Dice Rocío Vega que nació una noche de eclipse lunar y que eso debe de significar algo, aunque no sepa el qué. Seguramente tenga que ver con su afán por salirse de la norma, tanto en lo literario como en lo social, para aunarlo en obras tan singulares como Horizonte Rojo y La Compañía Amable. Tras un año plagado de publicaciones que esperamos que traigan muchos éxitos, hemos querido hablar con ella para conocerla mejor.
Aunque llevas varios años publicando, tienes tu nicho y tus seguidores; me voy a permitir comenzar con una pregunta de novata. ¿Cómo fueron tus inicios como escritora?
Empecé a escribir con ocho o nueve años y lo hice de manera intermitente hasta los dieciséis, cuando me atreví a ponerme con una novela y acabarla. Creo que hacer aquello fue lo que marcó un antes y un después, porque cualquiera puede coquetear con la escritura, pero no todo el mundo tiene el tesón y las ganas de pasarse 80, 100 o 200 horas trabajando en algo que seguramente no llegue a ninguna parte. Decides que vas a ser escritor cuando, a pesar de saber que el manuscrito resultante va a ser un mojón que solo va a querer leer tu abuela, sigues adelante porque te lo pasas bien haciéndolo y te apasiona.
«Si a ti te resulta chocante un mundo bisexual o que haya un personaje que use pronombres neutros es tu problema. El texto no te va a coger de la mano para explicarte por qué está bien o por qué deberías aceptarlo».
Has trabajado de escritora fantasma y copywriter. ¿En qué consisten estos trabajos y qué han aportado a tu forma de escribir?
Son las formas de vivir de la escritura en las que nadie piensa pero que dan de comer a la mayoría de escritores profesionales. Escritor fantasma es el que escribe una novela por encargo y sin llevarse el mérito. Sí, se trata de escribir para Ana Rosa o Belén Esteban, aunque lo habitual es hacerlo para editoriales que sacan novelitas como churros que firman identidades inventadas. Se parece un poco a escribir pulp de vaqueros para novelitas de quiosco, aunque Internet lo cambia todo. La mayor parte de las novelettes que copan las listas de los más vendidos de Amazon están escritas por gente como yo.
Copywriter es un redactor publicitario. Si te interesa ganarte la vida escribiendo, te interesa aprender a hacer esto: ahora mismo es uno de los nichos de trabajo más potentes y hay muchos clientes que necesitan artículos especializados orientados al SEO.
Lo bueno de ser escritora fantasma es que aprendes a trabajar bajo presión y sin inspiración. Igual hoy no me apetece escribir cómo Patricia la secretaria se enrolla con su jefe (que tiene abdominales en los abdominales, claro), pero la entrega toca esta semana y hay que cumplirla. Después estás loca por escribir lo tuyo, aunque es cierto que quema bastante.
Lo de copywriter viene a ser parecido, solo que en lugar de escribir ficción escribes otro tipo de texto. Aprendes cosas muy dispares mientras te documentas para los artículos y eso siempre está bien. El mundo de los taladros puede ser apasionante… o eso te dices a ti misma mientras te pierdes en las complejidades del bricolaje para el enésimo artículo al respecto.
Has escrito fantasía y ciencia ficción. ¿Con cuál de estos géneros te sientes más cómoda?
La ciencia ficción me da más respeto porque, mientras que he tenido formación en artes e historia que me permite lucirme a la hora de construir un mundo, estoy más pez en la parte científica. Y la ciencia me interesa, vaya. Me encantan los canales de divulgación de Youtube como Quantum Fracture o In a nutshell y soy súper fan de las dos Cosmos. Pero no me siento tan cómoda hablando de esos temas como de otros que por su naturaleza me son más afines. Me interesan muchísimo los cambios sociales que suceden a los cambios tecnológicos, algo que a veces se olvida y que es tan o más interesante que el porno para ingenieros puro y duro. Por eso a veces es liberador pasar por encima y tirar millas. «¿Y yo qué sé? ¡Agujeros de gusano!», y te centras en la vertiente social o en el pañum pañum, pium pium.
Tus obras más conocidas, Horizonte Rojo y La Compañía Amable, son una especie de ornitorrinco dentro de sus géneros: ciencia ficción erótica y fantasía épica en un mundo sin machismo y protagonizada al completo por mujeres. ¿Buscas esa ruptura de los tópicos como una forma de diferenciarte o así es Rocío Vega?
Sin ninguna duda, soy así. Siempre escribo el libro que me gustaría leer y lo cierto es que no necesito una originalidad tremenda para disfrutar de una historia. Soy bastante clasicota. Lo que sí necesito, o lo que sí me gusta y me atrae de verdad, es encontrarme a mí misma en una historia, sentirme cómoda en ella. Ni Horizonte Rojo ni La Compañía Amable son rompedoramente originales. No busco crear tendencia y tampoco es que quiera diferenciarme como la autora más novedosa. Resulta que escribir fantasía medieval sin machismo es raro. Retorcer los clichés para que mujeres queer como yo se sientan bienvenidas es original. ¡Pues vaya! Ojalá no lo fuera…
En Horizonte Rojo el sexo está narrado sin eufemismos y con un tono cercano y de cotidianeidad. ¿Es por eso por lo que sueles definirlo más como porno antes que como erótica o crees que ninguna etiqueta tiene los suficientes matices para definir correctamente lo que nos encontramos en esta serie?
Al principio usaba erótica, pero me di cuenta de que no intento tanto incitar la sensualidad del lector como presentar una escena de sexo sin remilgos, que te puede resultar más o menos excitante pero cuya finalidad es pintar una viñeta de intimidad sudorosa más que recrearse en los sentidos. Quizá la etiqueta de porno se quede grande porque Horizonte Rojo tampoco es una de estas viñetas tras otra con una trama pobremente hilada. HR es la historia de una mujer profundamente dañada que intenta curarse al menos un poquito. A veces se acuesta con gente para olvidarse de sus heridas; otras lo hace y conecta con la otra persona, lo que la hace avanzar un poco más en su curación.
«Mis protagonistas son tías con el pellejo muy duro y las tripas muy blandas, llenas de agujeros que intentan reparar sin hacerles mucho daño a las personas que las rodean. A través de ellas exploro las cuestiones que me preocupan, los defectos propios que me atormentan».
Eres escritora de brújula, pero Horizonte Rojo se estructura en tres arcos y cada número tiene consecuencias en los posteriores que no se pueden cambiar una vez publicados. ¿Cómo te organizas antes de ponerte a escribir?
Lo de ser brújula y las consecuencias imborrables es una puñeta, pero acabas aceptándolo como una regla del juego. Si quieres hacer una cosa pero una consecuencia no te lo permite, mala suerte. Al final no tiene sentido pelearte con tu propia historia: si va en una dirección, hay que acomodarse. Pero tampoco es que me ponga a escribir sin saber nada de nada. Cuando escribía el número 1 ya sabía lo que iba a pasar en el 2 casi al dedillo, y cuando escribía el 3 ya tenía en mente el siguiente arco. La escritura del segundo volumen ha sido constructiva hacia el tercero, pero todavía no sabía qué iba a pasar exactamente. Eso sí, lo conocía en líneas generales. Al empezar el número 4 ya sabía lo que pasaría en el clímax del número 7: por eso hay un augurio de la pérdida de Kerr en la primera página de «Reencuentros», como lo hay en todos los números hasta el final del segundo volumen.
Siempre he tenido presente cómo acabaría y cuál sería el estado de Kerr en el último número, pero el viaje es una incógnita. Cada nueva adición es un paso hacia ese final. Lo que se intenta es que encaje todo.
En los últimos tiempos se suele criticar la figura de la mujer fuerte e independiente como una masculinización de los personajes femeninos. En tus obras hay mujeres fuertes, relativamente independientes (Kerr, por ejemplo, es alcohólica), y también tienen debilidades y cometen errores. ¿Crees que has encontrado el equilibro o este se encuentra en escribir más y más personajes femeninos diversos?
Vamos a ver cómo puedo explicar todo esto, que tiene miga. Creo que el problema de la «mujer fuerte e independiente», dicho así, con retintín, es que no deja de ser un cascarón de valores que relacionamos con la masculinidad tóxica y que por dentro está totalmente vacío. La «mujer fuerte e independiente» nos recuerda continuamente lo competente y distinta que es todo el tiempo sin olvidar, por supuesto, su lado sexy. Es otro sabor de personaje femenino escrito con la misma pereza que el de la damisela en apuros y por eso es un arquetipo negativo y ridículo.
El problema no es que estos personajes sean fuertes e independientes, ¿no? Ahora bien, la fuerza y la independencia son cualidades que por desgracia aún leemos como masculinas, igual que la agresividad o la aspereza. Hay mil debates pendientes acerca de por qué apreciamos más a un personaje fuerte que a un personaje compasivo, o por qué se desprecian la empatía y la cooperación. Pero a pesar de todo, ¿qué pasa cuando, genuinamente y sin despreciar los valores típicamente femeninos, te interesa explorar la violencia, el odio y el impulso de autodestrucción? ¿Qué pasa cuando se exploran desde una perspectiva no blanca y no heterosexual? ¿Por qué se rechazan de plano estos elementos en lugar de considerar la manera en la que cambia la narrativa y el significado según los personajes a los que se les permite ejercer esa violencia y sentir ese odio?
Mis protagonistas son mujeres de acción, muchas veces antiheroínas violentas. Me gustan las señoras con brazacos, qué le vamos a hacer. Pero mis señoras no son ni Ramba ni Conan la Bárbara, que son los arquetipos que se me vienen a la cabeza cuando pienso en personajes femeninos «masculinos». Mis protagonistas son tías con el pellejo muy duro y las tripas muy blandas, llenas de agujeros que intentan reparar sin hacerles mucho daño a las personas que las rodean. A través de ellas exploro las cuestiones que me preocupan, los defectos propios que me atormentan. ¿Significa eso que he encontrado el equilibrio? No tengo ni idea. De momento escribo los personajes que me emocionan y me interesan, tan diferentes unos de otros como puedo.
«Si quieres hacer una cosa pero una consecuencia no te lo permite, mala suerte. Al final no tiene sentido pelearte con tu propia historia: si va en una dirección, hay que acomodarse».
También encontramos mucha diversidad sexual en tus obras. En el mundo de La Compañía Amable, por ejemplo, la orientación por defecto es la bisexualidad y está permitida la poligamia. ¿Es este el camino para normalizar posiciones no cisheteronormativas en la literatura?
Soy una mujer queer y como tal escribo sobre mujeres queer. Escribo, también, para mujeres queer. Gran parte de mis lectores resultan ser hombres, de lo cual me alegro. Pero yo escribo para que las mujeres como yo se sientan cómodas y en tanto lo hagan (y, por el momento, lo hacen), estaré satisfecha. Por eso Kerr es una mujer bisexual que se relaciona sobre todo con mujeres sáficas y por eso en La Compañía la mayoría de personajes principales son bisexuales.
A la hora de escribir La Compañía decidí que la bisexualidad sería la orientación más común, tanto que ni siquiera usan una palabra para definirla. A la hora de señalar las orientaciones dentro del universo, basta con decir que a alguien no le gusta tal o cual género, o que prefiere uno sobre el resto. ¿Por qué darle más importancia? Como digo, escribo mundos para que las mujeres como yo se sientan cómodas leyendo.
Supongo que eso cuenta como normalización. Personalmente, prefiero que el lector se encuentre con una situación y lidie con ella en su cabeza, sin largas explicaciones. Si a ti te resulta chocante un mundo bisexual o que haya un personaje que use pronombres neutros es tu problema. El texto no te va a coger de la mano para explicarte por qué está bien o por qué deberías aceptarlo. El universo es así, arréglatelas igual que nos las arreglamos nosotres al crecer modelades por la idea de que nuestra verdad es menos normal que la verdad cishetero. Es el modo que yo prefiero y el que más me gusta, pero no creo que sea el único.
Ahora debería preguntarte si el hecho de que Trig sea hetero no es un poco forzado.
Pues ahora que lo dices, sí que es un poco forzado, porque no aporta nada a la trama. Tienes a un montón de chicas queriéndose entre sí y moviendo la trama con sus romances, pero lo de Trig y sus amantes no cambia nada. Mecachis…
«Me interesan muchísimo los cambios sociales que suceden a los cambios tecnológicos, algo que a veces se olvida y que es tan o más interesante que el porno para ingenieros puro y duro».
Tienes escrita una obra de fantasía inspirada en la antigua Roma. ¿En qué punto del proceso de escritura se encuentra?
Llevo años diciendo que está a punto y es verdad, ¡es que está a punto! Guerreros del sol es un proyecto que comencé en 2013 y que algunos de mis amigos ya han podido leer. ¡Y les gusta mucho! Tengo un montón de anotaciones de cosas que debo cambiar y cosas que ocurrirán en la continuación (está pensado para ser una trilogía), pero me falta tiempo para ponerme a ello. Querría haberla autopublicado en 2017, pero no paran de salirme trabajos o proyectos más urgentes. Mientras tenga Horizonte Rojo entre manos, creo que no voy a poder ponerme con ello como merece.
Es una trilogía a la que le tengo muchísimo cariño y que algún día verá el sol. Pero hoy no será ese día. ¡Tengo demasiados deberes!
También has escrito guiones de cómic, basados en Changeling o también sobre La Compañía Amable. ¿Querrás continuar este camino en el futuro?
Me gustaría mucho seguir tocando cómic, pero me pasa como con Guerreros: me falta tiempo para ponerme.
Tienes pendiente acabar Horizonte Rojo y el final de La Compañía Amable promete continuación. ¿Qué otros proyectos tienes a corto-medio plazo?
Pues aparte del último volumen de Horizonte Rojo y continuar las aventuras de La Compañía Amable, tengo pendientes algunos relatos sueltos para el Patreon. Cierto AU Western, una historieta cyberpunk, un par de cosas postapocalípticas (una de ellas basada en un sueño de Eva Cid, cojo de donde me dan) y una novela de fantasía juvenil que me muero por empezar a escribir con Cristina Domenech.
Muchas gracias por tus respuestas, Rocío. Esperamos volver a leerte pronto.