esa conexión es importante para llegar al público?
S: Por un lado sí, pero no lo hacemos tanto por el público como por la historia. Lo quieras o no, el estar dentro de la historia y querer a los personajes como si fueran personas reales te condiciona muchísimo a la hora de escribir. Quieres darle a ese personaje la historia o el final que se merece, que no es fácil, ya sea para bien o para mal. Además, en el proceso creativo es muy importante. Si tú te integras con los personajes y el mundo, estás mucho más enlazada con la historia y vas a escribir una historia que a ti te gustaría leer y, por tanto, nosotras creemos que al público también.
I: No solo eso, sino que además a nivel de público ellos lo agradecen. Porque las personas entran en el discurso de la historia y crean un vínculo emocional. A mí como lectora me encanta ver una implicación real del autor con su historia. Además, me gusta ver que no se encierra en su interpretación de la historia y el canon, aislándose de la parte fan. No puedo entender a los autores que reniegan del fanfic o el fanart, que los hay, porque es la máxima expresión de cariño hacia tu obra y lo que has creado. Es una muestra de respeto inmensa. Luego te gustará más o no, pero es una inversión de tiempo de las personas que han conectado con lo que has contado. Así que creo que a nivel de conexión con el público es bonito. En nuestra casa nos hemos hecho un mural y estantes con regalos que van desde muñecos a velas, mapas, fantarts… La gente no solo ha perdido dinero en comprar tu obra, también ha perdido el tiempo en leerla y en crear algo de manera desinteresada. Hay algunos trabajos por los que habría pagado mucho dinero y la gente lo hace porque es su manera de vivir tu historia y eso me parece alucinante y precioso.
Creo que también hay, en la generación más adulta, un tipo de contención, una jerarquía en la que tú eres el lector y yo el autor, pero eso es muy del siglo XIX. Tú como lector eres fan de algo y como autor, alguien va a ser fan de ti, y tienes que reconocer esa sensación, la de vivir algo con pasión e intensidad. Que alguien lo haga contigo es un honorazo y debería derribar esa barrera profesional. Estamos hablando de personas, emociones y de los lazos que se crean.
¿En qué diríais que habéis evolucionado como escritoras durante estos años?
S: Es una pregunta muy difícil. La pregunta en realidad sería ¿en qué no hemos evolucionado? Cada vez que escribes estás evolucionando, es inevitable. Si te quedases parada, sería horrible. Hay que evolucionar en todo tipo de cosas, en la perspectiva, el riesgo, la creación de personajes. Nosotras hemos notado que con el tiempo estamos creando personajes cada vez más diversos porque, sobre todo, creemos en ello. Tu obra evolucionará según evolucione tu mente. Con cada palabra que escribes evolucionarás, aprenderás que en este libro utilizabas demasiados adverbios acabados en -mente y lo harás menos.
I: De hecho, lo hacíamos mucho y está bien identificar y admitir que tenías determinados errores. Eso hace que te martirices menos y que lo haga menos la gente que está aprendiendo, porque ven a otros que también cometieron esos errores al principio y no pasa nada.
S: Además, ayuda muchísimo tener el feedback de nuestras editoras, de los betas y del público lector. Que vengan a decirte que «esta parte, yo que soy de este colectivo, creo que se podría mejorar» o «yo, que soy de este colectivo, me ha parecido que esta parte es maravillosa». A nosotras nos hace mucha ilusión poder hablar con quienes nos leen porque tenemos la posibilidad de ver si lo hemos hecho bien, si la gente está contenta, si hay puntos que tenemos que mejorar. Y así es como verdaderamente evolucionas. Así que yo creo que es imposible que si escribes y lo haces con cariño y una mentalidad abierta no evoluciones.
«Solo se habla de censura y control cuando se tocan cosas que van contra el sistema establecido, contra el patriarcado, la cisheteronorma, la hegemonía blanca o el capitalismo. En cuanto se va contra el poder, o lo estamos haciendo por moda o por quedar bien».
Hablando de evolución, ¿cómo ha evolucionado vuestra amistad con todo este tiempo que habéis pasado juntas y todas las experiencias que habéis tenido (y vuestro conflicto con Arthmael, claro)?
I: El conflicto con Arthmael es muy importante, siempre estaremos divididas. Yo me quedaré con la custodia en el momento en que el divorcio finalmente ocurra (risas).
No, aparte de bromas, nuestra amistad ha evolucionado siempre a mejor, de hecho acabamos de irnos a vivir juntas. Creo que nos conocimos cuando éramos muy jovencitas, yo tenía 13 años y era una niña, y Selene siempre fue una parte muy importante de mi vida y lo sigue siendo, o lo ha sido a lo largo de los años. Contar con alguien como Selene es tener un apoyo constante, tener a una persona que sabe muchísimo y que además es mucho más tranquila que yo, lo cual está muy bien. Sé que hay mucha gente a la que le sorprende, porque es una relación de amistad de 12 años y de esos llevamos escribiendo juntas 6. Hemos vivido muchas cosas, no solo a nivel literario, también a nivel personal. Yo he vivido momentos duros de Selene y viceversa. Quizá lo importante es precisamente eso, que nos hemos visto en muchísimas situaciones y las hemos superado juntas. Entonces, por eso creo que Selene y yo siempre vamos a ser amigas.
S: No hay mucho que añadir. Creo que llega un punto que una amistad se convierte en familia, así que, para mí, Iria lo es. Además, si me ha aguantado durante los últimos años de tesis, ya lo aguanta todo, literario o no.
En vuestras obras habláis de diversidad, de enfermedades mentales como la depresión, de la soledad, de ser diferente. ¿Consideráis que los escritores y los creadores en general tienen una responsabilidad social para con el público?
I: Esta pregunta es complicada porque creo que la responsabilidad social sobre lo que escribes existe, pero no creo que todo el mundo tenga que escribir de todo. Me explico: creo que la responsabilidad y el nivel de la misma que adquieres con lo que escribes es propio, y nadie puede obligarte a que sea más o menos. Por ejemplo, si alguien dice «no quiero meter representación LGTB en mi historia, no tengo la obligación», es verdad, no tienes la obligación ni tienes por qué asumir la responsabilidad social de que haya una representación real y visible de un colectivo infrarrepresentado en los medios y en la cultura. Ahora bien, eso no es excusa para decir que, como tú no tienes ese nivel de responsabilidad o no quieres adquirirlo, las personas que sí lo hacen y sienten que esto tiene que ir avanzando lo hacen por corrección política o por cuota. Yo acepto que tú no quieras escribir de determinada cosa. Es tu historia, no pasa nada, simplemente quienes busquen ese material no irán a tus historias. Yo, personalmente, no voy a ir, porque ahora mismo me interesan historias con contenido diverso, perspectiva feminista. Por ejemplo, ahora leo a muchas más mujeres, porque me interesan más esas perspectivas, pero no les estoy diciendo a los hombres que no escriban.
La responsabilidad y cómo te enfrentas a tu texto lo exiges tú. Pero si ignoras esta responsabilidad y luego te caen palos no es censura, simplemente no ha gustado lo que has hecho. Si tú tienes un personaje trans y lo tratas fatal, no digas cuando te corrigen y te dicen que está mal que te están censurando y ahora hay que escribir con un manual. No, es que no asumiste la responsabilidad de hacer un buen trabajo. Además, esto solo pasa con la representación de colectivos, porque si una obra la ambientas en el Renacimiento y te inventas cosas y te lo critican, eso sí lo aceptamos y no es censura, es una crítica lógica. Pues también es una crítica lógica si tienes un personaje trans y lo llamas por el deadname toda la novela. Solo se habla de censura y control cuando se tocan cosas que van contra el sistema establecido, contra el patriarcado, la cisheteronorma, la hegemonía blanca o el capitalismo. En cuanto se va contra el poder, o lo estamos haciendo por moda o por quedar bien. Además, cuando hay autores cuyo pensamiento evoluciona y dicen que en el pasado escribí determinadas cosas y me he dado cuenta de que el feminismo y la inclusión son importantes y mi obra va por ese camino, no es que se le haya comido la cabeza o se sume a la corrección política, es que sus ideas han evolucionado. Solo parece que la evolución de ideas es correcta cuando va hacia atrás, no hacia delante.
S: Yo estudio académicamente la literatura juvenil, especializada en EEUU. Hemos llegado a un punto en que es más fácil encontrar en un libro infantil a un protagonista que sea un animal que a una persona de color. Así que tenemos una responsabilidad social en el momento en que estás hablándole a personas que están creciendo y que pueden estar haciéndolo sin ningún tipo de representación, ya sea racial, de género, de identidad sexual, etc. Los autores y autoras tenemos que tener en cuenta a qué público le estamos hablando. De alguna manera debemos pensar qué nos gustaría a nosotros. Mucha gente que escribe juvenil ha crecido sin literatura juvenil porque es una etiqueta relativamente reciente. Entonces, ¿qué te hubiera gustado a ti leer de joven? Empatiza. Muestra que sabes quién es tu público y lo que podrían necesitar. A mí me parece elemental, pero quizá porque tengo esa perspectiva de lo que falta y lo que es necesario. No digo que todo el mundo tenga que hacerlo, pero me parece necesario saber de qué no estamos hablando, por qué es tabú cierto tema.
I: También hay que dirigirse a las personas que entran en el sistema normativo, porque de los lectores de hoy van a salir los creadores y adultos de mañana. Si mostramos otros valores, tolerancias e igualdades y la cultura los fomenta, vamos a tener, quiero pensar, personas mucho más concienciadas en el futuro. Si yo hubiera tenido un libro con una protagonista bisexual cuando tenía dieciséis años me hubiera sido mucho más fácil asumir que lo era y que la chica guapa de la clase no solo me parecía guapa. Pero eso también me habría servido para prestarle ese libro a mi amiga y mostrarle una realidad que yo no sabía cómo explicar en ese momento. Hay que hablar para saber en qué punto del mundo estamos. La literatura siempre ha hecho eso y solo ahora que molesta a esas personas parece que todo es un lobby montado con las «paguitas feministas».
«En literatura juvenil hay buenos compañeros y ojalá que el ambiente que hay ahí se extendiera y no fuéramos tan ególatras y preocupados por mi libro y lo que me pasa a mí. De esa forma las comunidades serán más sanas y la literatura será más fuerte».
Queda un libro para acabar Marabilia, Jaulas de seda, y otro para Secretos de la luna llena, Despedidas. Después, ¿qué?
I: Del Proyecto Gineyka no puedo hablar mucho porque Selene me pega. Es una novela steampunk, que pertenecerá a una bilogía y saldrá a principios del próximo año. Estamos muy emocionadas porque estamos trabajando en el mundo desde 2016, tenemos mucho cariño a los personajes y probablemente si en algún momento veis que desaparecemos de las RRSS es porque hemos empezado a escribir y hemos entrado en este bucle del que hablábamos y no pararemos hasta que acabemos. No puedo decir mucho más, aparte de que vamos a tocar algún tema de género que molestará a ciertas personas.
S: Se publicará con Nocturna y no me atrevo a decir nada más.
I: Lo que sí podemos decir es que hemos escrito un proyecto infantil que no sabemos cuándo sabrá ni cómo ni dónde. Y también falta la novela gráfica de Sueños de Piedra, que todavía no sabemos cuándo se publicará.
¿Volveríais a autopublicar?
S: El caso es que trabajamos muy bien con nuestras editoras. Ellas también son fans de nuestros libros. Los procesos son muy diferentes y en el proceso de autopublicación hay mucho más trabajo, y a nosotras lo que nos gusta es escribir las novelas, corregirlas cuando vengan y saber que hay alguien detrás haciendo el resto del trabajo. Hay otra gente que prefiere tener todo el control sobre el proceso creativo y eso es maravilloso, pero quizá nosotros seamos un poco más comodonas. Nos gusta el trato con nuestras editoras, recibir su feedback y que nos puedan asesorar. Además, lo bueno de trabajar con Nocturna es que los viajes los paga la editorial y puedes costearte ilustradoras a las que probablemente no podríamos acceder en caso de autopublicarnos.
I: Además, la distribución para mí es importantísima. Los canales de distribución actuales son limitadísimos para autopublicados y la distribución lo es todo. Tu libro tiene que verse, llegar y ser accesible, no puedes estar peleándote porque llegue o no llegue. Si la gente tiene que preguntar en qué librerías está disponible pierde el interés. Es cierto que si levantas un interés muy real por un libro, la persona lo va a buscar donde haga falta, pero para llegar ahí tienes que hacer una gran campaña de marketing, y eso es complicado.
Lo más que vamos a hacer relacionado con la autopublicación es que vamos a hacer un Patreon para un proyecto en exclusiva. Cada mes habrá actualización y los mecenas tendrán un papel muy activo en cómo se vaya desarrollando la historia. Eso lo prepararemos a partir de septiembre.
«Hemos llegado a un punto en que es más fácil encontrar en un libro infantil a un protagonista que sea un animal que a una persona de color. Así que tenemos una responsabilidad social en el momento en que estás hablándole a personas que están creciendo y que pueden estar haciéndolo sin ningún tipo de representación, ya sea racial, de género, de identidad sexual, etc.».
¿Cómo describiríais la situación de la literatura juvenil hoy en día?
S: A mí me gustaría describirla como esperanzadora. Se están publicando grandes novelas de gente muy joven, nueva, de gente a la que hay que dar la palabra. Se están hablando cada vez de temas más interesantes y desde perspectivas cada vez más adultas, por decirlo de alguna manera. La literatura juvenil tiene el estigma de que es infantil e inmadura y no es así para nada. Hay novelas en el mercado que merecen la atención tanto del público adulto como de la crítica. Y espero que se despierte el interés de esta última por la literatura juvenil, y también el interés académico, que cada vez se estudie más, porque creo que hay muchísimo de donde sacar desde el punto de vista literario y crítico y debería empezar a hacerse. Se pueden hacer grandes cosas.
I: Estoy completamente de acuerdo. Cada vez tenemos voces más diversas y eso enriquece muchísimo. Aparte, creo que, algo que no se suele decir y quiero remarcar, es el ambiente que hay en la literatura juvenil. Hay un compañerismo que no encuentro en otras etiquetas, porque creo que todos y especialmente todas deberíamos colaborar más entre nosotras para poder tener un ambiente más sano en convenciones, en las editoriales, etc. No significa que todos nos llevemos bien y que tengamos que ser una gran piña donde no pasa nada, pero sí creo que el compañerismo a veces se pierde en favor de la competitividad, que hay mucha puñalada por la espalda y mucha falsedad, y eso en literatura juvenil lo veo menos. Hay un compañerismo real y un buen ambiente, todos nos alegramos de los éxitos de otros porque es un éxito común. Por ejemplo, Fer Alcalá y Georgia Costa han estado nominados con nosotras a varios premios y se los han llevado. Bromeas con el «¡malditos sean!» pero luego te vas de cañas con ellos, nos recomendamos editoriales, procesos, etc., y nos alegramos por los éxitos ajenos. En otros lugares veo más guerrillas porque «ay, a mí ni siquiera me han nominado» y cosas así. En literatura juvenil hay buenos compañeros y ojalá que el ambiente que hay ahí se extendiera y no fuéramos tan ególatras y preocupados por mi libro y lo que me pasa a mí. De esa forma las comunidades serán más sanas y la literatura será más fuerte.
¿Un par de libros que no deberíamos perdernos?
I: El odio que das, de Angie Thomas.
S: Jonathan Strange y el señor Norrell, de Susanna Clarke.
¿Alicia en el país de las maravillas o Peter Pan?
I: Madre mía, vamos a pegarnos. Peter Pan.
S: Diez mil veces Alicia.
I: ¿Veis como hemos superado un montón de cosas?
Muchas gracias, chicas.
¡A vosotros!